La cúpula en Saltillo que se desplomó
Ocurrió hace casi 78 años. En el centro de Saltillo se escuchó un estrépito que anunció la caída de la cúpula del templo de San Juan Nepomuceno. Pero aquel estruendo también sentenció el momento en el que se salvaron vidas de puro milagro. Eso último, según cuentan los que ahí estuvieron.
Era sábado 18 de marzo de 1944. Algunos testimonios publicados en redes sociales dicen que aquel día corría mucho viento en la capital coahuilense. Las versiones escritas y documentadas como fuentes oficiales, no mencionan ningún aire bravo.
Eso sí, todos los narradores coinciden en que el hecho fue inaudito. No solo por el ruido, el escándalo y el miedo que generó, también por la historia que se contó a voces tras el hecho.
Esta pudiera ser una narración trágica con muertes de por medio. Pero no lo es. Cuando la cúpula se desplomó, no había nadie en el interior del templo ubicado en la esquina de las calles Miguel Hidalgo y Mariano Escobedo.
No existe una razón clara por la cual la cúpula principal se venció hasta el suelo. Solo ocurrió, de pronto.
Los inicios de este edificio se remontan a una pequeña capilla que se cree que ya existía para 1775 y que fue construida por la familia Arizpe. Casi un siglo después, en 1878, al sur de esos terrenos se fundó el Colegio de San Juan.
La iglesia que conocemos hoy, comenzó a ser edificada en 1879 y estuvo lista tres años después, en 1890.
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El templo operó con normalidad hasta 1944, cuando se cayó la cúpula de la nave mayor. Para evitar que se volviera a caer, su estructura fue reforzada y es la que se mantiene actualmente.
¿Milagro?
Como parte del derrumbe, existe una narración que cobrará sentido para todos aquellos creyentes de los actos divinos, y será de escepticismo para los que no depositan su suerte en alguna fuerza superior.
La cúpula se derrumbó a las cuatro y media de la tarde. Minutos antes, el reverendo Héctor Secondo se reunió en el interior de la nave central con un grupo de señoras de la Congregación Mariana.
En plena junta, una mujer apareció en el sitio para pedir auxilio al sacerdote. Explicó que su esposo en casa estaba en lecho de muerte y que acudía al templo por auxilio espiritual. Por la urgencia que aquel llamado ameritaba, el padre dio por concluida la reunión con las marianas y todas las personas salieron del lugar.
Apenas avanzaron una cuadra camino a la casa del moribundo, cuando a sus espaldas se escuchó el estruendo que provocó la cúpula vencida. Los pedazos de la construcción azotaron justo donde instantes antes estaban sentados.
Pero esta no era la primera vez que al padre Héctor Secondo lo relacionaban con un acto milagroso. Se hizo fama de gozar de ayuda divina luego de la ocasión que curó a un niño agonizante por difteria, una infección aguda de la nariz y la garganta que antes no se podía prevenir con vacuna, como sí ocurre ahora.
De hecho, un año después de la caída de la cúpula de San Juan Nepomuceno, en junio de 1945, el reverendo Héctor Secondo volvió a estar involucrado en un acto lleno de controversia.
Se cuenta que multiplicó las hostias en su copón durante una misa que ofreció en el templo de San Juan Nepomuceno.
La campana que se cayó
Sobre la caída de la cúpula, esta no es la primera vez que al Centro Histórico de Saltillo lo sacude un estruendo. El 10 de marzo de 1987, la conocida como campana mayor de la Catedral de Santiago, azotó en el suelo del atrio.
Se realizaban trabajos de reparación y restauración de 12 campanas de la Catedral y la Capilla de Santo Cristo, cuando las herramientas con las que movían los pesados objetos resultaron insuficientes y provocó la caída de la campana.
Como en el caso de la cúpula de San Juan Nepomuceno, cuando se cayó la campana tampoco cobró vidas.
*Con información de Jorge Fuentes Aguirre, Carlos Recio y Darío Saucedo.
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