El hombre que espera un último viaje en el tren de la ciudad Deportiva de Saltillo
Francisco Martínez es un personaje particular: vive en la Ciudad Deportiva con toda su familia. Él y sus hermanos dieron el primer recorrido en el icónico tren que hoy está descontinuado, alcanzó un rendimiento deportivo destacable hasta que encontró el amor, y conoce los momentos más íntimos y solitarios del parque más concurrido de la ciudad. ¿Por qué añora entonces un último paseo en la locomotora?
Cuando a Francisco le preguntan si le gustaría que se reactivara el tren de la Ciudad Deportiva, sus ojos se cristalizan, la nostalgia se apodera de su rostro y responde: “Yo creo que a todos”. Pero detrás de esa sustentada, hay una conexión especial que va más allá de la mera nostalgia. Francisco creció con la locomotora, viendo a su padre manejarla todos los domingos durante más de 30 años en la Ciudad Deportiva de Saltillo, un lugar que para él no solo era un complejo deportivo, sino también su hogar y su infancia.
La Ciudad Deportiva de Saltillo, bautizada como Unidad Deportiva Francisco I Madero en honor al revolucionario, fue un sueño que inició durante el mandato del Gobernador Raúl Madero (entre 1957 y 1963) e inaugurada en 1967 en la administración de Braulio Fernández.
Fue aquí donde Antonio Martínez, padre de Francisco, encontró una oportunidad laboral y se convirtió en uno de los constructores del complejo, incluida la icónica locomotora que pronto se convertiría en el símbolo distintivo de la Ciudad Deportiva.
La locomotora no solo era un medio de transporte, sino también el corazón de la Ciudad Deportiva. Francisco, con tan solo tres años, fue uno de los primeros niños en subir a bordo del tren cuando este inició sus recorridos en 1970.
Cada domingo, acompañaba a su padre en los trayectos, maravillado por las oportunidades que les ofrecía vivir en ese parque de ensueño: Las canchas, los estadios, las áreas verdes; todo un paraíso para un niño apasionado por el deporte.
Con el paso de los años, Francisco no solo se dedicó al deporte, sino que se destacó en el béisbol, ganando torneos nacionales y latinoamericanos, llevando su talento más allá de las fronteras de Saltillo.
Participó en varios torneos nacionales de beisbol, prefirió ganar en torneos latinoamericanos lo que le permitió conocer la Isla de San Martín, que se encuentra en el mar caribe, y también viajó a Florida, a un mundial de beisbol.
Incluso estuvo cerca de convertirse en jugador profesional, pero el destino tenía otros planes para él. El amor lo llevó a Guadalupe, su esposa, y juntos formaron una familia con quienes compartieron la pasión por la Ciudad Deportiva y su tren emblemático.
La vida es como una locomotora. Y cuando parece imparable, a veces, inexplicable, se detiene. El 17 de julio de 2011, Antonio Martínez, padre de Francisco, murió. La vida es como una locomotora. Y sus vagones están más interconectados de lo que parece. Al poco tiempo, el tren de la Ciudad de Deportiva, la máquina 3038 que evocaba a la legendaria 501 de la revolución mexicana, dejó de funcionar.
Seis años, en 2017, el Gobierno del Estado trató de revivir el espíritu del tren. Pero ni los nuevos vagones ni el nuevo operador fueron necesarios. ¿Cómo lo sería si las malas condiciones de las vías obligaran a cancelar los recorridos dominicales?
Para la reactivación de este atractivo turístico, se requiere alrededor de 2 millones de pesos, de acuerdo con las declaraciones de la titular del INEDEC, Alina Garza. Cabe aclarar que la Ciudad Deportiva depende de esta institución.
Ahora, Francisco anhela que el tren vuelva a partir, no solo por el valor nostálgico que representa, sino porque sabe que es un símbolo compartido por muchos saltillenses. Cada rincón de la Ciudad Deportiva guarda recuerdos y experiencias que perduran en el tiempo, y la reactivación del tren sería un retorno a esas épocas doradas, descubriendo nuevos y gratos recuerdos para las generaciones presentes y futuras.
A pesar del tiempo, de las memorias, de la muerte, de las promesas de gobierno, Francisco espera hoy que el tren parte de nuevo. Que sus recorridos lleven en sus vagones la memoria de su padre, la sonrisa de su propia infancia y por supuesto que alegre a las nuevas generaciones. ¿Lo verán de nuevos sus ojos?, ¿dará un recorrido más?, ¿o será un tren diferente el que pase por él?
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