Los mayas también dañaron su ecosistema; daño ecológico irreparable pudo llevar a su fin

Vida
/ 21 agosto 2018

La antigua civilización pudo acelerar su declive con el deterioró tierras, al hacer que el suelo perdiera su capacidad para almacenar carbono

Nueva York.- La tala de árboles para sembrar es una actividad que los seres humanos hacen desde hace milenios; también los mayas, que podrían haber contruibuido con ello a perjudicar los suelos y cuyos efectos siguen siendo notorios, de acuerdo con la investigación de un equipo internacional de expertos presentada ayer.

Han pasado miles de años desde que los mayas talaban la selva para construir ciudades y campos de cultivo, pero pese a ello el suelo de las zonas que estuvieron pobladas por esta civilización mesoamericana contiene hoy menos carbono que antes del desmonte.

El ecosistema parece haberse transformado de manera fundamental y no haberse recuperado nunca, señaló el director del estudio, el geoquímico Peter Douglas, de la Universidad McGill en Montreal, citado por la revista Natu-re Geoscience.

El suelo es uno de los mayores depósitos de carbono del planeta, escriben los científicos. Lo absorben por ejemplo de las hojas muertas de las plantas, de las raíces y ramas, por lo que su papel en el cambio climático es muy importante. Además la agricultura depende del carbono que contiene la tierra, y si es escaso el campo no es fértil.

Cuando los mayas talaron los árboles en la península del Yucatán problamente aceleraron su decadencia como civilización, opinan expertos. Esta cultura sembró los primeros campos hace unos 4 mil años y hace mil se produjo el hundimiento de su civilización. La selva volvió a crecer pero el suelo de la región que hoy pertenece a México, Guatemala y Belice ya no pudo llevar a cabo plenamente su función como sumidero (depósito) de carbono, señaló Douglas.

Se trata de un resultado sor-prendente al que los expertos llegaron al estudiar muestras de tierra del fondo de varios lagos del antiguo imperio maya. El equipo señala en el artículo que hasta ahora se desconocía la forma en que se transformaban a lo largo de los siglos o milenios los almacenes de carbono de la tierra. La investigación da algunos primeros datos y muestra que el cambio puede ser dramático.

El estudio prueba que el uso del suelo determina la cantidad de dióxido de carbono que llega a la atmósfera. Sería estupendo hacer análisis también en otras regiones de selvas tropicales, indicó Douglas. De ese modo se podría determinar si la tala y la agricultura influyeron en el almacenamiento de carbono en todo el planeta.

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