¿Y ‘Ya Sabes Quién’, de verdad quiere ser Presidente?
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AMLO es buen candidato: le gustan las multitudes, los abrazos, los aplausos, los discursos, pero no es estratega
No. La respuesta a la pregunta que da título a este texto es ese inesperado, sorpresivo, paradójico, y a primera vista incompresible No. Sí, la respuesta es No, pese a que “Ya Sabes Quién” participa en su tercera campaña por la Presidencia de México, en lo que parece ser la prueba irrefutable de su ambición desmedida. Sin embargo, no son pocos los analistas y observadores convencidos de que, en realidad, Andrés Manuel López Obrador no quiere ocupar la silla presidencial. En serio. Esta idea no es “fake news”, aunque destruye la imagen del tabasqueño obsesionado por llegar a Palacio Nacional para seguir a Benito Juárez, y ser el segundo mejor Presidente de México. “López Obrador es un luchador social, pero no político. Desconfía del poder, le teme, no quiere ser Presidente”, señala lapidario Luis Costa Bonino, el estratega de la campaña de AMLO en 2012. “Su objetivo esencial es tratar de demostrar una superioridad moral absoluta en relación con todos los demás políticos de México (…) para él es más importante que la Presidencia”, abunda el consultor uruguayo en su blog. Expertos en imagen coinciden en que a la personalidad del abanderado de Morena le falta brillo para saltar del abanderado de plazas públicas al titular del Ejecutivo Federal que se elige el 1 de julio. Con el uso de las guayaberas, por ejemplo, aparece como un candidato cercano al pueblo. “Soy mexicano, soy como tú”, dice con esa prenda, pero no proyecta una imagen de Presidente. Para el mismo fin, AMLO, que lleva años viviendo en la Ciudad de México, sigue hablando con marcado acento tabasqueño, ¿por qué?, ¿no busca ser el Mandatario de todos los mexicanos? En la actual precampaña de la alianza “Junto Haremos Historia”, López Obrador ha renovado su discurso pero, como siempre, sin profundizar en los temas, sin explicar los “cómos”. Es importante su intento para conectar con potenciales electores jóvenes y con miembros de las clases medias y altas que no son su base tradicional, su “público natural”, pero sigue sin conectar. Costa Bonino, autor de “La Campaña Presidencial del 2012”, rompió el silencio en 2013, cuando publicó lo ocurrido al interior del equipo más cercano al exjefe de Gobierno del Distrito Federal. Recuerda que faltaba un mes para la jornada electoral cuando Andrés Manuel López Obrador se quedó sin estrategia y cometió diferentes errores. Dejó sin sortear obstáculos como la falta de dinero, un cerco en los medios de comunicación, la soberbia de López Obrador y trampas de “amigos” del candidato que llevaron a la derrota electoral. “Tuvo el triunfo asegurado, pero el mismo día que tuvo la victoria electoral en sus manos, renunció a ella”, asegura el consultor. “Rompió, terminó, destruyó el equipo que lo había hecho posible. Le regaló la Presidencia de México a su adversario”, sentencia. De su lado, el articulista Leo Zuckermann plantea un aspecto de la actual campaña lópezobradorista que parece destinado a hacer naufragar su triunfo en las urnas. “Francamente no lo entiendo. La alianza de Morena con el PRD hubiera arrasado en las elecciones de gobernador en el Estado de México. Pero (…) AMLO se dedicó a insultar a los perredistas”. Con todo, pudo fortalecerse para 2018 negociando una alianza con el PRD; pero volvió a hacer exactamente lo contrario: anunció que Morena y el PRD no irían en coalición el 1 de julio. Ante ello, es inevitable preguntarse si el tabasqueño es el político sagaz que todos creen y que verdaderamente quiere ganar la Presidencia, como parecería al ir nuevamente a las urnas. “Cuando uno observa esto, se pregunta si realmente AMLO quiere ser Presidente”, concluye Zuckermann. Gran desilusión De vuelta a Luis Costa Bonino, en su libro busca explicar por qué fue y por qué dejó de ser asesor político de AMLO, asevera que López Obrador regaló dos elecciones imposibles de perder, la de 2006 y la de 2012. Con ello, “Ya Sabes Quién” dejó tras de sí una inmensa desilusión en millones de seguidores, que querían alcanzar en las urnas el triunfo de la izquierda y una vida mejor para todos los mexicanos. “Hoy, transformado Morena en un partido completamente suyo”, dice Costa, “es momento de preguntarse si tiene derecho a pedirle nuevamente a sus seguidores esfuerzo, trabajo y esperanza”. “Es evidente que, aun llegando a un milagro de adhesiones en 2018, siempre encontrará la forma de perder la elección y de frustrar nuevamente a la ya sufrida y castigada izquierda mexicana”, agrega. Hay quien sostiene que a López Obrador le hubiera resultado “imposible” trabajar con un gabinete a su mando y escuchar las opiniones de sus Secretarios al frente de la República. “Él no tiene ni quiere asesores”, apunta el uruguayo, “ni colaboradores, ni ministros. Más que líder político es un líder social, y más que líder social, es un líder religioso. Su liderazgo es, esencialmente, un liderazgo místico. De ese misticismo toma sus mayores fuerzas como candidato. Y también sus límites y debilidades más evidentes”.