Entre lágrimas y gritos de justicia, dan el último adiós a Brisa Izela en Nueva Rosita
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NUEVA ROSITA, COAH.— Con flores, globos blancos y rostros llenos de dolor, familiares, amigos y compañeros de escuela despidieron ayer viernes a Brisa Izela Castellanos Márquez, la niña de 12 años que fue víctima de feminicidio el pasado 8 de junio en Sabinas. Su cuerpo fue sepultado tras una espera de 19 días, marcada por peritajes forenses, indignación social y el inicio de un proceso judicial contra dos personas imputadas por su muerte.
La entrega del cuerpo se realizó al mediodía del viernes en Sabinas, luego de que médicos forenses concluyeran los análisis genéticos requeridos. El cuerpo fue trasladado a Funerales Martínez en Nueva Rosita, y posteriormente a la parroquia de Guadalupe, donde se ofició una misa de cuerpo presente. La comunidad escolar, amistades y vecinos acudieron vestidos de blanco para darle el último adiós.
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El cortejo fúnebre llegó al panteón Santa Rosa de Lima, donde se realizó la sepultura entre música de mariachi, lágrimas y oraciones. El padre José Luis Hernández Bermea, quien presidió la misa, pidió justicia en nombre de la comunidad, subrayando que “nadie merece morir de forma violenta”.
Brisa cursaba el sexto año en la primaria “José María Morelos” y había encontrado en el boxeo una forma de defenderse y motivarse. Su historia estuvo marcada por la adversidad: desde 2023, autoridades del DIF la consideraban una menor en riesgo. En enero de 2024 fue víctima de violación, y el 8 de junio desapareció tras salir con una amiga. Su cuerpo fue hallado el 17 de junio en un predio del ejido Santa María.
Por el caso fueron detenidos Luis “N”, de 28 años, ex policía, y María Elisa “N”, su tía y docente en la Secundaria Técnica 51 de Nueva Rosita. Ambos están vinculados a proceso y se encuentran en prisión preventiva en Saltillo. La investigación complementaria continuará durante dos meses, mientras la familia y su defensa legal exigen que se aplique la pena máxima y no se otorguen beneficios.
El asesinato de Brisa Izela ha dejado una profunda huella en la Región Carbonífera. Su historia obliga a reflexionar sobre las fallas en la protección infantil y la urgencia de actuar con firmeza ante los delitos de violencia de género.
(Con información de medios locales)