Con misa de acción de gracias, celebra monseñor Humberto González 71 años de vida sacerdotal
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El sacerdote se mostró agradecido por los medios que Dios le ha dado para servir a los demás
“Gracias a Dios que me ha elegido, que me ha concedido el sacerdocio, la vida”.
En misa de Acción de Gracias, monseñor Humberto González Galindo celebró el 71 aniversario de ordenación sacerdotal (recibida el 26 de octubre de 1952 en Roma), ceremonia realizada en la Iglesia del Padre Nuestro, agradeciendo a Dios por los dones recibidos durante el ejercicio de la vida sacerdotal, sirviendo con gozo, alegría y entusiasmo a los demás.
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El sacerdote expresó una alegría y gratitud inmensa y señaló que la palabra más importante es decir gracias, “gracias a Dios que me ha elegido, que me ha concedido el sacerdocio, la vida y tantos y tantos colaboradores que me han ayudado a vivir plenamente el misterio del sacerdocio”.
La vida sacerdotal es el misterio del amor de Dios, una vida para glorificarlo y compartir su Palabra. “El Señor se ha arriesgado y ha puesto en mis manos esa gran misión del sacerdocio, poniendo en manos débiles y miserables los misterios de la fe. El es el que nos ha elegido a pesar de tantas cosas negativas. Estoy lleno de alegría y de gratitud a mis padres, mis profesores, mis consejeros; es noche de recuerdos para agradecer a Dios ese gran día de la ordenación que recibimos en Roma el gran don del sacerdocio”.
“Sabemos que somos sacerdotes, pero nos sentimos sacerdotes celebrando la Eucaristía, ofreciendo el pan que nos da la vida eterna y que nos garantiza una vida eterna feliz. El perdón de los pecados es momento de resurrección, de alegría y de paz, y nos sentimos instrumentos de Dios”.
A través de 71 años, siempre con alegría, con gozo, con deseo de agradar a Dios ha servido a los demás, expresó. Todos los demás medios que el Señor me ha regalado, son medios amables y generosos, que tiene que agradecer.
El proyecto de Dios en su vida personal, debe reflejarse en la vida de los demás, porque un sacerdote está consagrado a servir a cada persona que le rodea, con gozo, con entusiasmo, porque el Señor actúa a través de sus manos y de sus palabras.
“Gracias, gracias, por ser tan bueno conmigo por haberme confiado tantos misterios, por haberme acompañado en tantos momentos de mi vida, por vivir el misterio de Dios que se cristaliza en el sacramento de la reconciliación”.
“Nos regala el sacerdocio, la promesa del Espíritu Santo, que viene a curar todas nuestras miserias, nuestras debilidades. Solamente iluminados por el Espíritu Santo podemos realizar el misterio del amor, de la Eucaristía y del perdón”.
Monseñor González Galindo, ordenado sacerdote a los 23 años, aseguró sentirse bastante bien de salud, gracias a Dios, y con el deseo de seguir sirviendo a los demás el poco o mucho tiempo que Dios le regale de vida, entendiendo que sólo es un instrumento para compartir la Palabra.
Posterior a la misa, en el atrio de la iglesia se ofreció un festejo en su honor, acompañado por religiosas, sacerdotes y feligreses.