¿Cómo sobrevivir a la cuesta de enero? Consejos de economistas coahuilenses

Coahuila
/ 31 diciembre 2025

La cuesta de enero es un fenómeno económico y cultural que combina el alza de precios, el uso de créditos y decisiones financieras tomadas durante las fiestas, advierten especialistas en economía y finanzas

Cada inicio de año, miles de familias resienten un mismo fenómeno: el dinero no alcanza, los precios siguen elevados y las deudas de diciembre comienzan a cobrarse. A esta etapa se le conoce popularmente como la cuesta de enero, un período que, de acuerdo con especialistas, no responde a una sola causa, sino a una combinación de factores económicos y decisiones financieras tomadas durante las fiestas decembrinas.

¿Qué es la cuesta de enero desde la economía?

Para José María González Lara, profesor investigador de la Facultad de Economía, la cuesta de enero no tiene una definición única, pero sí características muy claras.

“En diciembre hay un aumento importante del gasto por las fiestas, se usan aguinaldos, premios o créditos de corto plazo. Al mismo tiempo, los precios suben por la alta demanda y tardan semanas en volver a su nivel normal”, explicó.

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A esto se suma que, al llegar enero, muchas familias enfrentan gastos básicos —alimentación, servicios, transporte— cuando el dinero ya se agotó y los precios aún no bajan del todo, lo que obliga a recurrir nuevamente a créditos, empeños o préstamos personales.

Aunque la inflación nacional se mantiene en niveles moderados, González Lara advirtió que algunos productos registran incrementos de hasta 5 por ciento, influenciados por factores externos como la incertidumbre económica internacional y tensiones geopolíticas.

Un fenómeno estructural... y cultural

El economista señaló que la cuesta de enero es estructural, porque responde a la dinámica natural de la economía: aumento de precios y reducción del circulante tras diciembre. Sin embargo, también es cultural, debido a los patrones de consumo de las familias durante las fiestas.

“Hay una combinación entre el incremento generalizado de precios y el nivel de gasto que hacen las familias en diciembre. Esa mezcla genera la cuesta de enero”, apuntó.

Menos efectivo, más compromisos

Por su parte, Marcelo Saucedo, contador público y maestro en finanzas, explicó que en enero se juntan varios factores que presionan las finanzas personales: pago de deudas adquiridas en diciembre, regreso a clases, impuestos como el predial y el alza generalizada de precios.

“Si no fuiste previsor, si no ahorraste o te excediste con tarjetas de crédito, la cuesta de enero no dura un mes, puede extenderse hasta febrero o marzo”, advirtió.

Saucedo coincidió en que parte del problema es económico, pero otra parte depende directamente del comportamiento del consumidor.

“La inflación no la puedes controlar, pero sí puedes controlar cuánto gastas, cuánto ahorras y cómo usas el crédito”, señaló.

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La realidad en los hogares

Rosa Vélez, trabajadora y adulta mayor, vive la cuesta de enero. En diciembre, dijo, el dinero simplemente no alcanzó.

“O comes o compras regalos, esa es la realidad. [Los nietos] Ya no se conforman con cualquier cosa y los gastos se disparan”, contó.

Aunque aún no siente el golpe más fuerte de enero, anticipa dificultades, ya que el aumento al salario mínimo no compensa el alza en los alimentos, servicios y gasolina. Reconoció que no suele hacer presupuestos y que en diciembre cometió errores financieros.

“Uno es el arquitecto de su propio destino. Gasta más de lo que tiene y luego vienen los problemas”.

Para enfrentar este año, decidió recortar gastos como la televisión por cable, reducir el uso del automóvil y evitar compras innecesarias, además de proponerse ahorrar pequeñas cantidades para el próximo diciembre.

¿Cómo mitigar la cuesta de enero?

Ambos economistas coincidieron en algunas recomendaciones clave:

-Priorizar gastos básicos, como alimentación y servicios.

-Reducir el uso del crédito y pagar lo antes posible las deudas de corto plazo.

-Disminuir el ritmo de consumo en los primeros meses del año.

-Ahorrar una parte del aguinaldo, aunque sea mínima.

-Fomentar una solidaridad familiar, evitando desperdicios y optimizando recursos.

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