Ex seminarista también reveló al MP modus operandi de curas pederastas en Saltillo
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José Ignacio Pacheco, presunta víctima del padre ‘Meño’, dice que entregó pruebas a las autoridades
Hoy se escribe un capítulo nuevo para la iglesia en Coahuila. Tras la llegada a Coahuila de José Ignacio Pacheco, una de las presuntas víctimas del padre Juan Manuel Riojas, “El Padre Meño”, una serie de casos podrían quedar al descubierto.
“El Padre Meño”, exrector del Seminario, está acusado de abusar de exseminaristas e Ignacio Pacheco, dijo que fue el modus operandi del sacerdote lo que llevó a conocer y relacionarse con el caso del joven seminarista Javier Calzada.
“Nos dimos cuenta que nuestros casos eran parecidos, en la forma cómo actuó el padre Meño”, dijo Pacheco quien estuvo en Argentina, donde expuso el caso de pederastia sufrido en la Diócesis de Piedras Negras, y la omisión del Obispo que la preside, Alonso Garza Treviño.
Pacheco aseguró que llevó al Ministerio Público el modus operandi de los curas pederastas en Saltillo, con base en los testimonios de las víctimas que se han acercado a él, y también porque él lo presenció.
Afirmó también que tiene testimonios que revelan el modo de operar de los padres que no cumplen con el celibato y que en la Casa del Sacerdote, situada frente la Alameda de Zaragoza en Saltillo, los curas desean satisfacer sus necesidades sexuales.
“Ha habido a quien compran, y también los buscan. Antes era la Alameda de Saltillo; ahora dicen que ya no es negocio, porque ya hay luces y guardias. Prácticamente medio abrían a esa puerta pesadísima y adentro metían a los jóvenes”, dije en una declaración resguardada en el Ministerio Público.
José Ignacio afirmó que el obispo de Saltillo, Raúl Vera, se cierra a conocer y opinar respecto a la problemática, que no ha sido revelada a la luz pública, para no entorpecer las investigaciones.
“Todo está en poder de la autoridad. Ellos ya tienen los nombres de todo lo que ha sucedido en Saltillo. Hay muchos casos y yo mismo tengo los audios de las víctimas que vinieron conmigo después de que se dio a conocer el caso de Meño”, dijo.
“Tengo un testimonio de Saltillo, donde el chico dice cómo los curas hacen sus rondines en la Alameda, en las Plazas, cómo los empiezan a levantar y los seducen. Ahí hemos compartido todos los casos. Ese mismo chavo me dice que él pensaba que yo era el niño chiflado, porque había un grupo que sabían que era del padre Meño para que estuvieran junto a él”.
Hoy José Ignacio se presentará junto a Javier Calzada para complementar con su testimonio, el modus operandi de los presuntos actos pederastas de Juan Manuel Riojas, del quien han recabado pruebas en los últimos seis meses desde la audiencia de vinculación a proceso.
Este proceso, podría contener que la defensa de Juan Manuel Riojas, pida un plazo de 72 horas para alimentar su carpeta de investigación, y en el caso contrario, se podría dictar la fecha para llevar a cabo la audiencia de juicios orales.
“Le vamos a demostrar al juez la realidad, es confirmar los hechos de cómo seducía a los niños. Yo como narro mis hechos, veo que es lo mismo, pero en diferentes tiempos y diferentes años. Desde hace 14 años viene trabajando así. Si lo vemos por ciclos, ¿cuántas víctimas ha de llevar”, señaló.
-¿Cómo se conocieron tú y Javier?-
“La prensa nos hizo conocernos. Un periodista me comentó y yo le dije que estaría bien llevar nuestro caso juntos (tiempo después de que Javier presentó su denuncia). Fue mucha la pendejez que pensamos el uno del otro.
Recordamos cuando el Obispo me dijo en su época que iba a arreglar las cosas, él acababa de entrar como Obispo en Piedras. Me dijo que cambiaría a Gerry (otro de los sacerdotes de la época), me cambiaría a mí, y cambiaría a Meño. Pero no lo cumplió, después de cuatro años regresa y lo hace rector del Seminario.
-¿Cómo fue tu denuncia?
“Me golpearon una noche antes para que no dijera nada, fue Gerry y otro sacerdote de Saltillo que se llama Nestor a quienes veía teniendo relaciones sexuales. Yo le decía a Meño y él sólo me decía que anotara lo que hacían, y nunca pasó nada. Los veía yo y Jesús Hernández y Sergio García, otros seminaristas por una ventana que se veía hacia atrás del Seminario.
“Después, cuando quise denunciar mi violación, acudí con mi bienhechora, mi mamá y mi hermana. Mi familia me recibió con un moretón en el cachete. Se fueron a mi casa y yo me fui a casa del Obispo que andaba caminando en la Macro Plaza.
“El Obispo canceló sus actividades y después me dijo que le dijera a mi familia que había pasado otra cosa. Javier me dice que le ofrecieron dinero a su familia para que callaran todo, como lo hicieron conmigo también”.
-¿Cuándo tu estuviste fuiste el único caso?-
“No, si hay más jóvenes involucrados. También más curas que hacían casos como este. Estos sacerdotes son un número considerable de la Diócesis de Piedras Negras, estoy hablando de los que yo conozco y sé que han abusado de más menores. Ha habido a quien compran y manipulan”.
-¿Qué sucedió con tu caso?-
“En un audio le dije al Obispo ‘Nunca hiciste nada’, y él me dijo que si mandó investigar pero nunca le trajeron respuesta. Yo le dije que los que sabían nunca dijeron nada porque todos tenían cola que les pisen”.
-¿Cómo fueron las denuncias?-
“Cuando nos conocimos Javier y yo andábamos muy pegados. La gente nos gritaba ‘pinches jotos, pinches maricones, o ‘son los del Padre Meño’. Cuando yo hablo a la prensa y digo mi testimonio, me empiezan a apartar de mi trabajo. Mi jefe me dijo ‘a Meño lo que sea, pero con el Obispo no te metas, y me lo dijo mi madre’.
Después me dijo que había bajado las ventas y me corrieron.
“Las amenazas siguieron por celular, los mismos padres me decían ‘no sabes en qué problema me metiste’, otros decían ‘el que busca encuentra’. Sé que el Obispo les ha dicho a los padres que se cuiden por mi visita a Piedras, porque los teléfonos están rastreados”.
-¿Cómo regresar la confianza en la iglesia?-
“La institución la formamos nosotros, incluso al reino de Dios. Yo no vengo a quitarle a la gente la venda de los ojos, el violador lo podemos tener sentado en la sala de nuestra casa. Hay una alerta que los obispos quieren aminorar el hecho que pasa. Estos gustos que tienen no son gripe. La sociedad tiene que regular y saber hasta dónde darles la confianza. Muchos llegan a prestarles a sus hijos como monaguillo, y se desobligan cuando en realidad hay un mugrero que es visible.