Los retos que reciben a Monseñor Hilario González en Saltillo: ‘¿Qué pasos estoy siguiendo? Los pasos de Jesús’
El nuevo pastor de la Diócesis de Saltillo enfrentará las divisiones, desesperanza, falta de fe e incomprensión con su mejor arma; los valores cristianos
Una iglesia dividida, abandonada espiritualmente, resentida y sin brújula; una sociedad cada vez menos creyente en el catolicismo, familias reconstruidas y una pérdida de la práctica religiosa, por rituales mágicos, son algunos de desafíos que, según distintos actores del clero consultados por VANGUARDIA, le esperan al nuevo obispo de la Diócesis de Saltillo, Hilario González García.
Divorcios, suicidios, explotación laboral, feminicidios, falta de espacios para las mujeres y los jóvenes dentro de la vida religiosa, son otros de los retos que tiene por delante el que hoy habrá de convertirse en el séptimo obispo de esta curia.
Ello sin contar la crisis que ha provocado la pandemia en la iglesia católica local, sus pastorales e instituciones, dado el distanciamiento con su comunidad de fieles.
González García, a sus 55 años estará tomando posesión hoy de su encargo como Obispo de Saltillo. Una edad muy similar con la que llegaron sus antecesores Francisco Villalobos Padilla y Raúl Vera López, quienes lo hicieron a los 54 años.
El nuevo obispo será acompañado por autoridades de la iglesia, invitados especiales y miembros de la grey a la ceremonia que se llevará a cabo este viernes en la Catedral de Saltillo.
“Lo primero que me gustaría hacer es hablar con los sacerdotes y saber cómo se sienten, qué perspectivas hay, cómo los puedo ayudar y acompañar. Yo sé que como pastor, como padre, hermano y amigo, tengo que buscar a los agentes de pastoral, tanto del clero, los sacerdotes, como de vida consagrada que son religiosas y religiosos y los laicos. Yo creo que por ahí voy a echarle ganas.
“Escucharé muchas cosas, pero bueno, esa es parte de mi chamba. Gracias por el dato, pero déjame platicar con ellos (risas)”, dijo monseñor González García, entrevistado en torno a los retos que habrá de enfrentar desde hoy.
En días recientes, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía Informática dio a conocer que en Saltillo, en los últimos 10 años, el número de católicos bajó de 80.4, por ciento a 74.9, por ciento; mientras que el de protestantes, subió de 10.0 por ciento a 13.4, por ciento, en tanto que la población que se dijo sin credo aumentó de 5.5 por ciento a 10.9 por ciento.
Sin duda un reto grande para el flamante jerarca de esta sede religiosa.
“Creo que era esperable tal vez una baja, pero habrá que ver los análisis, en qué consisten. Habría que ver cuántas personas se declaran sin religión o ateas y decir ‘oye también ahí tenemos un lugar de evangelización’. Yo lo vería, más que como llorar por una pérdida, como un área de oportunidad que nos dice en qué tenemos que poner un poquito más nuestra atención”, dijo el prelado.
Además, el pasado mes de octubre VANGUARDIA publicó que, de acuerdo con el INEGI, de cada 100 matrimonios celebrados en Coahuila durante 2019, más de la mitad terminó en divorcio.
“Ahí tienes tú otro tema, otro desafío, de la Pastoral Familiar, que también es algo social. Tal vez no va en la línea de lo laboral, de los migrantes, pero ese dato está fuerte y hay que atenderlo. Estoy seguro que en el Plan Pastoral viene algún propósito y viene alguna indicación de cómo queremos ver a nuestras familias”, comentó el padre Hilario.
Hablando, por ejemplo, del tópico de la pérdida de la práctica religiosa por otros rituales mágicos, tenemos que en ciudades como Saltillo está muy arraigado esto del fidencismo y ha cobrado gran auge la devoción a figuras como la de la santa muerte, incluso en población muy joven
Tendré que platicar eso con los padres, con los agentes de pastoral, a ver cómo lo notan ellos, cómo lo ven y cómo lo están abordando… Sí, será también el reto de, bueno, y ¿por qué atraen esos movimientos, esas espiritualidades o esas religiosidades? Hay que tomarlo en cuenta a la hora de nuestra evangelización …
SUMIDOS EN LA DESESPERANZA
Y hace unas semanas VANGUARDIA publicó, también, que en la Región Sureste de Coahuila, encabezada por Saltillo, la cifra de suicidios casi al cierre de 2020 (97), fue mayor a la de los homicidios violentos (43).
Interrogado sobre este fenómeno, Monseñor expresó:
“Son signos de nuestra sociedad actual, entonces, sí, habrá que tomarlos en cuenta”.
Y tomando en cuenta este panorama a Monseñor le queda claro que le espera un trabajo arduo.
“Un trabajo de tiempo completo, el Señor nos pide, ‘síganme y los haré pescadores de hombres’, y ellos, (los apóstoles), dejaron todo para seguirlo. Este llamado que nos hace Dios a todos de involucrarnos en el reino, para acercar más personas a Dios, para pescar estas personas para Dios. Ese desafío sigue vigente y el reto es cómo ampliamos esas redes para que la gente se encuentre con Dios y encontrándose con Dios se convierta en discípulo, viva en comunidad, que es algo muy fuerte también del Plan Diocesano, y se conviertan en misioneros”.
LOS RETOS POR VENIR
En torno a estos desafíos, Martín Hernández, párroco de la iglesia de San Isidro Labrador, en Arteaga, comentó que uno de los principales retos que habrá de enfrentar el obispo, y que está contenido en los documentos del Plan Pastoral, es la profunda división entre los distintos grupos, sectores y ámbitos, que conforman la Diócesis, no solamente a nivel de la población, sino también a nivel económico, social y cultural.
“Hay una desigualdad muy fuerte, sobre todo por la pobreza extrema que viven muchos de nuestros hermanos que habitan la Diócesis, principalmente nuestros hermanos de las comunidades rurales y eso nos hace a veces ser indiferentes a la realidad que se vive en lugares que no son nuestra comunidad.
“No sabemos qué está pasando con nuestros hermanos de los ejidos, de los ranchos, con los obreros, cómo que tienen que vérselas solos.
“El principal desafío es entonces hacernos sensibles y comprometernos por hacer una realidad más solidaria con todos los hermanos, especialmente con los que más sufren. Necesitamos que la Iglesia responda de manera integral a todos los problemas que representa esa división en la sociedad”.
Pero también se impone el desafío de la migración, un problema que, dice el padre Hernández, va a requerir mucha atención por parte del nuevo Obispo.
“Y que nuestro Obispo enarbole las causas de nuestros hermanos y hermanas migrantes. Va a tener que levantar la voz para defender sus derechos como personas, como hijos de Dios”.
Y un pendiente más es la inclusión de los grupos que tradicionalmente han estado marginados de la iglesia, como las mujeres.
“La mujer debe tener un papel más importante, más preponderante, no solamente como participantes o como fieles, sino también tomando las decisiones que encaucen la dirección de nuestra Iglesia”, dijo.
Del mismo modo la Iglesia tendrá que oír a los jóvenes.
“Que se sientan incluidos y ver cómo nosotros podemos estar a altura de sus necesidades, en esta época en que las redes sociales acaparan la atención de los jóvenes. La Iglesia está muy atrasada en el sentido de que carece de la capacidad de ser una alternativa viable ante el avasallador avance de la ciencia, de la tecnología, que absorbe la mente y el cuerpo de los jóvenes. Creo que la juventud también es otro reto que nuestro Obispo, junto con el clero y los fieles, tenemos que ir asumiendo”, declaró Martín Hernández.
Fernando Liñán Treviño, coordinador de la Comisión Diocesana de Pastoral Social y rector de la iglesia de la Ascensión del Señor, advirtió que el obispo Hilario González, llega en un momento crítico, sobre todo por la pandemia que ha traído un año muy difícil para todos.
“Desde la fe la Iglesia también ha cambiado mucho nuestra manera de ser Iglesia, y dentro de la Iglesia la Pastoral Social ha tenido muchos cambios. Desde el punto de vista de la pastoral social la pandemia ha sido un reto tremendo, porque el confinamiento pone barreras, distancias. El Papa nos está pidiendo mayor cercanía, una cercanía pastoral. Dice que la distancia está afectando, creando barreras. Y dice el Papa que la Pastoral Social, ‘tiene que tener manos solidarias que desafíen el contagio y el miedo’. Hay que desafiar el miedo para seguir colaborando con tantas personas. La economía ha sido muy afectada, por lo mismo hay gente más vulnerable…”
Sin embargo, dijo el padre Liñán, Monseñor González llega también como un signo de mucha esperanza, por el camino que, durante más de 20 años, trazó Raúl Vera, para una Iglesia muy comprometida en lo social. “Ese se vuelve un desafío y un reto de la nueva realidad. Por un lado, que exige novedades y por otro lado poder cumplir con las líneas que dejó don Raúl”.
Dentro de esa línea están las instituciones comprometidas socialmente dentro de la Iglesia, y más allá de la Iglesia, que legó el Obispo Vera.
“Raúl Vera dejó instituciones desde los derechos humanos y eso es algo importante. Siento yo que para don Hilario va a ser ese desafío de dar continuidad a muchos de los proyectos, o a casi todos los proyectos, que encabezó don Raúl como el Centro Diocesano para los Derechos Humanos ‘Fray Juan de Larios’, que ha sido una institución que ha atendido situaciones críticas muy fuertes, de manera muy especial en el tema de la desaparición forzada. Este centro es una institución clave dentro de la Iglesia en el mundo de hoy y en el mundo de hoy la vivencia, la defensa de los derechos humanos es una emergencia muy fuerte”.
La atención a los colectivos de familiares de desaparecidos, a los campesinos, a los migrantes, a los mineros, a la diversidad sexual, es ya de por sí un reto mayúsculo.
ES UN GRAN COMPROMISO
En dicho tenor, otra de las cuestiones torales, con el arribo del obispo González García, es si el nuevo gobernador de la Iglesia Católica en esta Diócesis dará seguimiento al trabajo realizado por su antecesor, durante dos décadas, en pro de los grupos vulnerables.
“Bueno —dijo Monseñor González— el plan pastoral maneja lo social, lo litúrgico, los jóvenes, la catequesis. Yo sé que tal vez lo que impacta más, socialmente, es la pastoral social. Habrá que seguir. Lo que he estado ofreciendo es conocer, encarnarme en el proceso, ir conociendo todo lo que se ha hecho, mantener las cosas buenas que se están haciendo, o muy buenas, mejorar lo que se va haciendo de manera ordinaria, tal vez no tan impactante, pero que se va haciendo día con día. Como pastor que llego no empiezo de cero, Habrá que retomar lo que se ha avanzado, lo que se ha propuesto, valorar todo eso. Cambiar lo que haya que cambiar e innovar. Me imagino que también, como en toda realidad, hay cosas que todavía faltan por hacer. Déjenme llegar, déjenme insertarme y denme oportunidad.
“Un primer desafío para mí va a ser conocer de primera mano toda la realidad, son siete vicarías distintas. Saltillo acapara mucha población, creo que la siguiente población es Monclova, tal vez haya ahí mucho más movimiento, más trabajo pastoral. Para mí un desafío es ahorita, tal vez me lleve uno o dos años, ir conociendo, ir visitando, palpando, de primera mano esta realidad más compleja, más extensa, poblacionalmente más grande (que la Diócesis de Linares), y en ese camino ir tal vez vislumbrando esos retos”.
DAR CONTINUIDAD, ESA ES LA INCÓGNITA
Que si seguirá los pasos de Raúl Vera, su escuela, su legado, el padre Hilario respondió:
“¿Qué pasos estoy siguiendo?, los pasos de Jesús, como Vera está siguiendo los pasos de Jesús, como todos los obispos, todos los sacerdotes, los laicos y los de vida consagrada. Estamos tratando de seguir a Jesús… Cada uno trae su carga espiritual, cultural, religiosa, su experiencia y ahí está la riqueza de la Iglesia, en esta manera en que cada quien, de acuerdo a su vocación específica y de acuerdo al paso de Dios en la propia vida, va desarrollando su propia manera de evangelizar, de catequizar, de acompañar… Yo he querido buscar aquello que nos une, que nos ayuda a crecer, los valores del reino, de Jesús. Cada quien con ese carisma o ese matiz que tiene, de acuerdo con su experiencia religiosa-espiritual”.
—¿Cómo se ha preparado para su llegada a esta Diócesis?—
Primero como un adviento de encontrarme con Dios y que Dios nazca, Dios que nace se manifiesta y empieza su vida pública. Yo también he tratado de llevar ese proceso de nacer como Obispo de Saltillo y poder empezar mi vida pública en medio de ustedes. Las despedidas, el hacer balances. Empezar a hablar con monseñor Vera, conocer un poco algunas instancias de la Diócesis de Saltillo, el Proyecto de Pastoral, el seminario y ya ir conociendo cómo van las cosas acá.
¿Está nervioso Monseñor?
Sí, yo creo que es el nervio humano, de ‘oye voy a otra parte, voy a empezar un nuevo proyecto’. Los nervios tranquilos, normales digo yo, pero confiamos en Dios y esperamos en Él que nos va a estar ayudando.
ENTÉRESE
> La Diócesis está conformada por 18 municipios y 7 vicarías.
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