Relatos y Retratos de Saltillo: Relojes públicos de la ciudad
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Vivir al compás de unas manecillas
El tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos. La semana pasada hablamos del reloj de la Capilla de Santo Cristo, fue el primero de la ciudad, en realidad han sido tres o cuatro los que han estado en la torre. Por más de dos siglos su activo e incansable movimiento ha dictado el ritmo de los diferentes y cotidianos rituales en las vidas de los saltillenses.
Cada campanada nos anuncia, que, ¡ya es hora!, frase cotidiana que le oí decir a mi madre miles de veces al despertarme cada mañana. ¿Ya es hora de qué?
El reloj de la capilla, regalo del gobierno de Porfirio Díaz, se puso en marcha en 1911. En ese año el cuidador fue Alejandro Vito Carmona, quien formó e instruyó a Carlos Flores Reyna, aprendiz que ocupó el puesto ya que Carmona dejó la relojería para dedicarse de lleno a la fotografía, autor de más de 350 fotografías del Saltillo antiguo, tomadas entre 1920 a 1950.
Desde su instalación en 1910, el reloj de la capilla estuvo expuesto casi a los cuatro vientos, los cambios de temperatura y sobre todo los nocivos excrementos de las palomas, hicieron el coctel perfecto para que su mecanismo detuviera su marcha por ciertos periodos.
SIEMPRE EN BUENAS MANOS
El doctor Jorge Fuentes Aguirre, nos cuenta en su libro: “La Catedral de Santiago de Saltillo”, que el reloj también estuvo cuidado por los expertos relojeros de La Suiza, de igual manera el señor Anastasio Gámez, asumió la tarea de cuidarlo hasta 1958.
Al paso del tiempo estuvieron como encargados, Ignacio García Pérez, trabajador de relojería La Suiza y su discípulo; el señor Héctor García Siller, activo relojero con más de 58 años de experiencia, él mismo me contó hace unas semanas que ostentó el cargo de dar mantenimiento, cada ocho días subía al campanario para darle cuerda, su tarea terminó en 1986 cuando se dispuso modificar el mecanismo del antiguo reloj.
Por iniciativa del grupo Amigos del Patrimonio, se decidió modernizar el Reloj de la Capilla, lo trasladaron a la ciudad de Zacatlán, Puebla, sede la empresa Relojes Centenario, ahí se encargaron de instalarle motores eléctricos para automatizar su mecanismo, se cambió la carátula, la cual pasó de tener números romanos a arábigos, también incluyeron un sistema de sonorización con melodías en carrillón que suenan cada cuarto de hora y el Himno Guadalupano dedicado a la Virgen, dice doctor Jorge Fuentes Aguirre.
EL ACTUAL RELOJERO Y SU IMPORTANTE LABOR
El espacio dedicado para el reloj se modificó, por años cientos de palomas habían hecho su nido, se protegió con cristales y mallas para evitar el regreso de las aves. Se hizo una profunda limpieza, varias toneladas de excremento fueron removidas. La noche del 19 de mayo de 1986 al estar las mancillas indicando las nueve de la noche, el reloj emprendió de nueva cuenta la incansable faena de registrar el tiempo.
En la actualidad el señor Rafael Daniel es quien cuida del reloj, reconoce que no es relojero, que solo le da mantenimiento, fue entrenado por otro antiguo relojero, don Ventura Vázquez Carmona. Daniel sube cada 15 días los 70 escalones que hay en la torre de la capilla para aplicar aceite y revisar que todo funcione, realiza otra tarea importante, durante los meses de abril y octubre, adelanta y atrasa el reloj por el horario de verano.
EL ARCHIVO MUNICIPAL TAMBIEN TIENE EL SUYO
En 1999 el arquitecto Arturo Villarreal Reyes propuso a la Juna de Protección y Conservación del Centro Histórico de Saltillo la instalación de un reloj monumental para el edificio del Archivo Municipal de Saltillo, los miembros del organismo autorizaron la petición y erogaron 25 mil pesos para la adquisición.
Sobre este reloj pesa una curiosa anécdota, me fue revelada por protagonista de la misma, el historiador Ernesto Terry Carrillo.
“El día de la inauguración del reloj me comisionaron para hacer sonar las campanadas en punto de las 21:00 horas, justo cuando llegara el presidente municipal Manuel López Villarreal, esa noche me sentí el amo del tiempo, como el edil no llegó a tiempo, tuve que detener las campanadas por más de 20 minutos, un grito me alertó de la llegada del edil, fue entonces cuando liberé el reloj para que dieran las desfasadas nueve campanadas”.
OTROS TRES Y SU UBICACIÓN
Hay tres relojes públicos en Saltillo, uno pequeño y escondido en la esquina de Ramos e Hidalgo, otro de mejor tamaño sobre la calle Victoria y Padre Flores, y uno más regalo de uno de los clubes de rotarios, que al poco tiempo de su instalación fue derribado por un irresponsable conductor; afortunadamente se repuso y sigue en bulevar Venustiano Carranza casi esquina con la calle Canadá. En ese lugar alguna vez estuvo un gigantesco reloj de la marca de automóviles Ford.