La Virgen que lagrimea para el pueblo

En este barrio popular de Torreón, una imagen llora por las desgracias de los creyentes; gente de otros estados de México y de EU la han visitado

Coahuila
/ 13 junio 2016
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Por: Francisco Rodríguez
Fotos: Francisco Rodríguez
Edición: Kowanin Silva
Diseño: Edgar de la Garza

Torreón.- Al final de la Semana Santa, el Sábado de Gloria del 26 de marzo, Edgar Rojas Contreras descubrió con la ayuda de su hermano menor la imagen de la Virgen de Guadalupe que había comprado dos años atrás (esa semana se suelen tapar las imágenes religiosas según la tradición). Era el mediodía cuando Edgar miró pequeñas gotas aceitosas recorrer la mejilla derecha de la figura de yeso; observó el cachete irritado y los ojos movidos. No creía lo que veía. “No puede ser”, se decía para sí mismo Edgar de 19 años. Se sentó y empezó a temblar.

La gente presente comenzó a hablar, se escucharon bocas soltar un “es un milagro”. “Está llorando”. Claudia, la mamá de Edgar, trató de acomodarle los ojos a la figura.Cuentan se le habían cerrado. Después se sentó agitada, a preguntarse qué ocurría. Las lágrimas irradiaron magnetismo. Pronto llegó gente de las calles de la colonia Moderna. “Yo la vi llorar el primer día. 

Sentí hasta que lloré yo. Sentí un amor por la virgencita”, cuenta RubénAlmaguer, un hombre de 42 años que vende tacos al pastor afuera de la iglesia de la Soledad, que carga con estampitas de la Virgen desde entonces para regalarlas y trae colgando un collar también de la Virgen. Unos niños cristianos vieron llorar a la imagen y salieron corriendo a gritarlo. Gente protestante la miró y se quedó callada, pensativa. Otra señora protestante se puso a llorar cuando vio las lágrimas. Sandra Chavarría alentó a la gente para hacerle un rosario y una danza. Nadie recuerda cuánto tiempo supuestamente lloró la imagen. Fue la primera vez. Después ocurriría otras tres veces. 

***

"Madre Guadalupana, ayúdame a hacer el milagro que les quites esos vicios a mis hijos”

Un día Edgar soñó que su papá le compraba una Virgen grande en el mercado Juárez de Torreón. Tenía días con la ilusión de tener una grandota pero no encontraba, pura medianita. Al día siguiente del sueño, acudió al mercado donde igual venden figuras religiosas, como imágenes de la santa muerte o hierbas capaces de hechizar a una persona. Preguntó por una Virgen grandota grandota. “Tengo una, nadie la quiere”, le dijo la encargada de un puesto. 

Entraron a una bodega cerrada con cadenas y ahí estaba la figura, abandonada: poco más de un metro de altura, cabeza no muy grande, nariz respingada, ojos cafés, pestañas largas, cejas bien delineadas y delgadas, boca pequeña, cabello negro, su manto verde con estrellas, lleva una corona a la cabeza, los rayos que simbolizan el sol miden casi 40 centímetros.

Rubén Almaguer la ve contenta. Dice que una vez la vio a risa y risa. En otra ocasión un poco hinchada. María Mejía ve la felicidad en el rostro de la figura, le nota sonrojada la mejilla derecha. María Sandoval la describe como radiante, majestuosa y celestial. 

Aquel día que Edgar se topó con la figura, sintió que alguien le puso una luz blanca para comprarla. Pidió apartarla con la emoción de un niño que aparta un juguete para su cumpleaños. Era la mismita del sueño donde le ponía gorro a su papá para que se la comprara, la mismita. 

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Edgar empezó a temblar. Le rogó a la señora que no la vendiera, que vendría por ella. 

“Despreocúpese, nadie la quiere”, le respondió.

Edgar regresó al siguiente día y otras dos personas habían entrado en pugna por la Virgen que había estado abandonada por años. “Yo le ofrezco más dinero”, le dijo un muchacho. “Ya me comprometí con el joven”, aguantó la mujer que no entendía cómo ahora se peleaban por la imagen abandonada. En el sueño, como ese día, su papá, un trabajador de fábrica que viaja seguido, se la regaló.

Edgar está sentado en la sala de su casa en la colonia Moderna, una zona al centro poniente de la ciudad. Una colonia de gente trabajadora que hace años vivió el azote de la violencia. Su paso inmediato a Gómez Palacio, Durango, la ubicó como un sector con altos índices de robo. 

“Yo soy el dueño de la Virgen”, dice Edgar cuando entró. No quiere fotos de su persona porque asegura que a través de Facebook lo han amenazado, le han advertido que irán a quebrar la imagen. Estudia la carrera de ingeniería química metalúrgica. Usa un collar con la imagen de María. Se declara devoto de la madre de Jesús desde que tiene uso de la razón y no se considera una persona normal porque cualquier dinero que tiene lo destina a comprar cosas de María o de la iglesia. La puerta de la casa está abierta y la gente entra como se entra a una miscelánea.

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Desde que dieron a conocer el caso de la Virgen milagrosa que llora, la familia de Edgar recibe hasta 400 personas diarias a su puerta. La figura está a la entrada de la casa, rodeada de veladoras y flores. Con un cuadro de la Virgen de Guadalupe y un Juan Diego de un metro custodiándola. La gente le ha dejado fotografías de hombres, mujeres, niños; recados, cartas, peticiones, dinero. “Madre Guadalupana, ayúdame a hacer el milagro que les quites esos vicios a mis hijos y que cambie su genio Carlos y ayuda a mi hija a que le hagas el milagro de que tenga un bebé…”, se alcanza a leer en una petición escrita a mano.

Edgar se nota trasnochado. Dice que la gente se queda hasta la una de la mañana. Le empezaron a hacer un novenario y le han traído danzas. Anoche, en el octavo día,estaban en oración tres mujeres que rezaban en otra lengua, cuando, afirma con fe espartana, se escuchó el canto melodioso de una mujer en el cuarto de atrás de la casa. Todos hicieron pausa. Se escucharon pisadas de alguien descalzo, como mojado. Se escuchó una puerta abrirse. “Está detrás de ti”, dice que le dijo una señora a Edgar y Edgar sintió suspiros en sus oídos, empezó a llorar como niño. Fueron unos cinco minutos que sintió el respiro al oído. Luego la voz tenue, apenas audible: Gracias. Gracias. Gracias. Gracias. Cuatro veces. Al final, narra, se escuchó un aleteo de paloma y en el cielo se miró una luz que, aseguran los fieles, era el Espíritu Santo.

Paty García tiene la evidencia en foto de esa luz: un destello incandescente, cercano, en medio de un cielo despejado. Paty dice que había soñado a la Virgen, que le hablaba en un idioma que no entendía. El primer día que lloró la imagen, Paty venía caminando cuando se topó con una estampa de María tirada en el suelo. Para Paty todos fueron avisos. Cuando le llegó el rumor que una imagen estaba llorando, se lanzó sin pensarlo. Llegó y tenía poquitos minutos de haber llorado.

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"Cuando la cosa es de Dios, hay signos concretos como la obediencia a la legítima autoridad eclesiástica y el hecho que no quieran entregarla es motivo de duda”

-La Virgen quería que estuviéramos con ella. Me sentí indigna que la madre del Señor me visitara. Decía quién soy yo, una pobre pecadora –platica Paty.

La gente en la casa escucha el relato de Edgar. Miran la figura con ojos de peregrinos incansables. Entran y se persignan. La tocan. Se sientan y la ven. Mascullan algo, le piden algo. Edgar comenta que era incrédulo, pensaba que eran mentiras. “No sabes ni cómo reaccionar”, relata.

-Pregúntale a la virgencita qué quiere –le aconseja una señora.

-Todos los días le digo, a veces me siento raro que esté pasando esto, no sabemos qué signifique. Ayer la gente se puso mala cuando escuchamos todo –responde Edgar sin conocer a la señora.

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Necesitas una asesoría, son manifestaciones de ella que hace efecto porque somos tan pequeñitos que no podemos con tanta grandeza.

Antes de que dijera “gracias” dijo mi nombre: “Edgar”. No sé qué está pasando. La he soñado y hablamos otro idioma que no conozco, trae su manto blanco y es la misma voz, la de ayer, la que se escuchó cantando, es la misma voz.

La misma señora:

En mi casa duramos seis meses con sacerdote y monjita con todas esas manifestaciones, por eso quiero compartir, si hay personas que reciben mensajes por medio de ellas te va a orientar el Señor.

Es que mi sueño es ser sacerdote, mi sueño es estar frente a la gente ofreciendo misa. Pero no voy a ser como todos los de aquí que no quisieron venir. Anduvimos buscando y ningún padre quiso venir, que no tenían tiempo.

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"Ya en estos tiempos se falta tanto al respeto la casa de Dios, que si no nos manda exterminar es porque es misericordioso”.

Desde que la familia dio a conocer el caso, la diócesis de Torreón nombró al párroco Fray José de Jesús Jacobo de la iglesia de San Felipe para que atendiera el supuesto acontecimiento. 

Edgar se queja que la primera vez que vino, les dijo que eran bendiciones y después, a los medios,declaró otra cosa, que había que tener cuidado para no caer en el fanatismo o en el negocio. Pero Edgar asegura que su vida cambió, que no le cobran a la gente, que el dinero que le dejan a la imagen lo guarda en una caja y piensa hacerle una reliquia el 12 de diciembre.

Fray Jacobo menciona que los medios tergiversaron las cosas. Comenta que actualmente se vive corriendo y por eso se busca una respuesta rápida, cuando la iglesia no da veredictos de la noche a la mañana. Explica que se necesitanver frutos como la obediencia, conversiones, no solo el fenómeno aislado.

Expone que la iglesia necesita hacer estudios para ver si en realidad son lágrimas, analizar si no existe un mecanismo, algo que manipule, pero para eso se necesita que la imagen salga. El problema es que la familia no quiere. “Cuando la cosa es de Dios, hay signos concretos como la obediencia a la legítima autoridad eclesiástica y el hecho que no quieran entregarla es motivo de duda”, sostiene.

El jueves 12 de mayo a las 7:30 de la tarde, la imagen lagrimeó por segunda vez.

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El sábado 14 de mayo a las 10 de la noche, la imagen volvió a llorar por tercera vez. Esta vez, Edgar y su familia tomaron unas tapa roscas y acumularon las gotas que caían de la mejilla de la figura. Llenaron dos tapa roscas. Era un líquido grasosito, olía a rosas. “Es un aceite”, afirma una señora que está en casa de Edgar. Se le quedó el pómulocolorado y cuando llora se enrojece más, cuenta Edgar.

Ese sábado lloró mucho más, se le llenó su manto, sus manitas. Y ándale córrele, ya estaban otros vecinos adentro, los niños salieron a gritar –recuerda Sandra Chavarría.

Las supuestas lágrimas las echaron en agua bendita y la familia empezó a regalar algodones remojados. “Ya hay muchos testimonios, nos han traídos sus exámenes médicos, donde les dicen que no hay cura y regresan. Han venido doctores sorprendidos. Repartimos y no dejamos ni para nosotros”, comenta Edgar.

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Una señora bien arreglada entra a la casa. Viene desde Residencial del Norte, al otro lado de Torreón.

-¿Ya no tiene lágrimas? –pregunta la mujer como si pidiera por limones.

–Ya no, señora –le responde Edgar.

-Es que es para un enfermito que no puede salir del hospital –insiste.

-Yo tengo, señora –le dice Rubén Almaguer, el hombre moreno que la vio llorar la primera vez.

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"Ya hay muchos testimonios, nos han traídos sus exámenes médicos, donde les dicen que no hay cura y regresan. Han venido doctores sorprendidos. Repartimos y no dejamos ni para nosotros”

La gente deposita su fe en las lágrimas. Para María Guadalupe Mejía, ama de casa, las lágrimas significan que quiere una conversión para todo el mundo, que nos entreguemos al amor de su hijo Jesús. Sandra Chavarría explica confiada que la Virgen llora por su hijo que fuesacrificado. Manuela Rodríguez, una mujer que viste como religiosa pero no lo es, cree que las lágrimas son un testimonio para cambiar nuestro de modo de ser, sentir, pensar, vivir, actuar y hasta vestir. “Ya en estos tiempos se falta tanto al respeto la casa de Dios, que si no nos manda exterminar es porque es misericordioso”. Paty García opina que es una manifestación que busca cambiar los corazones de la gente.

La gente relata que cuando se pasan el algodón con las supuestas lágrimas milagrosas, sienten una especie de ardor, caliente.

En el lugar hay señoras que vienen de Lerdo. Vienen porque son creyentes, aseguran. Ha venido gente de Saltillo, Monterrey, una familia completa de Chihuahua que nomás vino a traerle flores y se fue. Otra mujer de Estados Unidos que mostró su pasaporte y se regresó. Le preguntan a Edgar que cada cuándo llora, como si fuera una máquina. A qué hora, como si fuera algo automatizado. “No sabemos si lo va a volver a hacer”, les explica Edgar.

Entra una mujer y habla con un volumen bajo, la precariedad expuesta en sus arrugas precoces:

-Yo venía por una caridad. Tengo una hernia muy grande, no me aseguran porque me puede dar un infarto.- Y se toma la mano en la cara y llora.

-Nosotros ya no tenemos hermana, yo encantado que siguiera haciéndolo, aunque por una parte a mí me duele que lo haga, si llora es por algo –le comenta Edgar.

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-Mire señora con que la agarre, la fe es lo importante, es la fe –la anima una mujer.

-La mujer se voltea a la Virgen y la toca, le pasa la mano y luego se frota su vientre. –Nos escucha. Dios nos ha concedido los milagros, ella aboga por todos nosotros –le insiste la mujer y la señora sigue frotándose el vientre y acariciando la imagen. La mirada de quien sigue a un pastor sin chistar.

“Yo soy un milagro, mi mamá siempre lo ha platicado”, ataja Edgar ya que hablamos de milagros. “Yo aparecía muerto en su vientre”, continúa. A la mamá le decían los médicos que le iban a hacer un legrado pero Claudia se negaba. Sentía las patadas de Edgar en su vientre. “No hay nada, ya debió haber desechado”, le explicaban. Claudia le pidió a María le ayudara a que no le hicieran daño. Tenía programado el legrado pero un día antes decidió ir con el doctor. Entonces apareció Edgar, de cinco meses.

María Sandoval asegura que las lágrimas de la Virgen de la Moderna le hicieron un milagro. Su hermana Sonia de 38 años, padecía diabetes juvenil desde los 14 años. Tenía una mancha en el ojo y veía poco, borroso por la misma diabetes. Estaba perdiendo la vista. Llevaba dos operaciones. “Tenemos comprobantes médicos”, asegura María. Le llevó algodón con lágrimas y con mucha fe se lo puso en los ojos y le dibujó una cruz en la frente. “En menos de 24 horas pudo ver. Me dijo ‘estoy viendo bien. No me lo vas a creer, ya no tengo la mancha y el otro ojo parece que me lo limpiaron. Veo muy claro”, le afirmó la hermana.

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"Yo la vi llorar el primer día. Sentí hasta que lloré yo. Sentí un amor por la virgencita”

Le hicieron la prueba rápida de glucosa y arrojó números comunes. “Le vamos a hacer el examen de la diabetes pero ella se siente bien”, platica María.

A Luz María Mejía le avisaron que estaba llorando la Virgen el 16 de mayo. En el momento ella le rezaba un rosario al Divino Niño. –Se le veía la carita triste, le rezamos y tenía su carita alegre.

Luz María le regaló un algodón con lágrimas a una amiga que tenía una hermana mala del riñón. “Le compartí ese día”. Una semana después, le habló para contarle que la hermana estaba bien. Que la iban a dializar pero que siempre no, que el doctor no lo podía creer, que el algodón se lo había untado por el riñón y habían orado. Que el doctor les aseguró que estaba sana. “Anoche vino a dar gracias, lo hizo con mucha fe”, comenta.

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Fray Jacobo explica que para certificar un milagro tiene que existir un aval médico y científico y no solo porque la gente lo dice. “Puede haber sugestiones, contagio de masas que pueda influir”, explica.

El párroco tiene la impresión de que ya hay cosas que se empiezan a inventar, como que vieron un rostro donde no lo hay, que se movieron los ojos. “Las famosas curaciones, qué tan reales son”, cuestiona. “Respeto a la comunidad,nomás que hay detalles que ya no me gustan. Otra la desobediencia de los dueños, esa resistencia a que la imagen no salga de la casa”, insiste.

¿Cómo vio usted la imagen?

Yo la vi normal. No estaba llorando. Soy muy racional. Cuando platicas con alguien no le pones atención en algo particular hasta que te pide poner atención. Puedes estar viendo algo sin ponerle atención a detalles específicos como la mejilla. Hasta que sucedió le dieron atención a esa parte del pómulo. Fue lo único que vi diferente.

El lunes 16 de mayo fue la última vez que la imagen lagrimeó. Eran las 6:40 de la tarde.

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El último día del novenario hay cerca de 200 personas frente a la casa de Edgar. Son las siete de la tarde. La familia exhibe la figura afuera del hogar y la gente hace fila para tocarla, tomarle foto, rezarle, pasar un pedazo de algodón sobre la figura con la esperanza de absorber algo. En algún momento se amontonan y hay desorden. –En los ojitos no porque se le cae las pestañas –pide Claudia cuando la gente pasa el algodón por los ojos de la figura. Una danza le rindehomenaje.

Sandra Chavarría se acerca y reclama que no van a dejar que se lleven la imagen. Que las acciones de la gente no son fanatismo sino fe. Que antes era una colonia conflictiva y vacía, y ahora se ve gente en el barrio, platicando, conociéndose.

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-Yo fui testigo y la vi llorar tres veces. No lo vamos a permitir –advierte Sandra.

Llega Claudia, la mamá de Edgar y dice que su hijoestuvo a llore y llore porque cree que se la van a quitar.Argumenta que es lo mismo acudir a venerar una imagen en la iglesia que fuera de ella. “Quieren llevársela para que les den su diezmo y ellos con sus camionetotas”, grita una mujer. Les dijeron que podría haber un juicio para despojarlos de la imagen. “Me dio tristeza y miedo, yo no quiero que mi hijo esté involucrado en eso”.

-¿Ustedes sienten que es fanatismo? –pregunto a las señoras.

-Nooo, ¿cómo cree? Es fe –exclaman casi al mismo tiempo. –Se le reza un rosario, se le hacen peticiones, como en la iglesia –justifican.

-No lo vamos a permitir, la vamos a esconder, no, no. Ya estamos como en tiempos de los cristeros que se escondían a orar… sobre nuestros cadáveres –considera otra mujer.

El fraile explica que cuando una imagen se convierte en culto público, ésta debe estar en un lugar público, en una iglesia. Cree que el peligro es que se deforme la auténtica fe mariana. 

“Cuando las cosas no son de Dios, se apagan por sí mismas. Vamos a ver qué dice el tiempo”, refiere.

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Niega que proceda algún juicio para despojar a la familia de la imagen. Desmiente que por la Virgen la gente haya empezado a salir. “Ya tenía como un año la gente saliendo. Le han querido dar una interpretación al fenómenoque no tiene”. Dice que al final, será el obispo quien emita el juicio oficial.

Sin embargo, Edgar está convencido de querer ser sacerdote. “Yo quiero ser diferente, yo le voy a hacer caso a la gente. La verdad todos me tienen decepcionado”. Aclara tajante que no quiere ningún cura en su casa, que ya no son, paradójicamente, bien recibidos. “Aquí lo que importa es el pueblo. Allá ellos si quieren creer o no. La Virgen es de nosotros, del pueblo y se queda en esta casa para todos”.

Y la gente sigue apiñada el hogar de Edgar. La danza termina y se disponen a rezar. Comienza la oración guiada por alguien que habla en micrófono. Oscurece. Van a ser las nueve de la noche cuando empieza a llover, en instantes se suelta un aguacero como no se había presentado en semanas. La gente corre a resguardarse y abandona la Virgen. Únicamente unos cuantos permanecen en el rezo.

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