Trump no va a reducir la violencia armada
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El presidente de Estados Unidos se mordió la lengua condenando el discurso de odio y la violencia racial que, ya exacerbada, desembocó en los trágicos hechos del pasado fin de semana, sobretodo en el ataque al Walmart de El Paso, que abiertamente estuvo dirigido a la comunidad hispana, concretamente mexicana. Y Trump se mordió la lengua porque todo mundo sabe que su discurso, la estrategia que lo llevó a la presidencia y el tono de sus políticas migratorias, tienen una fuerte carga xenófoba, aunque él siga diciendo que no tiene un solo hueso racista. “El desempleo entre los negros, latinos y asiáticos está en sus niveles más bajos”, defendió Trump, además de reprochar que durante el gobierno de Barack Obama hubo 32 tiroteos y “nadie le dijo nada”, algo que tampoco resulta cierto, porque esos hechos se mediatizaban casi de inmediato y abrían el eterno y prácticamente estéril debate en torno al control de armas.
Algo que le jugó en contra a Trump, en esa condena del discurso de odio, es que el USA Today le contabilizó, sólo en los últimos seis meses, más de 2 mil mensajes discriminatorios en sus redes sociales. En muchos de ellos, se refiere a los migrantes que llegan a la frontera como una “invasión” que hay que detener antes de que “infeste” Estados Unidos, palabras que por cierto también se leen en el manifiesto antihispano atribuido a Patrick Crusius, el joven de 21 años autor de la masacre de El Paso. Y, claro, también destaca la reyerta de las expresiones racistas contra las congresistas demócratas de origen migrante Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar y Rashida Tlaib.
Pero otro sinsentido de Trump, es su exhorto al Congreso para crear leyes más restrictivas a la posesión de armas. Y es un sinsentido, porque en Estados Unidos las armas representan un enorme negocio. Esta semana, se publicaron datos muy impactantes en ese sentido y que se resumen en una frase: en Estados Unidos hay más armas que seres humanos. Y, efectivamente, mientras el país lo habitan 329 millones de personas, las armas oficialmente registradas suman 393 millones, según la Administración Federal para el control de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego. Y hablamos solamente de las armas con registro oficial. Del total, 638 mil armas son fusiles de asalto como las utilizadas en los tiroteos de El Paso y el de Dayton, en Ohio, que dejó 9 muertos.
Otro dato: 4 de cada 10 armas en el mundo, están en Estados Unidos y el 43 por ciento de los estadounidenses poseen más de una. A lo largo de los cuatro estados que colindan con México, hay cerca de mil 700 armerías. O sea, en términos proporcionales, si usted recorre los 3 mil kilómetros de línea fronteriza entre México y Estados Unidos, encontrará un negocio de venta de armas cada 447 metros.
Donald Trump no va a reducir la violencia armada porque, de hecho, los crímenes de odio por motivos raciales aumentaron 18 por ciento en el primer año de su mandato. Trump no va a reducir la violencia armada sencillamente porque la Asociación Nacional del Rifle (NRA) es uno de sus principales aliados. De ella, Trump recibió 11.4 millones de dólares para su campaña en 2016, pero no sólo apoyaron a Trump, sino que hicieron aportaciones todavía más altas (19.7 millones) a grupos opositores a Hilary Clinton. Además, la NRA ha entregado aportaciones millonarias a 307 de los 535 congresistas.
Y, además, Trump no va a reducir la violencia armada porque ese discurso de odio racista ya está instalado en la psique de muchas personas, tanto que la respuesta de buena parte de la comunidad hispana tras el ataque de El Paso, fue abarrotar las tiendas de armas como un mecanismo de defensa. Trump está en campaña y el fuego ya está esparcido.