Propone aplicar la inteligencia emocional como materia, desde educación Básica
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Para prevenir trastornos de depresión, estrés y ansiedad, desde la niñez debería impartirse educación relacionada con la inteligencia emocional, a fin de aprender a reconocer y expresar las emociones de manera adecuada, saber enfrentar la frustración, el enojo y la tristeza, sin arrebatos de agresividad, rabietas y berrinches
La psicóloga Alejandra Valdez García explicó que, desde niños, desde que están en el kínder, en Coahuila se debe enseñar como una materia la inteligencia emocional, que consiste en dar herramientas a temprana edad para enfrentar la vida de mejor manera, pues su carencia se refleja en menos tolerancia a la frustración y en mayor riesgo de padecer trastornos mentales.
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“Si desde pequeñitos les damos esas herramientas, va a ser algo muy diferente porque estaríamos previniendo muchos trastornos de personalidad, las depresiones, la ansiedad, todo eso. La inteligencia emocional es darles habilidades para que sepan conocer, reconocer y canalizar sus emociones de manera adecuada”, afirmó.
Esto incluye fomentar relaciones interpersonales más sanas, aprender a comunicar las emociones y sentimientos con asertividad; es decir, hablar, comunicar todo lo que se desee, pero sin lastimar a la otra persona, sin embargo, en las escuelas no se le da la importancia debida a la salud mental.
Actualmente, los niños y jóvenes están acostumbrados a recibir todo lo que piden de manera inmediata y a que se les diga que sí, a todo lo que solicitan a los padres y cuando no lo obtienen se molestan, entran en conflicto y lo toman como si fuera el fin del mundo debido a que no tienen tolerancia a la frustración, indicó.
Algunos especialistas explican que la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer los propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones interpersonales.
“Es la capacidad de comprender nuestros estados de ánimo, la habilidad para controlar las conductas basadas en impulsos, que es la regulación emocional, la capacidad de orientar la energía hacia una meta, un objetivo, e incluye tener empatía, que es la cualidad de entender y vivir como propios los estados emocionales de las otras personas”, explicó.
Comprende tener habilidades sociales, por ejemplo, dar una respuesta adecuada a cada situación, ser más asertivos, saber comunicarse sin lastimar a otras personas.
“Teniendo inteligencia emocional podemos tener relaciones más sanas, conocernos mejor para tomar mejores decisiones. Enseñarlo en los niños, tienen mayor tolerancia a la frustración, que es la capacidad de tener un buen control y gestión emocional ante las situaciones que se van presentando en la vida, mejoran las relaciones interpersonales, aumenta la sensación de bienestar, tienen más empatía y ayuda al manejo del estrés”, explicó.
“El mayor beneficio es que permite a los niños desenvolverse en un ambiente más sano, son más sociables”, dijo, al señalar que deben experimentar emociones de tristeza y enojo, por ejemplo, pero hay que enseñarlos a expresarlos, de lo contrario lo demostrarán con problemas de conducta, reacciones explosivas o agresividad.