Los tamales, una de las tradiciones gastronómicas más arraigadas en Ramos Arizpe
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Todo se remonta al año de 1577 cuando los colonizadores, entre portugueses y españoles, llegaron al territorio que hoy se conoce como Saltillo, que era un valle favorecido por escurrimientos de agua que provenían de la Sierra Madre Oriental y que aportaban las condiciones propicias para el desarrollo de la agricultura.
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Es a partir de ahí que, Ramos Arizpe, o el Antiguo Valle de las Labores se convirtió en un proveedor de alimentos para Saltillo, cuenta Raymundo de la Rosa Galván, cronista de la ciudad.
“La gente recuerda que antiguamente se distribuían vagones enteros del ferrocarril con productos del campo de Ramos Arizpe, había mucha producción agrícola, hasta que en 1821 se establece el primer ayuntamiento eclesiástico y se construye la iglesia de San Nicolás de Tolentino”, explicó de la Rosa Galván.
Desde su perspectiva, este fue el fundamento que dio origen a la tradición tamalera ya que el Antiguo Valle de las Labores era productor de maíz y hoja de maíz; comenzaron a establecerse criaderos de animales con los que se obtenía la carne para la elaboración del tamal.
“Nuestra tradición tamalera quedó muy arraigada aquí en esta ciudad y hay registros de familias muy antiguas que se dedicaban a la producción de tamales de forma artesanal como se hace hasta ahora”, relata el cronista.
Una de las precursoras es doña Bartola, quien vendía tamales en la calle conocida como De las Matanzas y que hoy se conoce como Ocampo (la calle de la vendimia de tamales).
“Se le conoce así porque ahí en pleno casco del Centro histórico había un rastro en donde se sacrificaban animales que servían de alimento”, comenta.
También se recuerda a las señoras María Flores, Juanita Ruiz, Ramoncita Aguirre, Carmen Patiño y Leonarda Hernández, quien inició la tradición en Ramos Arizpe y compartió la receta gastronómica a su descendencia.
“Ellas hacían tamales por docena y los vendían sobre todo en la estación del tren ya que era el principal medio de transporte, movilidad de personas y productos y en su paso por aquí aprovechaban la venta de piezas de tamal y de ahí que se nos quedó el hábito alimenticio”, explicó Raymundo de la Rosa Galván.