Coahuila: ‘Un bebé amamantado tendrá mejor desarrollo neuronal, físico y emocional’
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En los últimos años, madres jóvenes evitan dar leche materna a los hijos recién nacidos por estética; con ello les niegan la posibilidad de tener un mejor desarrollo neurológico, físico y emocional; de adultos tendrán más riesgo de deterioro cognitivo, Alzheimer y otras demencias.
Una gran cantidad de estudios científicos realizados a nivel nacional e internacional comprueban que los bebés no amamantados pueden tener menor capacidad de aprendizaje en la escuela y menor talla y peso en comparación a otros niños amamantados, informó Víctor Manuel Martínez Valerio, nutriólogo y especialista en Trastornos del Neurodesarrollo y Atención del Autismo.
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Un bebé alimentado con leche materna será un adolescente, un joven y un adulto más sociable, más comunicativo, más seguro, menos propenso a la depresión y a la ansiedad, de lo contrario, corren el riesgo de tener problemas de conducta, con menor capacidad de adaptabilidad y como adultos mayores tienen mayor posibilidad de padecer deterioro cognitivo, Alzheimer y otras demencias, por la falta de nutrientes en los primeros meses y años del nacimiento, señalan las investigaciones.
Lo recomendable es que sean amamantados hasta los 2 años para que reciban los nutrientes adecuados para un mejor desarrollo neuronal y fisiológico, pues ninguna leche de fórmula, leche de lata, suplirá la riqueza nutricional de la leche materna.
Además, se crea una especie de conexión muy grande entre la madre y el bebé. Cuando éste enferma, la mamá, automáticamente, empieza a producir más leche con los nutrientes requeridos para que el bebé sane.
“Las fórmulas vienen por etapas, aportan ciertos nutrientes para cierta etapa, son muy cuadradas, la leche materna va evolucionando conforme el organismo del niño y la mamá van sintiendo. Si mi bebé se enferma, mi cuerpo va a aumentar la cantidad de células del sistema inmune para fortalecer el sistema inmune de mi bebé”, apunta.
Por ejemplo, si el bebé tiene problemas para evacuar, el organismo va a detectar ese problema y va a cambiar la fórmula de la leche materna para aportar lo que el niño necesita, mientras que la fórmula de lata va a ser la misma, no incrementará las proteínas o las grasas que el niño necesita.
“Hay una conexión muy fuerte, al momento de que la saliva del niño toca el pezón, hay una detección, la mamá tiene más sensibles ciertos receptores que van a estar dando información del bebé con el contacto seno-boca, suficiente para que el organismo pueda hacer cambios en la fórmula de la leche.
“Si el bebé puede tomar leche materna, es la mejor opción siempre, la mejor fuente de proteínas y del resto de los nutrientes que pueden favorecer al niño. Hasta los 2 años pueden dejar de tomar leche materna, a partir del sexto mes podemos empezar a incluir alimentos y poco a poco dejar de utilizar la leche materna como fuente principal de alimentación”, dijo el especialista.
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La leche materna se ajusta, dependiendo de la etapa de la vida del bebé, a su necesidad de nutrientes. Abundan las grasas, proteínas, minerales y vitaminas, de ahí proviene la cantidad de energía que el bebé necesita para su desarrollo.
La falta de este alimento afecta el rendimiento escolar, hay problemas en el desarrollo del lenguaje, para socializar y en la edad adulta son personas más propensas a presentar deterioro cognitivo, demencias y Alzheimer, una disminución en los procesos del sistema nervioso.
“Personas que no fueron alimentadas por el seno materno, son más propensas a este tipo de situaciones. Si comparamos a los niños alimentados con seno materno con los niños alimentados por fórmula, hay estudios que nos demuestran que estos tienen una disminución de rendimiento escolar, de capacidad y problemas conductuales, derivado de la carencia de ciertos nutrientes”.
“O es por estética que deciden no dar alimentación o por la reintegración rápida al trabajo que forza a la mamá a dejar de dar leche materna y empezar a alimentar con fórmulas”, recalcó el nutriólogo.
Para el neurodesarrollo adecuado, aparte de la leche materna, se requiere estimular al bebé hablándole, cantándole y ejercitar sus manos, sus brazos, sus pies, para que genere habilidades físicas. Es de suma importancia mirarle a los ojos porque se fortalece la conexión física, emocional y afectiva con la madre.