Liao Yiwu usa la literatura como resistencia
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En exclusiva para Excélsior, el poeta y narrador chino habla del exilio, la censura en su país y de cómo la cárcel cambió su visión de la escritura. Circula en México su más reciente libro, ‘Por una canción, cien canciones’, con prólogo de la Nobel Herta Müller
México, DF. La literatura no es una obsesión. Es una verdad. Una realidad que no nace de un sueño, aunque se convierte en un medio de resistencia para mostrar la zona más oscura de lo que no vemos, dice en exclusiva para Excélsior el poeta y narrador chino Liao Yiwu (Yanting, Sichuan, 1958), a propósito de su libro Por una canción, cien canciones, que llega a México con prólogo de Herta Müller, Premio Nobel de Literatura 2009.
El libro, que se destaca por ser un relato cargado de tensión, en cada página ofrece un golpe firme al lector, más allá del vínculo que sostiene con el Doctor Zhivago, de Boris Pasternak (Premio Nobel de Literatura, 1958), al ser una publicación que también ha superado la censura y la persecución.
Vía telefónica desde Berlín, Liao Yiwu reconoce que su idea romántica de literatura cambió en 1989, con la masacre en la Plaza de Tiananmén, y luego de su encarcelamiento en 1990, tras publicar un poema donde condenaba aquella matanza que este año ha cumplido 26 años.
¿Cómo cambió la cárcel su forma de escribir?
Al principio pensaba que la literatura era un sueño. Sin embargo, los días que pasé en prisión, fue como si estudiara en una universidad donde fui torturado una y otra vez, hasta llegar al punto en que intenté suicidarme en dos ocasiones.
Esta trayectoria cambió radicalmente mis conceptos sobre literatura y, al mismo tiempo, me convirtió en un poeta lleno imaginación, pero sobre todo… en encontrarme como un testigo de la historia. Así que tras mi excarcelación, en 1994, mi trabajo se transformó en una literatura testimonial. Para mí, todo esto fue un cambio radical.
¿Cómo sería su literatura sin aquel tiempo en prisión?
Sería uno más de esos escritores chinos que ya conoce, como Mo Yan (Premio Nobel de Literatura 2012), que acompañan al primer ministro de China a hacer visitas de Estado. Posiblemente sería de la misma categoría. Porque antes de todo eso gocé de mucha fama en mi país y gané más de veinte premios literarios; era un poeta muy famoso.
Y si no hubiera sido por la masacre de Tiananmén y no me hubieran encarcelado, seguramente… sería un escritor muy notable bajo el sistema del comunismo chino.
¿Qué significa la palabra libertad en su literatura?
Para mí la libertad es un concepto que no puede despegarse de la palabra prisión, ya que ahí aprendí a ser libre. En aquella cárcel encontré a un monje chino que siempre tocaba la flauta. Él tenía más tiempo ahí dentro, pero fue él quien me convenció de que lo más importante es tener y sentir la libertad en el corazón, pues de otro modo viviría para siempre en una cárcel.
Aquellas palabras me conmovieron. Y aún ahora, que me encuentro en Alemania, las recuerdo y sé que si el alma no está saludable y el espíritu no encuentra esa libertad y fortaleza… aunque se haya salido del encierro éste nos acompañará toda la vida.
¿Qué significado literario tiene hoy la masacre de Tiananmén?
Es una herida abierta y muy profunda, aunque sabemos que antes de esta masacre, sucedieron otras, como: La Hambruna por Tres Años, La Gran Revolución Cultural, La Reforma Agraria, etcétera, donde murieron muchos habitantes. La diferencia es que estos sucesos permanecieron ocultos dentro de China.
Sin embargo, Tiananmén fue revelado a todo el mundo por los medios internacionales. Así fue como el año de 1989 marcó una línea divisoria de la historia mundial, donde también sucedió la unificación alemana, la Revolución de Terciopelo en Checoslovaquia, la desintegración de la Unión Soviética y el drástico cambio en Europa Oriental. Y todo esto empezó con la sangre del pueblo chino.
Curar las heridas
Para Liao Yiwu la literatura mexicana y latinoamericana no es extraña, pues asegura que muchos de sus libros se convirtieron en lecturas obligadas en China, como en los casos del cubano Alejo Carpentier y del mexicano Carlos Fuentes.
“Sobre todo aquellas lecturas donde hablan sobre dictadores y el abuso del poder. Además, algo muy interesante de su literatura es ese característico sentido del humor, el cual siempre se contrapone a la brutalidad y barbaridad de la dictadura, pues más allá de la simple historia está su acción para sanar”, explica.
¿Le parece que la literatura le ayuda a exorcizar el dolor?
Eso es correcto. Para muchos escritores la literatura es un medio para alcanzar sus sueños literarios y ganar premios, como sucedió con Mo-Yan, quien luchó por ganar el Nobel; para otros es un medio para conseguir dinero.
Para mí, la literatura es como un médico que cura las heridas de mi corazón. Así que es común que todo el tiempo escriba algunas notas para sacar todas esas toxinas que hay en mi corazón. Yo quisiera ser un poeta sano y un escritor dotado de un espíritu resistente.
¿Cuál es el papel de la literatura en la China actual?
La verdadera literatura es el testimonio de una época y al mismo tiempo un medio de resistencia. Hoy la literatura es particularmente crucial e importante. En el caso de mi literatura, ésta ya ha sido traducida a más de veinte idiomas, y es a través de ésta que mucha gente puede conocer a esa China
invisible.
Y no se trata de esa China con un desarrollo galopante –declarada por el Partido Comunista Chino ante los ojos del mundo–, sino de una China muy oscura que camina de capa caída. Pienso que ese es el papel que desempeña la literatura en mi país.
¿Qué significa la palabra exilio para usted?
Para mí el exilio es una responsabilidad, porque muchos de mis amigos todavía están encarcelados. Por eso, a veces, me alejo un poco de la escritura y participo en otro tipo de actividades (más políticas) en Europa y Estados Unidos para tratar de ayudarlos.
Hace poco, por ejemplo, luchamos por el Premio de Derechos Humanos para un erudito de Xinjiang (provincia más grande del noroeste de China), sentenciado recientemente a cadena perpetua. Y también le escribí al gobierno alemán para que protegiera a la señora Liu Xia, esposa de Liu Xiaobo (Premio Nobel de la Paz 2010). Pienso que en China no podría hacer estas cosas, pero como exiliado puedo asumir esta responsabilidad.
¿Qué piensa cuando ve una ola de refugiados tan grande como la de Siria?
Alemania ha tomado una medida inédita ante los refugiados. Sin embargo, pienso que estos refugiados que se encuentran en un lugar extraño, como me sucedió a mí, deberán esforzarse por trabajar y empezar de nuevo su
vida.
Pero mi mayor preocupación es por encontrar escritores sirios en esta ola de refugiados. Ojalá haya alguno que pueda anotar en un libro todo sobre este fenómeno que es trascendental en la historia de la humanidad. Recordemos que un libro tiene una vida más larga que esos regímenes dictatoriales.
¿Usted ha superado la barrera del exilio?
Berlín es una ciudad que me gusta mucho porque es un gran polo cultural y literario. Desde aquí puedo hacer intercambios con amigos artistas y escritores, lo cual ha ayudado mucho a ampliar mis horizontes y a mejorar mi trabajo literario. Pero el exilio es una palabra que no fácilmente se puede superar.
Para finalizar, el poeta y narrador que se asume como disidente, comenta que aún trabaja en su libro Memorias de Exilio, un ejercicio narrativo donde revelará cómo consiguió huir de China y exiliarse en Alemania; y adelanta la posibilidad de que el próximo año viaje a México para participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. (Traducción al español de Hou Kun Li).
EXILIADOS
Escritores chinos fuera de China:
- Gao Xingjian. Es autor de La montaña del alma y El libro de un hombre solo; ahora escribe en lengua francesa y en el año 2000 obtuvo el Premio Nobel de literatura.
- Ha Jin. Autor nacionalizado estadunidense que ha escrito varios títulos traducidos al castellano y reeditados, como Despojos de guerra.
- Ya Ding. Escritor chino exiliado en Francia tras la matanza de Tiananmen. Es autor de El sorgo rojo y El juego fuego y del agua.
- Ma Jian. Exiliado en el Reino Unido, comenzó su carrera literaria con su novela Pekín en coma y con los sucesos de Tiananmen (1989), Red Dust y The Noodle Maker.
"UN LIBRO QUE ABRE LOS OJOS": HERTA MÜLLER
Para Herta Müller, el libro Por una canción, cien canciones de Liao Yiwu “es un libro que abre los ojos” y que ha encontrado un lazo de identidad con la misma persecución que enfrentó Boris Pasternak con su Doctor
Zhivago.
Es un libro que revela lo que se esconde bajo la superficie deslumbrante de un imperio de nuevos ricos, hambriento de poder, escribe Müller, un régimen que administra sus cárceles y sus campos según el modelo del Gulag, que no es un Estado moderno, sino una reliquia maoísta disfrazada con los ropajes del milagro económico.
El propio Liao explica que este libro lo escribió tres veces debido a los “obstáculos y dificultades” de la policía china. La primera versión del libro la garabateó en prisión, entre 1990 y 1994, consignado por escribir y distribuir Masacre, un poema donde condenaba la matanza de Tiananmén, que este año cumplió 26 años.
Aquellos garabatos los escribía en el dorso de algunos sobres y trozos de papel que su familia le llevaba a hurtadillas. Luego salió de prisión y terminó el manuscrito, pero un año después, en 1995, un grupo de policías ingresaron a su departamento en Sichuan y confiscaron su trabajo literario.
De inmediato lo castigaron por “atacar al sistema penitenciario del gobierno chino” y fue puesto bajo arresto domiciliario durante veinte días. Semanas después empezó una nueva versión de este mismo libro, que le tomó tres años.
Hacia 2001, nuevamente la policía le arrebató el manuscrito, junto con otros trabajos literarios que no había publicado. Así fue como Liao se convirtió en un autor que escribía para el deleite de la policía, pues todos sus relatos siguen guardados bajo llave en la Oficina de Seguridad Pública.
“En un giro imprevisto y lúgubremente cómico, de los acontecimientos, (la policía) se ha dedicado a leer meticulosamente mis escritos”, expresa con ironía.
A partir de entonces, el autor chino excavó algunos agujeros en la casa de familiares y amigos para esconder la tercera versión de este manuscrito. Y sin revelar aún cómo lo hizo, Liao lo envió a principios de 2011 fuera de China para su publicación en Taiwán y Alemania.
De inmediato las autoridades lo visitaron en su casa y le exigieron que firmara un documento para cancelar la publicación del libro, bajo el argumento de que empañaba la reputación de su país. El autor declinó la exigencia y entonces fue amenazado con desaparecer… por un tiempo.
Fue entonces cuando Yiwu decidió huir de China y exiliarse. Se apoyó en algunos amigos para viajar a Vietnam y días después llegó a Alemania, donde ahora vive y escribe poemas, artículos, narraciones y crónicas, como Por una canción, cien canciones que le llevó 20 años de reescritura.
En el fondo de este libro, añade Herta Müller, es un ejercicio literario dotado de una tremenda fuerza, cuya destreza estilística lo hace inquietantemente frío y tentadoramente cálido, airado y carismático a la vez.
Es un libro donde tormento y gracia son compañeros constantes que marchan estrechamente unidos; es un libro de la cárcel y una puesta en escena mental que reúne la experiencia en la memoria y un monólogo en conversación con todo lo que le ocurrió al también autor de El paseante de cadáveres.
Liao Yiwu ha recibido numerosos reconocimientos por su trabajo, incluyendo el Premio Hermanos Scholl en 2011, el prestigioso Premio de la Paz de los Libreros Alemanes en 2012.