Perales Dávila: primero Dios, la familia y todo lo demás
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Cuando entras a la casa de la familia Perales Dávila te das cuenta de que es una familia singular
Juan Manuel Perales Meléndez, el jefe de la casa, saluda amable y con una amplia sonrisa, cuenta que hace casi 12 años se casó con Trinidad Dávila Aguilar, quien desde el portal de su casa mira la calle, esperando al transporte que traerá a dos sus hijos de la escuela.
“Han sido muchos aprendizajes, cuando nació Sebastián, hace 10 años, nos dijeron que tenía un problema en su vista, desde ahí ha sido echar para delante”, cuenta doña Trini al momento en que el transporte del DIF se estaciona frente a su puerta.
Bajan dos niños, ambos personas con baja visión, Sebastián y Leonardo de 7 años, quien apenas cruza el portón de su casa, corre y abraza a su mamá. Entre los brazos de doña Trini está acurrucado Mateo, de 2 meses de nacido. Le da un beso a ella y un beso a su hermanito.
Juan Manuel sigue relatando: “fueron muchas cosas con Sebastián, el diagnóstico fue Catarata Congénita Hereditaria. No podía desplazarse independiente, no gateó, siempre tenía que estar con su mamá, fue hasta los 2 años y medio, después de que lo operaron en Monterrey que caminó con normalidad”.
Al papá se le abren grandes los ojos, se le ponen vidriosos: “cuando ya le quitaron el parche de su ojo, luego de su operación en Monterrey, en el centro, corrió detrás de un montón de palomas, era la primera vez que las veía”.
A los pocos meses llegó Leonardo, y con él la historia parecía repetirse. “Fue diagnosticado con el mismo problema. Se repitieron las citas en el seguro, chequeos, revisiones… hasta hoy, Leo tiene una operación en cada ojo, Sebastián tiene dos operaciones en el ojo izquierdo y una en el derecho, pero siempre con mucha fe en Dios, hemos salido adelante”, narra doña Trini mientras en su cocina acomoda un poco y saca unos juguetes para los niños.
Dentro de la habitación que es cocina y comedor todo pareciera estar demasiado cerca de los habitantes. Por un lado tienen una estufa, del otro un mueble de donde Leonardo saca un tambor, un teclado, acordeón, juegos… los pone sobre la mesa donde ya están listas las pechugas de pollo que comerán antes de que su papá salga al trabajo.
Juan Manuel platica que los dos están en la primaria Pablo L. Sidar, a la que asisten 3 días a la semana, los restantes van a la escuela para invidentes del Club de Leones.
“Siempre les hemos dicho que lo principal es estudiar, yo no pude estudiar una carrera, pero con ellos revivo la primaria, me quedo sorprendido de todo lo que saben, nos enseñan lo que aprenden en inglés, eso nosotros nunca lo vivimos”, dice.
Hay diplomas de reconocimiento por el aprovechamiento escolar de los dos niños colgados en las paredes, también fotos de los menores en un montaje con Juan Pablo II.
“Estamos muy felices ahorita con los 3 niños, ahorita nos dedicamos más en atender a Mateo, cuando nació Leonardo estuvo muy preocupado por mí, cuando llegué a la casa me abrazó y me dijo que me quería mucho”, dice doña Trini meciendo entre sus brazos al más pequeño de la familia.
“Que vean por su futuro, Sebastián quiere ser doctor, y Leo quiere ser maestro. Si se caen se tiene que levantar, no te puedes quedar ahí”, dice el padre cuando le preguntan qué es lo que le enseña a sus hijos.
Sebastián también platica qué le gusta de estar con sus papás, “que son buenos con nosotros, nos enseñan a cumplir nuestras tareas, con todos los trabajos. Cuando nos portamos bien vamos a los parques, a la Alameda. A Leo le gustan mucho los carritos, cada semana que va al súper se trae un carrito”.
Cuando el jefe de familia se prepara para salir al trabajo comparte qué es lo más importante para ellos: “más que nada la unión de la familia, apoyarse uno al otro, no estamos solos, primero es Dios, luego la familia, luego todo lo demás. La unión, más que nada para los hijos, saber comprenderlos, apoyarlos en todo lo que se requiere, enseñarlos a respetar a todos los demás”.
Doña trini también comparte “que se respeten, que se quieran, que se amen, porque la familia es algo que nos deja. La familia es todo, es la unión, convivir, salir a pasear, cuidarnos, hablarnos con respeto, convivan y que respeten a la gente, todo el amor que se pueda dar y cuidarlos en todo sentido”.
Ahora están a la espera de los estudios para Mateo, con la esperanza que descarten el padecimiento de sus hermanos mayores, sin embargo, coinciden que no importa mucho si se tiene algún limitante, lo que importa es el apoyo de la familia para salir adelante.