Los rostros que van a juzgar a “El Chapo”
El capo acude a audiencia vestido con traje oscuro y camisa blanca; durante 7 horas entrevistan a 45 personas que podrían decidir futuro del narco
Nueva York.— Por primera vez en casi dos años, Joaquín El Chapo Guzmán no vistió su ropa de presidiario. En el día de inicio ocial de su juicio en Estados Unidos, en la sala 8D de la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York, al capo le pusieron traje oscuro, camisa blanca —el cuello, de solapas anchas, desabotonado— y zapatos y cinturón cafés.
Tras meses de espera, el proceso judicial contra el sinaloense inició el lunes con la primera jornada de selección del jurado, y El Chapo estuvo presente en la sala, a escasos tres metros de los potenciales encargados de dictar sentencia sobre su culpabilidad o no de 11 delitos de narcotráco, pertenencia a banda armada y lavado de dinero.
Desde su extradición a EU, El Chapo no había estado tanto tiempo seguido fuera de las instalaciones de la cárcel de máxima seguridad de Manhattan donde está recluido en régimen de aislamiento.
Las casi siete horas las pasó siguiendo el procedimiento con cierto interés, intercambiando mensajes y notas con el único de sus abogados que habla español, Eduardo Balarezo.
Uno de ellos terminó en carcajada, una de las pocas muecas que El Chapo hizo en el día. En la corte era un día importante. Grupos de ociales armados con ries se paseaban por las salas, brigadas caninas olían los pasillos, los controles de seguridad parecían más estrictos que de costumbre.
La enormidad del caso hacen que toda precaución sea poca. El procedimiento de selección de jurado, normalmente abierto al público, es hermético: en la sala sólo hay tres abogados por lado, el juez Brian Cogan, traductores, estenógrafos, una decena de agentes de seguridad y cinco periodistas. Todos ellos, únicos testigos de cómo se están eligiendo las 12 personas (y seis suplentes) que juzgarán a El Chapo.
Uno a uno van entrando los potenciales jurados a la sala para la entrevista nal. Nadie sabe sus nombres, sus profesiones ni dónde viven: su identicación es un número que llevan en la solapa, escrito a mano en un adhesivo blanco.
Ahí se les pregunta sobre su conocimiento de español, cuánto saben del caso en cuestión, su posición sobre la legalización de las drogas, cuánto impedimento (especialmente nanciero) sería dedicar cuatro meses de su vida a juzgar a El Chapo, si tienen algún sesgo en favor de la policía o si creerían a testigos protegidos que cooperan con el gobierno.
Del centenar de personas llamadas a la última fase de selección, el lunes sólo dio tiempo de pasar a 45. De éstas, 17 fueron descartadas, por diversas razones.