Exploradores urbanos graban ¿un duende? en el Bosque Carranza de Torreón

Las leyendas siempre están envueltas en misterio, y el Bosque Venustiano Carranza, uno de los pulmones emblemáticos de Torreón, no es la excepción. A lo largo de los años, ha sido escenario de rumores sobre duendes, fantasmas y, sobre todo, la presencia de “Tontín”, el travieso enano de Blancanieves, que se dice merodea por sus rincones. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando las leyendas se hacen realidad frente a una cámara?

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Recientemente, un grupo de jóvenes del canal de TikTok Telengarner78 decidió adentrarse en el bosque durante la noche, atraídos por las historias de criaturas sobrenaturales y apariciones extrañas que han circulado entre los locales. Su misión: explorar, grabar y compartir con sus seguidores los misterios que esconde este peculiar parque. Pero lo que no anticipaban era que el Bosque Venustiano Carranza les ofrecería algo mucho más perturbador que simples leyendas.

En el video que publicaron, el recorrido comenzó en la zona de los juegos mecánicos, donde se encuentra la famosa estatua de Tontin. Fue en ese preciso momento, alrededor del minuto 00:14, cuando algo inexplicable ocurrió. Una figura blanca cruzó rápidamente un pasillo vacío, invisible a los ojos del grupo en ese instante, pero claramente visible en la grabación. Mientras los jóvenes continuaban su caminata sin darse cuenta de lo sucedido, sus seguidores en redes sociales no tardaron en reaccionar. Los comentarios explotaron en teorías y especulaciones, y el video comenzó a viralizarse rápidamente.

Los responsables de Telengarner78 aseguran que en ningún momento vieron a nadie más en el área y que el lugar estaba completamente desierto, lo que solo ha alimentado el misterio. ¿Será esta la prueba definitiva de que el Bosque Carranza es un refugio para duendes y espíritus errantes, como aseguran los rumores? Por el momento, la única pista es ese inquietante video.

Lo cierto es que, a pesar de que todo sigue siendo parte de la leyenda, la curiosidad de los visitantes no hace más que aumentar. Muchos ahora se aventuran en la oscuridad del bosque, buscando respuestas a los enigmas que guarda.

PERO... ¿QUÉ SON LOS DUENDES?

La historia de los duendes es rica en mitos y leyendas de diversas culturas, en especial de la tradición europea, donde se les ha dado una amplia variedad de características y roles. A menudo, los duendes son considerados criaturas pequeñas y traviesas, con poderes mágicos o sobrenaturales. Sin embargo, su forma y naturaleza varían considerablemente dependiendo de la región y la época.

Hoy en día, los duendes continúan siendo figuras populares en el cine, la literatura y la cultura popular. A menudo se les presenta como criaturas mágicas que habitan en mundos fantásticos, como en la saga El Señor de los Anillos, de J.R.R. Tolkien, donde los elfos, en particular, son a menudo confundidos con duendes debido a su pequeño tamaño y su conexión con la naturaleza.

En el ámbito infantil, los duendes son comúnmente representados como seres amigables, a menudo asociándose con los duendecillos de los cuentos de hadas, que ayudan a los niños en momentos de necesidad, ya sea como guardianes del bosque o como acompañantes en la realización de tareas mágicas.

La historia de los duendes refleja la fascinación humana con lo inexplicable, lo mágico y lo oculto. A lo largo de los siglos, su figura ha evolucionado, y hoy en día sigue siendo un símbolo de la magia y el misterio en muchas culturas. Ya sean vistos como traviesos, sabios o incluso protectores, los duendes continúan formando parte del imaginario colectivo, transmitiendo las tradiciones de la magia y el folklore de las generaciones pasadas.

UN POCO DE HISTORIA

En la mitología celta y germánica

En la antigua mitología celta, los duendes eran conocidos como “sídy” o “sidhe”, que eran seres de otro mundo, generalmente considerados como parte del reino de los fae (hadas). Eran descritos como espíritus de la naturaleza, vinculados a árboles, ríos y montañas, y se creía que podían interactuar con los humanos, a veces de manera amistosa y otras veces con intenciones más oscuras. En muchas leyendas, los duendes de esta tradición vivían en un mundo paralelo, y se decía que podían cambiar de forma o desaparecer a voluntad.

En las tradiciones germánicas, los duendes eran conocidos como “kobolds” o “gnomos”, y tenían una relación más cercana con los elementos de la tierra. En este contexto, se creía que los duendes vivían en las minas, ayudando a los mineros o, por el contrario, causándoles problemas. Su naturaleza traviesa y su habilidad para hacerse invisibles los convertían en figuras misteriosas y algo temidas.

En la literatura y el folclore medieval

En el folclore medieval, especialmente en Europa, los duendes eran a menudo representados como pequeños y maliciosos, con una propensión a hacer travesuras. En las leyendas de la Edad Media, se decía que podían cambiar la dirección de los vientos, hacer desaparecer objetos o jugar bromas pesadas a los viajeros y campesinos.

El famoso escritor William Shakespeare los incorporó en su obra Sueño de una noche de verano, donde el personaje de Puck (o Robin Goodfellow) es un duende travieso que juega con los sentimientos de los humanos, creando situaciones cómicas y caóticas. En esta obra, se muestra al duende como una figura juguetona, con una naturaleza impredecible y caprichosa.

El folklore español

En la tradición española, los duendes también ocupan un lugar importante. En la región de Galicia, por ejemplo, existen leyendas sobre los “meigas” (hechiceras) y los “trasgos”, que son criaturas parecidas a los duendes. Estos seres también son conocidos por hacer travesuras, como mover objetos o asustar a las personas en la oscuridad.

En otras partes de España, como en Andalucía, se habla de los “duendecillos” que habitan los bosques, las casas y los jardines, en especial los que están cerca del agua. Aunque a menudo se les retrata como traviesos, también existen historias donde los duendes ayudan a los humanos, como en el caso de los “almas en pena” que se convierten en duendes para compensar alguna maldad pasada.