‘Estoy cansado, pero me impulsa el amor por la naturaleza’; a diario brigadistas arriesgan su vida
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Han pasado poco más de dos semanas y Érick Flores, brigadista voluntario de Saltillo, continúa colaborando en las labores de combate en el incendio del Cañón de San Lorenzo.
Desde hace cinco años Érick decidió sumarse al cuerpo de brigada con el que hoy trabaja sin ningún interés a cambio, más que el de proteger y cuidar de la naturaleza.
Para ser brigadista, dice, hay que tener vocación y espíritu de responsabilidad, compromiso y entrega:
“Para poder responder a casos de emergencia y también para participar en labores preventivas hay que tener mucha fuerza y voluntad, sobre todo porque no tenemos un sueldo; nuestra mayor inspiración e impulso es la naturaleza”, apunta Érick.
Recuerda que el incendio de La Pinalosa, en la sierra de Arteaga, es de los peores siniestros que ha visto en toda su experiencia como brigadista, seguido de los ocurridos en el Cañón de San Lorenzo, donde han sido afectadas por lo menos 300 hectáreas, de acuerdo con un reporte de la Secretaría de Medio Ambiente emitido el 23 de mayo.
“Hemos tenido varios incendios graves, pero los más difíciles han sido éste (en San Lorenzo), y yo creo que el de La Pinalosa; en éste sí ha sido un poquito difícil porque si vas caminando, la subida es un poco complicada, se necesita de tener mucha condición o ya de plano que los helicópteros nos ayuden a subir, así es un poquito más rápido el avance en el combate del incendio”, explica Érick.
El combate en el Cañón, dice, ha sido más que difícil, sin embargo, los brigadistas siempre le apuestan a la adrenalina para poder seguir realizando trabajos de extinción del fuego.
“Ha sido algo muy arduo, de muchas horas, complicado, pero con la adrenalina y con el amor que le tiene uno a la naturaleza pues te hace que hagas las cosas mucho mejor, que le entres muy duro al trabajo de campo”, dice.
También compartió que durante estas dos semanas ha podido bajar a su casa para ver a sus papás, con quienes vive y quienes se han mostrado orgullosos del joven por dedicar tiempo de su vida al cuidado de la naturaleza, y en este caso, al combate de incendios forestales.
“Siempre me dicen que se sienten orgullosos de que uno ande acá haciendo algo por la naturaleza, hacemos el trabajo que mucha gente no le gusta o no lo entiende y por ende no lo hace, al menos así ha sido mi experiencia.
“Nuestros horarios han variado, a veces no tenemos hora de entrada o de salida, pero sí ha sido de bajar a nuestra casa cuando termina la jornada de trabajo, vamos y venimos; es lo bueno, para que sepan que estamos bien, ellos siempre nos esperan en casa”, cuenta a VANGUARDIA.