Historias del otro Saltillo: Rosa, la mujer, madre y abuela que preocupada vive a la intemperie
Tiene 65 años, le sobreviven dos hijos, uno de ellos alcohólico y además cuatro nietos y un precario lugar donde vivir
De no haber sido por doña Lucy, una especie de mecenas, pero en pobre, de la colonia Puerto de Flores; ni me entero de que existe Rosa.
Rosa Ramírez Rivas es una mujer de 65 años que vive a la intemperie, o como dicen por acá, “a raiz”, sin acento, en un terreno de la colonia Primero de Mayo, al poniente de Saltillo.
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Para llegar a la Primero de Mayo, hay que, primero, cruzar por un arroyo, tomar por un camino polvoriento hasta llegar a la casa de Rosa que está sobre ese camino y junto a otras casas de fachadas hechas con materiales precarios, como la de Rosa.
La Primero de Mayo es una de esas colonias sin agua corriente, pavimento ni drenaje, en fin de esos sectores que no figuran ni en el mapa de Saltillo.
Y por obvias razones la Primero de Mayo es una de esas colonias a las que los políticos nunca vienen ni por equivocación, a no ser en tiempo de elecciones.
La “casa” de Rosa no tiene techos y sus pisos son de tierra y por ende en la casa de Rosa no hay habitaciones, ni cocina-comedor ni baño con azulejos, solo algunos muebles herrumbrosos y algunos trastos viejos donde ella medio se prepara de comer.
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Ah y la cama de Rosa... que está en la recámara de Rosa construida con palos y lonas raídas.
Rosa duerme debajo de unas lonas que cuando llueve escurren y cuando hace frío lo dejen pasar como si tal cosa, y Rosa casi se muere de frío.
Rosa es madre sola, tuvo esposo, pero la dejó por otra.
Con ese esposo que la abandonó Rosa procreó cuatro hijos. Dos ya se le han muerto, uno porque se lo mataron y el otro porque a Rosa se le suicidó.
De los otros hijos que le quedan a Rosa, uno está casado y tiene cuatro retoños, el otro es soltero y padece de problemas con el alcohol.
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Rosa, que siempre se dedicó a ser ama de casa, no tiene pensión y sobrevive con la despensa que Lucy, la vecina mecenas pobre de los pobres de aquellas colonias, le gestiona ante Cáritas de Saltillo.
Y nada más.
Rosa tiene además una doble discapacidad: sufre de desgaste en las rodillas y una atrofia en la columna, y por eso Rosa, que no puede caminar, usa andadera y a veces bastón.
Con los soles y las aguas que han hecho últimamente a Rosa se le pudrieron las lonas y ya casi duerme a aire libre.
Rosa no sabe a quién recurrir para que le dé una mano y por eso fue que, con ayuda de Lucy, recurrió a la prensa.
Lo que ella hoy más desea es que alguien le apoye para conseguir unas láminas y unas lonas con qué atajarse, ya viene los fríos, y otro alguien que le ayude a conseguir algunos útiles escolares para sus nietos, ya viene las clases.
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Rosa tiene fe en que a los que leen esta nota se les ablande el corazón y le ayuden aunque sea un poco a remediar su vida de eternas penurias...
¿Quieres apoyar a Rosa?, marca al celular 844 326 14 05 con la señora Josefina
