O la amas o la odias, pero en Saltillo se disfruta la capirotada; ¿sabes de dónde surge?
La cuaresma está a la vuelta de la esquina, marcando su inicio el próximo 14 de febrero con el Miércoles de Ceniza para dar fin el 30 de marzo con el Sábado de Gloria, y se sea católico o no, en muchos hogares de Saltillo se espera con ansias esta temporada debido a los platillos que únicamente se disfrutan durante esa fecha.
Un ejemplo de esto es la tan amada, como odiada, capirotada, un postre que, aunque varían sus ingredientes según la región, normalmente se constituye de pan tostado junto con trozos de plátano, pasas, nueces, guayaba y cacahuates, cubierto con jarabe de piloncillo y queso de mesa rallado.
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Esta interesante mezcla de texturas y sabores ha creado opiniones divididas sobre su consumo, pero sin duda se ha mantenido como el platillo estrella por excelencia de esta fecha religiosa, aunque no siempre fue así.
¿DE DÓNDE SURGE LA CAPIROTADA?
Los orígenes de la capirotada se remontan a España, pero hay vestigios en la antigua Roma de una receta que implicaba trozos de pan empapados en vinagre con agua, intercalados con capas de pollo, queso, alcaparras y pepinos.
En España, especialmente en el norte y el Bajío, la receta evolucionó inicialmente con ingredientes salados y embutidos. Luego, durante la Conquista, llegó a la Nueva España, transformándose gradualmente hasta adquirir la forma que conocemos hoy.
Su nombre proviene de “capirote”, los gorros altos y puntiagudos usados por algunos sacerdotes en las procesiones de Semana Santa.
No obstante, según el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, la primera versión registrada de la capirotada fue en 1477 por Roberto Nola, quien la describió como “Almondrote”: rebanadas de pan tostadas y remojadas en caldo de carnero, alternadas con carne de perdiz asada.
Alrededor de 1780, la versión sin carne, más cercana a la actual, se popularizó gracias a Fray Gerónimo de San Pelayo, compuesta por capas de pan, queso y aderezo.
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Oficialmente reconocida como un platillo de vigilia en la década de los 40, la capirotada se convirtió en un postre típico en los estados de Sinaloa, Sonora y Nuevo León, aunque su presencia se extendió a otros estados, como Coahuila, con variaciones en preparación e ingredientes.
En México, se cuenta la leyenda de que Hernán Cortés envenenó con capirotada al colono Francisco Garay cuando intentó asentarse en Veracruz, a pesar de que Cortés ya había establecido la ciudad de Villa de Santiesteban del Puerto en la Huasteca Alta, hoy Pánuco.
Hoy en día, las recetas de capirotada son numerosas y varían según las costumbres regionales, pero todas comparten la característica de alternar ingredientes en diferentes capas.
LA CAPIROTADA COMO ¿SÍMBOLO RELIGIOSO?
La capirotada ha mantenido su esencia religiosa desde sus inicios. Su llegada durante la Conquista se vincula con una Cruzada eclesiástica para convertir a los indígenas al cristianismo, explicando la historia que cuentan sus ingredientes.
Recientemente, se le ha atribuido un significado espiritual relacionado con la pasión de Cristo y el tiempo cuaresmal. Así, el pan simboliza el cuerpo de Jesús, la canela representa la cruz, la miel de piloncillo evoca el dolor de la sangre, el clavo alude a los clavos de la crucifixión, el queso simboliza el Sudario y las frutas, grajeas, coco y nueces representan la alegría de la Pascua anticipada.
LA RECETA
La elaboración de la famosa capirotada varía dependiendo de la región y la sazón de cada hogar, sin embargo, en VANGUARDIA te compartimos la receta para prepararla de forma básica.
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Ingredientes:
> 8 rebanadas de pan bolillo o telera (preferiblemente del día anterior).
> 1 taza de piloncillo rallado o azúcar morena.
> 4 tazas de agua.
> 1 raja de canela.
> 1/2 taza de pasas.
> 1/2 taza de cacahuates tostados.
> 1/2 taza de nueces, picadas.
> 1/2 taza de coco rallado.
> 1/2 taza de queso fresco desmenuzado.
> Mantequilla para engrasar.
Instrucciones:
> Preparar el Almíbar:
En una cacerola, calienta el agua junto con el piloncillo rallado y la raja de canela.
Cocina a fuego medio hasta que el piloncillo se disuelva completamente y obtengas un almíbar ligero.
Luego, retira la canela.
> Armar la Capirotada:
Precalienta el horno a 180°C (350°F).
Engrasa un molde para horno con mantequilla.
Coloca una capa de rebanadas de pan en el fondo del molde.
Vierte parte del almíbar sobre el pan, asegurándote de mojar bien cada rebanada.
Espolvorea pasas, cacahuates, nueces, coco rallado y queso fresco sobre la capa de pan.
Repite el proceso, agregando más capas de pan y toppings, hasta terminar con una capa de almíbar.
> Hornear:
Cubre el molde con papel aluminio y hornea durante aproximadamente 30 minutos.
Luego, destapa y deja que la capirotada se dore por unos 10-15 minutos adicionales hasta que adquiera un color dorado.
Deja enfriar antes de cortar y servir.