Ni la más transparente, ni la más amplia, pero sí la más divertida; así era la Alberca de la Ciudad Deportiva de Saltillo
Por más de una década, este atractivo espacio marcó la vida de miles de saltillenses, publicación despierta la nostalgia
En Facebook, Angel Martínez no deja de provocar conversaciones con lo que publica, tanto en su cuenta como en DeSaltillo - Fotografías e Historias.
Y ahora lo volvió a hacer con la imagen de una joven que se mantiene a flote en medio de la alberca pública de la Ciudad Deportiva, que tuvo su época de auge en la década de los 70 y que en los 80 del siglo pasado dejó de funcionar.
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Esta foto de hace más de 40 años ha sido compartida 198 veces, generado mil 059 reacciones, la mayoría de aprobación, asombro y nostalgia; y ya generó 105 comentarios con algunas interacciones entre usuarios.
DETALLES QUE ILUSTRAN
Quien dio un importante aporte a la foto fue Drumer Floyd, al recordar que ligados a la alberca había chapoteaderos a desnivel y de diferente profundidad, “para que de uno bajara el agua al otro”.
Su recuerdo de la acequia que corría al lado y que hoy está seca, de los árboles y el lago limpio, de los resbaladeros en los que se divertía y que remontaba cuando se escuchaba el silbato real de la máquina de vapor que rodeaba el cuerpo de agua y que asegura se escuchaba potente hasta el bulevar Francisco Coss y más allá de la tienda del ISSSTE; fue el que más reacciones tuvo.
Martha Guevara Luna se sintió viajar en el tiempo con la remembranza y Eduardo Manuel Molgado comentó que a él le tocó viajar junto con el maquinista, tocar el silbato y cruzar incluso el puente de la isla, aunque no ver la alberca con agua.
Alfredo Aguirre dijo que cuando llegaba la temporada de lluvia y se llenaba, no se la pensaba dos veces para meterse “en trusa”, lo que causó no pocas risas.
Mientras que José Villasa Ibarra recordó que en 1981, ya cuando la alberca vivía su etapa final, se iba en un camión de la Ruta 25 --varias veces sin permiso--; a nadar.
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Dijo que llegar a su casa tarde y con las secuelas de haber chapoteado en agua turbia, a saber la piel reseca y ceniza; le hacía ganarse un buen regaño, pero nunca lo suficientemente persuasivo como para que lo dejara de hacer.
Luego mostró sus conocimientos de los lugares donde se podía nadar en Saltillo en aquellos años, como el Pozo Azul en la Colonia González, de algo que llamó “El Túnel”, en la Guayulera, de las curvas de Landín, de las albercas de Arteaga, Coahuila y de otras en la colonia Topo Chico.
EL AGUA TURBIA
Roberto Carlos Velorio, volviendo a la Ciudad Deportiva y a su alberca, dijo que allá por los 70’s, frente a las pilas ligadas a la piscina, había estanquillos de lámina donde vendían comida y que cuando iba con su familia nunca lo dejaron meterse al agua porque estaba verde, y que solo lo hacía cuando iba con amigos.
A propósito de esto, varios se preguntaron la razón del cierre de la alberca y si bien alguno dio como motivo un ahogado, no se aportó algo parecido a una prueba.
Mejor sustentado fue lo que dijo Jorge R. Oyervides Valdes, quien señaló problemas con el mantenimiento de las bombas y filtros para la limpieza y purificación del agua como la razón de peso, que valida el agua verde que recordó Roberto Carlos Velorio o el agua de chocolate que mencionó el usuario Ing Fuentes G.
UN POCO DE HISTORIA
Muchos años antes de que siquiera cruzara por la imaginación de algún arquitecto que una alberca pública fuera la atracción de Saltillo, estaban unos terrenos que formaban parte del rancho de la familia Camporredondo, cuya cabeza era Francisco Camporredondo y Zúñiga.
Don Francisco llegó a ser propietario de varios espacios agrícolas, como el que hoy ocupan las instalaciones de la Secretaría de Educación Pública, la Escuela Normal Superior y otras escuelas de la Universidad Autónoma de Coahuila.
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Atendiendo a la historia, quien tuvo la idea de construir la Ciudad Deportiva en parte de esos terrenos fue el gobernador Raúl Madero González (1957-1963), aunque la inauguración oficial fue el 1 de noviembre de 1967, con Braulio Fernández Aguirre en el poder.
La obra corrió a cargo del arquitecto José María Morales del Bosque, quien contempló que tuviera el Estadio Olímpico y el Parque Madero, varios accesos, jardines, canchas de tenis, futbol, basquetbol, un diamante como terreno de juego, además de un estacionamiento y por supuesto, la alberca.
UNA MODESTA PROPOSICIÓN
En medio de tanta nostalgia se repitieron los comentarios de que sería una excelente idea revivir este espacio y se lo plantearon directamente al gobernador electo, Manolo Jiménez, no sin antes recomendarle un buen filtro de seguridad.
Como Martínez Martínez, quien imaginó la alberca funcionando, pero con vigilancia, “porque los jóvenes andan bien acelerados y podrían causar algún accidente” y enseguida pidió prohibir canciones del “patas de alambre de Peso Pluma”, porque según él esa música los “aloca”.
Es así que pasando “del hermosa época” de Genaro Manuel González, al “yo me andaba ahogando ahí” de Lourdes Guzmán, los comentarios recorrieron todo el espectro de sentimientos positivos sobre el tema y solicitaron más fotos que traigan a la memoria estas experiencias.
Y para cerrar la ronda de comentarios, con un sticker de un joven con los ojos entornados, el mentón descansando sobre su mano izquierda y la ensoñación en el rostro, Carlos Ovalle despidió el post.
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