Propone ecologista de Saltillo un plan de contingencia para gestionar el agua de lluvia y evitar desastres

En vista de los graves estragos que causan las precipitaciones pluviales a la infraestructura urbana, se requiere implementar, a la mayor brevedad posible, un plan de contingencia a largo plazo para la gestión del agua de lluvia en Saltillo.

Dichos percances “deben ser motivo más que suficiente” para que los sectores público y privado, así como la sociedad civil, traduzcan en soluciones definitivas sus preocupaciones y quejas, señaló el ambientalista Rodolfo Garza.

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No solo la ciudadanía está llamada a involucrarse en este asunto, sino también los organismos empresariales de la región, las instituciones educativas y de investigación e incluso los sindicatos, indicó a VANGUARDIA el experto en ecología.

Para el diseño y puesta en práctica de dicho plan, se requeriría incluso la creación del equivalente a una Contraloría Ciudadana, estimó el también excandidato a presidente municipal de Saltillo.

Algunos de los principales problemas que requieren solución inmediata se relacionan con el aumento de los volúmenes de agua de lluvia y la alta velocidad de la escorrentía, causados por la impermeabilización del suelo, que a su vez es resultado de la pavimentación y las construcciones, observó.

Otro aspecto relevante de la problemática se refiere a los cambios en la topografía citadina, que han llevado modificar el direccionamiento de los escurrimientos, con consecuencias desastrosas para las viviendas, calles y automóviles al momento en que el agua busca sus cauces originales.

Garza Gutiérrez consideró que llegó la hora de preguntarse con seriedad para qué han servido el Instituto Municipal de Planeación (Implan) de Saltillo y los diferentes lineamientos en materia de urbanización.

Consideró que la reciente temporada de lluvias aportó valiosa información sobre la forma en que las corrientes de agua pluvial actúan sobre la mancha urbana, sobre todo para corregir los errores que han cometido los fraccionadores, al no considerar los efectos de las precipitaciones pluviales.

Entre dichos errores figuran arroyos entubados o tapados con tierra y pavimento, modificando su curso original, en perjuicio de innumerables colonias.

Lo anterior pone en riesgo a quienes habitan o van a habitar las casas construidas en las zonas que anteriormente permitían el desalojo de las aguas de lluvia.

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El ecologista destacó que, debido a la carpeta asfáltica, importantes volúmenes de agua de lluvia han dejado de filtrarse al subsuelo, para colmo, el sistema de drenaje pluvial es cada vez más insuficiente.

Indicó que los asentamientos ubicados al norte de la ciudad son los más dañados al recibir descargas acumuladas que descienden violentamente de la Sierra de Zapalinamé y el trazo de la carretera a Zacatecas.

Estas corrientes se encuentran luego con arroyos taponeados, invadidos o modificados, o bien, con bardas que se han levantado en derredor de modernos fraccionamientos, mismos que solo sirven como obstáculo adicional a dichos flujos.

Rodolfo Garza se pronunció, no solo por la corrección inmediata de dichos cambios, sino también por planificar el desarrollo urbano con una perspectiva de 50 años, y “un sistema de alerta hidrometeorológica temprana”.