¿Qué sabemos realmente de la historia de la Independencia?
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Mientras en el centro del país estallaba el Grito de Dolores, Saltillo recibía la noticia con la celebración de su feria. En Coahuila, la lucha insurgente comenzaba a inquietar a las autoridades por lo que la Iglesia incluso amenazó con excomulgar a quienes se unieran a la causa
En el marco de la conmemoración del 215 aniversario del inicio de la lucha por la Independencia de México, historiadores y docentes saltillenses coinciden en que la versión que se ha enseñado durante décadas en la educación básica es una narrativa generalizada, incompleta y politizada.
Aunque la celebración se lleva a cabo la noche del 15 de septiembre, según la versión oficial, la Independencia de México comenzó con el Grito de Dolores, en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando Miguel Hidalgo y Costilla convocó a levantarse contra el dominio español, marcando así el inicio de un proceso largo y complejo que terminó con la entrada del Ejército Trigarante en la Ciudad de México en 1821, con la consumación de la independencia.
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La historiadora y docente Dukary Martínez afirma que la costumbre de conmemorar el Grito la noche del 15 fue un “capricho” de Porfirio Díaz, quien nació ese día y quiso que la celebración coincidiera con su cumpleaños, aunque el hecho histórico ocurrió la madrugada del 16.
Actualmente, según información del gobierno federal, la Campana de Dolores, símbolo del inicio de la lucha, fue trasladada a Palacio Nacional en 1896 por orden de Díaz, y desde entonces el presidente en turno la réplica cada 15 de septiembre.
Con una visión local, la historiadora Alejandra Martínez señala que en Coahuila, el levantamiento fue breve y la respuesta de las autoridades locales, rápida y severa. Relató que durante la feria de Saltillo, en ese entonces provincia de Coahuila, llegó la noticia de que se gestaba un movimiento armado liderado por Miguel Hidalgo.
“Las autoridades locales, incluido el gobernador se enteran, y hacen una movilización en torno a cómo se puede apoyar desde la provincia a la estructura del virreinato”.
Mencionó que el obispo de Linares estaba presente y sancionó públicamente a quienes simpatizaban con la causa insurgente amenazando de excomulgarlos si estaban a favor de esta lucha insurgente.
Según Alejandra Martínez, este hecho, aunque parece menor, revela la tensión de la época, en la que la Iglesia católica, entonces con gran poder, se posicionaba contra el movimiento.
“La lucha insurgente estaba movilizando, y era una situación que preocupaba en ese momento. Las autoridades locales estaban intentando apaciguar a la oposición”, mencionó.
Por su parte, el historiador César Martínez sostiene que el mito de una nación unida desde el principio contra España es incorrecto pues el movimiento no comenzó como independentista, sino que la creación de un México libre puede interpretarse como una consecuencia de una mala logística y comunicación.
“Eran muchas personas luchando por diferentes cosas, y eventualmente fue como que... pues bueno, un país independiente”, mencionó.
Señaló que además hubo influencias extranjeras, como Haití y Estados Unidos, que ya eran países independientes y tenían interés en que más naciones se independizaran en América.
Para Dukary Martínez, la Independencia fue en realidad la suma de varios levantamientos, principalmente dos bloques que operaron en el norte y el sur del país. La primera etapa, conocida como la Guerra de Independencia (1810-1811), estuvo liderada por Miguel Hidalgo. Tras el Grito de Dolores, su ejército insurgente avanzó hacia Guanajuato, tomó la Alhóndiga de Granaditas y luego se dirigió hacia Guadalajara.
El historiador Carlos Recio considera que este fue uno de los errores estratégicos cometidos por Hidalgo que, como consecuencia, prolongaron el conflicto.
“Uno de sus errores fue no atacar la Ciudad de México y desviarse a Guadalajara, lo que provocó que perdieran esa posibilidad de ganar rápidamente la guerra y que se alargara por diez años más. Hidalgo es un héroe, murió como patriota, pero a fin de cuentas no se mencionan sus errores”, explicó.
Recio mencionó que Hidalgo, sin formación militar, fue comandante por su capacidad para movilizar a indígenas y campesinos, mientras que Ignacio Allende, con experiencia militar, actuaba como su segundo al mando.
Ambos, junto con otros insurgentes, fueron capturados en Acatita de Baján, Coahuila, en 1811, cuando intentaban avanzar hacia el norte para abastecerse de armas.
El exprofesor de Historia del Ateneo Fuente, Víctor Manuel Pérez Ocampo, señaló que la generalización en la enseñanza ha llevado a reducir a los héroes a figuras idealizadas, omitiendo su versión “de carne y hueso”. Por ello, durante sus más de 20 años como docente en el Ateneo, buscó mostrar a sus alumnos la parte humana de los heroes patrios, incluyendo en sus clases aspectos poco conocidos de su vida.
“Cuando hablábamos del padre de la patria, don Miguel Hidalgo y Costilla, yo les hablaba de los hijos que creó con tres mujeres: creó cinco hijos. ‘¿Cómo? Si era un cura’ Pues sí, pero era de carne y hueso”, relató.
Pérez Ocampo explicó que era común que sacerdotes del siglo XVIII y XIX tuvieran hijos, como también lo hicieron Morelos y Matamoros.
Dukary Martínez señaló que Miguel Hidalgo fue un caso excepcional pues en la época no era normal que un cura se levantase en armas, lo que consideró como la parte extraordinaria de este personaje.
Además de Hidalgo, Dukary también destacó la importancia de reivindicar otras figuras históricas que han sido invisibilizadas como Leona Vicario, ella, por ejemplo, que fue una agente de inteligencia y defensora de la causa insurgente; Vicente Guerrero, líder insurgente del sur, que jugaría un papel fundamental en la etapa final del movimiento.
También, tras la ejecución de Hidalgo, el movimiento fue reorganizado por José María Morelos, quien condujo una guerra más estructurada y promovió la redacción de documentos fundacionales para un México independiente.
Según la historia oficial, fue hasta la etapa final (1820-1821) cuando el ex realista Agustín de Iturbide negoció con Vicente Guerrero el Plan de Iguala, que sentó las bases para la independencia con una visión de unidad nacional.
Carlos Recio lamenta que Agustín de Iturbide, figura decisiva para la consumación de la Independencia, haya sido prácticamente borrado de la historia oficial debido a su posterior coronación como emperador.
“Uno de los grandes héroes fue Agustín de Iturbide, porque él, siendo realista, o sea, apoyando al virrey, decidió consumar la independencia con Vicente Guerrero, que era el insurgente. El hecho de decir: ‘Bueno, ya no más derramamiento de sangre, ya México obtiene su independencia’, es un hecho capital, muy muy importante. Sin embargo, después se hizo coronar emperador, y eso es quizá lo que hace que la historia oficial lo haya olvidado”, explicó.
Tras la conclusión de la independencia, en Coahuila, según Alejandra Martinez, ciudades coahuilenses como Parras de la Fuente, Saltillo y Viesca celebraron con orgullo la consumación de la Independencia.
“En Parras de la Fuente, las autoridades empiezan a unirse en la plaza principal de la villa para proclamar la independencia del territorio. Incluso se jactaban de ser la primera ciudad de Coahuila en proclamar la independencia del territorio”, expuso.
Según la historia, México cuenta con dos actas de Independencia: la primera, de 1821, que establecía al país como un Imperio bajo Iturbide; y la segunda, promulgada tras su caída en 1823, que declaró formalmente la República.