"Picasso y el Mediterráneo” llega a Madrid
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"Picasso y el Mediterráneo", que mañana abrirá sus puertas hasta el 15 de agosto en la Fundación Canal, se compone de 91 obras, entre grabados, ilustraciones y cerámicas.
En este 2017 en el que el "Guernica" cumple 80 años, una nueva exposición sobre Pablo Picasso aterriza en Madrid, ahora para poner de relieve la profunda influencia que la cultura mediterránea ejerció en el genio cubista español.
"Picasso y el Mediterráneo", que mañana abrirá sus puertas hasta el 15 de agosto en la Fundación Canal, se compone de 91 obras, entre grabados, ilustraciones y cerámicas. Todas ellas proceden de los fondos del Museo Casa Natal del pintor, en la ciudad andaluza de Málaga, y por primera vez pueden contemplarse en Madrid.
Si algo definía a Pablo Picasso (1881-1973) es que se sentía "muy Mediterráneo, muy ligado a su tierra", subrayó hoy el comisario de la muestra, Mario Virgilio Montañez, durante la presentación a los medios. Hasta tal punto que, conocedor de que los toreros siempre viajaban con su botijo de agua -bebían la misma para evitar septicemias en caso de cogida-, cuando se topaba con uno en Francia le pedía un poco de "agua de España". Para él, "era como tomar la comunión y volver a su tierra", explicó.
Precisamente la tauromaquia como ritual mediterráneo es la primera sección de la muestra, y también la más amplia. Y es que de nuevo, los toros no sólo atraían al pintor por el rito de "sangre, peligro, amor y muerte", sino que también significaban un regreso a sus orígenes.
Ya en su más tierna infancia, Picasso jugaba con figuritas de toros y matadores que se conservan en su Casa Natal, apuntó el comisario. De las corridas a las que le llevaba su padre nació probablemente esa fascinación que luego se convertiría en una constante en la obra del artista, desde sus primeros dibujos a su obra cumbre, el "Guernica".
La sección supone además una síntesis de la evolución artística del propio Picasso, condensada en la figura del toro. Así, destaca la serie de litografías realizadas entre finales de 1945 y principios de 1946, en las que el pintor parte de una representación tradicional del animal para irlo simplificando, pasando del realismo al cubismo y casi al surrealismo.
"Picasso fue un artista valiente, pero siempre supo frenar para no llegar a la abstracción", afirmó Montañez. Dentro de la tauromaquia, le atraía especialmente la figura del picador, protagonista de litografías como "La pica", de la que sólo quedan tres ejemplares. Y entre los símbolos que adoptó destaca también su apego por la capa: el propio artista tenía una que le regaló el torero "Luis Miguel Dominguín" y la lucía siempre que tenía ocasión, contó el comisario.
Tras un breve recorrido por el desnudo heredero de la iconografía greco-romana, como en "Luchador con lanza y escudo" (1960), la otra gran sección de la exposición es la que se dedica a la presencia del mito clásico, que Picasso reinterpretó a su manera. Y aquí destaca el minotauro, fruto no sólo de su afición taurina, sino también "de su conocida avidez sexual y la atracción que ejercía en él la combinación de razón e instinto”.
Faunos como el "Pan" (1948) de la mitología romana o centauros convertidos en picadores son los protagonistas de estos grabados que suponen una exaltación del disfrute. Y, por último, la muestra culmina con la influencia del mundo antiguo, desde el Oriente Medio bíblico de "Salomé" (1905) al mundo árabe, como sus cuatro variaciones de "Las mujeres de Argel" (1955), inspiradas en la obra maestra de Eugène Delacroix.
La exposición, de entrada gratuita, está vinculada al proyecto internacional "Picasso-Mediterráneo", en la que participan más de 60 museos del sur de Europa y el norte de África hasta 2019. Y para quienes tengan más ganas de Picasso y no quieran salir de Madrid, continúa abierta la monumental muestra "Piedad y terror en Picasso: el camino a Guernica", con la que el Museo Reina Sofía celebra los 80 años de esta obra maestra.