Tras firma del TLC los mexicanos aumentaron 12% en obesidad y sobrepeso: especialista
Nos estamos convirtiendo en una ‘sociedad mascota’ por comer alimentos empaquetados, apuntó el experto
Los índices de pobreza han repercutido en la alimentación y lo mismo sucede en diferentes comunidades de escasos de recursos a nivel mundial, donde se ha adoptado el consumo de alimentos empaquetados como parte de la ingesta diaria, menciona Heriberto Ruiz Tafoya, egresado de la facultad de economía de la UNAM.
Vivir en una de las comunidades de escasos recursos económicos y alto índice de delincuencia como Nezahualcóyotl, ubicado en el Estado de México, generó el interés de Heriberto Ruiz por estudiar la alimentación de las entidades en situación de pobreza.
En una primera parte de su investigación, el mexicano Heriberto Ruiz encontró que después del Tratado de Libre Comercio (TLC) el país enfrentó en una sola generación un incremento del 12 por ciento en obesidad y sobrepeso, lo que ha llevado al país a tener más del 70 por ciento de la población adulta con esta característica, lo cual puede derivar en enfermedades cardiovasculares, diabetes y la muerte.
Actualmente, su investigación de doctorado se desarrolla en la Escuela de Posgrado de Economía de la Universidad de Kyoto, en Japón, y realiza una comparación entre la alimentación de los pobladores de las zonas pobres de Manila y México.
“En los ‘slums’ o barrios pobres de Manila, alrededor del 32 por ciento de la alimentación es comida empaquetada, un promedio alto comparado con las generaciones anteriores donde la abuela no llegaba a consumir ni el cinco por ciento de estos alimentos. En México puede llegar a superar el 50 por ciento en zonas de escasos recursos urbanas”.
Detalla que Manila, Filipinas vive mayor pobreza que México. Existen familias que habitan cerca de los ríos y basureros o debajo de los puentes. En México, la mayoría de la población pobre creció alrededor de la ciudad.
“Alguien en pobreza, que vive al día, no tiene la posibilidad de acceder a información sobre su alimentación y su nivel de reflexión es limitado, por ende, consume lo que ve en la televisión o los primeros productos que encuentra; sin embargo, una persona con un poco más de ingresos económicos se informa sobre cómo le afecta la comida empaquetada”.
Además, el rápido ritmo de vida y la intensidad de las labores han provocado que cada vez menos personas cocinen sus alimentos. “Las madres de familia son quienes tienen la posibilidad de cambiar el panorama, pero he visto que ellas trabajan en la maquila, fábricas o tiendas; limpian, venden o realizan trabajos duros y lo que menos quieren es llegar a cocinar”.
Agrega que generación tras generación se están perdiendo habilidades de cocinar. “Esto ayuda a que las corporaciones vendan productos que ‘facilitan la vida’. A este paso en dos generaciones se creará una ‘sociedad mascota’, es decir, las personas esperarán que alguien los alimente y sólo abrirán una lata o un paquete con comida”.
Heriberto Ruiz también mencionó que se puede hablar de cuatro áreas donde repercute el consumo de alimentos procesados. El primero es la salud, pues se tiene una mal nutrición u obesidad, el cuerpo tiene un exceso de azúcares y grasas saturadas que se reflejan en enfermedades cardiovasculares. El segundo es el mental debido a que estos alimentos generan dependencia psicológica y emocional.
El tercero es el cultural porque se sustituye la preparación de alimentos por comida que pude conseguirse en unos cuantos minutos, y el cuarto es a nivel social, donde se ve afectado el gasto económico familiar debido a que se acude más a los supermercados que al mercado. “Se necesita reflexión y acción; dedicar más tiempo a preparar nuestros propios alimentos”.
Actualmente, las familias tienen “pobreza de tiempo” no se dedican a cocinar y son dependientes de los comercios, tienditas y comida rápida. No van al mercado y en su lugar acuden al súper, donde encuentran productos procesados y con altos índices de grasas saturadas.
Incluso, “durante la investigación he visto cómo se han transformado los puestos de comida. Antes acudían a la central de abastos por la materia prima y guisaban los alimentos en casa para después salir a venderlos; ahora van a estas tiendas de mayoreo y compran latas o paquetes”.