"Mis amigos ya no están”, grita una víctima del tiroteo en Parkland

Internacional
/ 16 febrero 2018

Después de que el caos se apoderara de Parkland, la pequeña localidad ubicada unos 58 kilómetros al norte de Miami, el ambiente está impregnado de dolor y desolación.

Solo después de ver que estábamos rodeados por decenas de policías, miembros del FBI y del SWAT supe que se trataba de un tiroteo real"...

"Mis amigos ya no están", gritó  Zachary Ruppert a las afueras de su casa ubicada a unos cuantos pasos de la secundaria Marjory Stoneman Douglas, donde murieron 17 personas, entre niños y profesores, en uno de los peores tiroteos en la historia reciente de Estados Unidos.

Después de que el caos se apoderara de Parkland, la pequeña localidad ubicada unos 58 kilómetros al norte de Miami, el ambiente está impregnado de dolor y desolación. En las calles todos hablan de lo ocurrido en uno de los poblados más seguros y tranquilos de Florida.

El joven Ruppert todavía no cree lo que pasó al interior de su escuela. "Yo estaba saliendo y pensé que se trataba de una equivocación", afirmó a dpa.

"Solo después de ver que estábamos rodeados por decenas de policías, miembros del FBI y del SWAT supe que se trataba de un tiroteo real. Todo fue confusión y todavía no lo entiendo. Unos 10 minutos de disparos fue lo que escuchamos", dijo Ruppert entre lágrimas mientras su padre lo tranquilizaba.

A las 14:25 hora local (19:25 GMT), cuando todos se disponían a salir hacia sus casas, Nikolas Cruz, un ex alumno de la secundaria de 19 años, abrió fuego desde el aparcamiento con un fusil AR-15 y una máscara antigás en su cabeza. 

Seguidamente, el joven activó la alarma de emergencia, que sirve como señal de evacuación, y disparó indiscriminadamente contra profesores y estudiantes de entre 15 y 18 años de edad. En principio, Cruz, que llevaba puesta la camiseta de la institución, logró escabullirse entre los alumnos y salir del complejo de edificios.

Sin embargo, fue detenido unos cuatro kilómetros adelante en el patio de una casa en donde intentó ocultarse. "Solamente vi a los oficiales entrar a mi casa y no entendía lo que pasaba. Atraparon a un jovencito en mi casa y solo cuando prendí la televisión pude saber lo que estaba pasando", recordó el dueño de la residencia que pidió ocultar su identidad.

Los jóvenes que estaban en el interior de la secundaria, así como los más pequeños que asisten a la escuela primaria en un edifico contiguo, enviaron desesperados mensajes de texto a sus padres pidiendo ayuda y asumiendo una eventual despedida.

"Papá estamos en un código rojo real. No es un simulacro" y "Mamá, si no logro salir solo quiero decirte que te amo y que agradezco todo lo que has hecho por mí", son solo algunos de los textos que se conocieron.

Aunque la mayoría de padres pudieron reencontrarse con sus hijos pocas horas después, algunos otros debieron hacerlo en alguno de los tres hospitales a donde fueron remitidos los 15 heridos que dejó el tiroteo. No obstante, muchos no contaron con la misma suerte.

La familia Pollack fue una de las que esperó ansiosamente noticias desde el mismo momento del tiroteo. "No contesta el teléfono. Nadie sabe de ella y nosotros solo estamos confiando en que está viva", dijo en la tarde del miércoles a medios locales Andrew Pollack.

Su hija Meadow, de 18 años, fue identificada hoy como una de las víctimas mortales del hecho que se constituye en el décimo octavo registrado en lo que va del año en el país norteamericano, en donde el acceso a las armas despertó nuevamente el debate.

El primero en ponerlo nuevamente sobre la mesa fue el superintendente de escuelas públicas del condado de Broward, al que pertenece Parkland, Robert Runcie, quien dijo tajantemente que "el acceso a las armas tiene que cambiar".

"Esto no puede seguir pasando en ningún rincón del país. Aquí tenemos personas que tenían sueños y familias y simplemente ya no están. Tiene que haber un cambio para evitar esto pero tomará tiempo", aseveró visiblemente afectado.

En una vigilia realizada en honor a las víctimas, cientos de personas oraron por las familias "que están enfrentando un duro momento como este”.

En el encuentro, en el que la mayoría de asistentes vistieron prendas negras, fueron liberados 17 globos que representaron a cada una de las personas que murieron en el hecho. Los abrazos y las lágrimas abundaron bajo un intenso sol y una tarima improvisada desde donde líderes de la comunidad compartieron sentidas palabras.

"Sentimos la responsabilidad de traer consuelo", dijo Virgilio Sierra Pastor de la Iglesia Vertical, una de las responsables de la primera de tres vigilias organizadas para honrar a los fallecidos.

La masacre de Parkland es la segunda más grave registrada en los últimos 20 años en Estados Unidos después de las registradas en 2007 en Virginia y en 2012 en Connecticut, en las que murieron 33 y 28 personas, respectivamente.

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