De cuando Portugal vino al Mundial y vivió una fiesta en Slatillo
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Más de 409 hubieron de pasar, desde que el capitán Alberto do Canto e Días de Vieira, oriundo de Praia da Vitória, Isla Terceira, Portugal fundara Saltillo; para que otra veintena de “soldados” portugueses arribaran con igual estrépito a Saltillo.
Saltillo, ciudad de raíces portuguesas, fue el escenario de manifestaciones de descontento, indisciplina y mucha diversión por parte de los jugadores de la selección de fútbol de Portugal, durante su estancia en el Mundial de México ‘86.
El Caso Saltillo, como lo denominó la Federación de Fútbol Portuguesa. Ha sido el mayor escándalo y fracaso de la selección lusitana.
AVENTURA QUE MARCÓ EL CAMBIO
Habían pasado 20 años desde que la selección de Portugal obtuvo su primera participación en fases finales del Mundial celebrado en Inglaterra en 1966, aquel equipo comandado por Eusebio logró un decoroso tercer lugar. El regreso al mundial en México ‘86, avivó las esperanzas de la afición lusa.
La clasificación de Portugal en la Euro ‘84, fue el comienzo de lo que prometía ser el renacimiento del fútbol portugués.
En dicha justa llegaron a semifinales, donde sucumbieron en tiempo de compensación ante Francia por 3-2. En aquella onceava estuvieron el guardameta Bento, el defensa Veloso y el mediocampista Carlos Manuel, así como los delanteros Fernando Gomes y Paulo Futre. El pase para México ‘86 lo obtuvieron en la última fecha tras vencer por la mínima diferencia a Alemania Federal.
CADENA DE INFORTUNIOS
Tras la celebración del sorteo del Mundial de México ‘86, los portugueses se ubicaron en el sexto grupo junto a Inglaterra, Polonia y Marruecos, con sede en Monterrey.
Directivos y personal técnico de la selección portuguesa vieron con preocupación a Monterrey, tenía la menor elevación de terreno con respecto al nivel del mar, 535 metros. Se dieron cuenta que la vecina ciudad alcanzaba temperaturas por arriba de los cuarenta grados centígrados, el excesivo calor mermaría mucho el desempeño de los futbolistas, por ello decidieron elegir Saltillo, con mil 600 metros sobre el nivel del mar para concentrar y preparar a la seleção portuguesa.
FATÍDICA TRAVESÍA
Directivos de la federación portuguesa descuidaron algunos aspectos básicos. El encargado de organizar el viaje, en lugar de contratar un vuelo directo a México prefirió el siguiente itinerario: De Lisboa la selección voló a Frankfurt, de ahí a Dallas, después escala en la Ciudad de México, luego a Monterrey, finalmente por tierra llegaron a Saltillo el 12 de mayo de 1986.
Los portugueses al arribar al Hotel La Torre, lo llamaron “La Fortaleza”, debido a la gran cantidad de custodios y policías vestidos de civil, principalmente por estar fuertemente armados.
CANCHA CON PENDIENTE
Al empezar la preparación se toparon con condiciones nada óptimas. Los jugadores advirtieron las malas condiciones de la cancha. Las instalaciones del Deportivo de la Sección 38, tenía un césped casi recién plantado sobre un terreno calichoso, típico de la falda de la sierra de Zapalinamé. Eso no fue todo, la desigual cancha tenía una pronunciada pendiente. Otro aspecto fue la falta de adversarios para entrenar. Se pensó jugar con la selección de Chile, pero esta pretendía cobrar demasiado, por lo que se descartó.
LA BOMBA EXPLOTÓ
El 25 de mayo de 1986, los jugadores de Portugal se pusieron en huelga, no asistieron al encuentro con el equipo de los Tigres y en una improvisada rueda de prensa, el portero Bento asumió el liderazgo del grupo.
El pliego petitorio demandaba un aumento en su salario diario y en prestaciones. El mundo entero se enteró de las míseras cantidades de dinero que recibían los jugadores. Dicho sea de paso, las más bajas de todas las selecciones que participaron en el Mundial. Sin embargo, a pesar de la huelga, los jugadores garantizaron la normalidad de la preparación. Los resultados fueron todo menos lo prometido.
APOYO Y RELAJAMIENTO
Por el hecho de manifestarse y hacer público su descontento, los portugueses despertaron sentimientos de empatía y más de simpatía, sobre todo por mujeres, éstas acompañaron a los jugadores en todo momento en los entrenamientos.
Imágenes de jugadores empezaron a circular en medios de Portugal, mostraban, el gran desenfado de algunos, otros tomando el sol junto a la alberca, los más alegres entonando canciones con el sombrero de charro y sonora guitarra en mano.
DIFÍCIL RESISTIRSE
Los jugadores portugueses, casados y solteros por igual, constantemente eran invitados por mujeres a fiestas privadas. Después de la cena huían de la concentración, ya que la vigilancia y seguridad era inexistente.
Visitantes, reporteros de todas partes, curiosos y curiosas, entraban y salían del hotel a su antojo y sin restricción. Después de la cena, para pasar un buen rato de diversión y tal vez otras cosas, varias mujeres pasaban en coche por los jugadores.
La polémica creció cuando la prensa portuguesa se encargó de divulgar el comportamiento de los futbolistas, por consiguiente, cada noche el tráfico de llamadas telefónicas desde Portugal a Saltillo se intensificó.
Predecibles y posibles diálogos de las esposas de aquellas llamadas, (Onde você foi na noite pasada, com quem você estava, por que você chegou tão tarde ao hotel, eu estava te ligando) A dónde saliste anoche, con quién estuviste, por qué llegaste tan tarde al hotel, te estuve llamando.
EL DERRUMBE
El primer partido lo ganó Portugal 1-0 a Inglaterra, después de ese juego, durante el entrenamiento, el arquero Bento se fracturó una pierna y quedó fuera de la Copa del Mundo. Días más tarde, el 7 de junio, pierde contra Polonia por 1-0, el 11 de junio terminó el Mundial del 86 para los lusitanos al perder 3-1 ante Marruecos. Los lusos terminaron últimos del grupo.
NADIE LES QUITA LO BAILADO
El equipo regresó a Lisboa cargando a cuestas historias y aventuras sexuales, a pesar de los resultados, demandaron más dinero, Portugal atravesaba por una fuerte crisis económica. El técnico José Torres dimitió y tras intensos interrogatorios, se decidió suspender de por vida a ocho jugadores, los cuales no volverían a vestir la camiseta portuguesa.
Entonces apareció el espíritu solidario del resto del equipo y se lanzaron a huelga general, los jugadores no sancionados se negaron a volver a jugar hasta que no levantaran el castigo a sus compañeros.
Después de intensas negociaciones, entre sindicato de jugadores y federación, la sanción se levantó el 23 de septiembre de 1987 y los ocho vetados volvieron a ser convocados; el Caso Saltillo había terminado.
SALTILLO, LA CUNA PORTUGUESA
El escándalo que se vivió en Saltillo durante el Mundial de México ‘86, hizo que lo deportivo pasara a un plano secundario.
Hace algunos años el exjugador Paulo Futre dijo en una entrevista: “Saltillo acabó por ser un mal necesario”; la Selección sub-21 subcampeona de Europa, incluso la selección de Fernando Santos son los herederos de esta generación del ‘86, año donde todo empezó a cambiar para el fútbol de Portugal.
saltillo1900@gmail.com