La historia de un padre ejemplar que luchó por la custodia de su hija
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Pedro —nombre ficticio de un caso real— ganó tras un duro juicio contra su ex pareja
El alcoholismo llegó a la familia de Pedro —quien mantiene su nombre real en el anonimato para evitar confrontaciones familiares—cuando su hija tenía poco más de ocho meses, tras un parto normal y casi un año de relación con su esposa, el consumo de alcohol se volvió algo recurrente para Mariana, con quien se casó al siguiente día de saber del embarazo.
Pedro tenía 21 años y Mariana 19, después de abandonar sus estudios en el Instituto Tecnológico de Saltillo, el joven padre aceptó un trabajo en una fábrica mientras que su esposa, embarazada, preparaba la llegada de su primogénita.
Todo salió bien, hasta que cuatro meses después las noches de parranda y las falsas tesis de la universidad, hundieron a Mariana en una fuerte adicción al alcohol, y quizá, al consumo de diversas drogas.
“Primero se desaparecía un día, luego dos, me separé de ella cuando un día que la niña —de 8 meses de edad— estaba enferma y le valió, se desapareció una semana y no le importaba su hija”, comentó Pablo, quien en su mirada se refleja el amargo recuerdo de esos dos años que tardó en conseguir la custodia.
CIFRAS Y CASOS
Según datos oficiales, en la Procuraduría de Niños, Niñas y la Familia se atienden al menos 18 casos diarios en las seis delegaciones del Estado, es decir, son poco más de 300 casos al mes de padres que buscan quedarse con la custodia total de los menores.
Fueron en total tres años de juicio, primero en búsqueda de un divorcio pero con un abogado que “solo me sacó dinero y me dio largas, no logré nada en varios meses”; después fue una amiga cercana quien tomó su caso y en 15 días quedó divorciado oficialmente.
Sin embargo, Pedro asegura que lo más difícil fueron las amenazas, las falsas acusaciones de su ex esposa que en algún momento señalaron a tíos e incluso a sus propios padres por maltrato hacia la menor.
“Nada de eso fue fácil, hay un momento en donde tienes miedo de perder, yo solo me preguntaba que haría sin mi hija, es muy difícil soportar todo lo que dicen de ti, de tu familia, y tener que demostrar que ella es la que estaba mal y enferma”
UN PENOSO PROCESO
Este juicio no fue fácil, fue hasta que la mujer, en estado de ebriedad ante un juez, renunció a la custodia al negarse a las pruebas toxicológicas, sin embargo, después de todo, Pedro aceptó las visitas cada dos semanas, que hoy, a cuatro años de la sentencia del juez y con una niña de 10 años de edad, se hacen cada vez menos constantes, pues Mariana hoy no tiene casa ni trabajo debido a la seriedad de sus adicciones.
“Después de todo lo que pasé yo no le digo a los padres que luchen y que lo consigan, yo les digo más bien que reflexionen, si van a pelear por sus hijos háganse responsables, yo peinaba a mi hija, la inscribí a escuela, se trata de hacerse cargo de un ser humano que necesita atención, no los utilicen para fregar al otro”, dijo Pedro con voz firme.
La experiencia que ha vivido, lo forjó como padre y como hombre.
Hoy tanto Pedro como su hija han formado una familia, el hombre continúa trabajando en una fábrica, procurando darle todo lo que está a su alcance a la niña por la que peleó y con la que compartió momentos de zozobra, pero que para él valió cada minuto para salir de la violencia, adicciones y abandono que consumió su primer matrimonio.