Protestar y vencer el silencio: a un año de la manifestación estudiantil del Tec Saltillo por el “No es cantina”
¿Por qué son los jóvenes quienes están más dispuestos a cambiar las cosas?, ¿cómo es manifestarse en una ciudad que es tildada de apática?, ¿qué ha pasado durante el último año con el pliego petitorio de los estudiantes del Instituto Tecnológico de Saltillo desde que estalló la protesta?
¿Por qué un grupo de estudiantes convierte el silencio en gritos de protesta? Porque la paciencia se agota. Porque la inconformidad que se susurra entre los pasillos de la universidad desde hace varias generaciones se convierte en indignación si no se resuelve. Porque cuando la juventud está al borde del hartazgo, y las autoridades fingen que no pasada nada, entonces la “revolución” deja de ser una opción y se convierte en una necesidad.
Todo empezó la noche 14 de septiembre de 2023, cuando las instalaciones del Instituto Tecnológico de Saltillo fueron utilizadas como área VIP durante la presentación de Grupo Frontera con motivo de los festejos patrios.
En las fotografía se aprecian personas externas a la institución consumiendo bebidas alcohólicas durante el concierto, así como áreas llenas de basura con latas y botellas.
Lo que para muchos fue intrascendente, para la comunidad de los Burros Pardos fue una ofensa al considerar que la clase política y gente que no pertenece a la casa de estudios, usaron el recinto educativo “como cantina”. Además se cobró por el uso del espacio.
Esa afrenta fue el último capítulo de una larga historia de abandono en la universidad: aulas sin mantenimiento, baños inservibles, laboratorios olvidados.
Protesta, manifestación, reclamo, plantón. Los nombres en los medios de comunicación y redes sociales variaron. Las primeras opiniones fueron negativas. Pero los alumnos lo tenían claro: no fue por terquedad. No se trataba de una queja sin fundamento. No fue un movimiento de acarreados.
Fue una declaración de principios que sumó la voz de egresados y estudiantes actuales en buscaba dignidad, respeto y soluciones.
Las calles de Saltillo tenían 36 años sin escenario de un movimiento estudiantil como este, según historiadores, periodistas y académicos.
La última vez que los jóvenes habían demostrado su inconformidad fue en 1984, cuando los alumnos de la Universidad Autónoma de Coahuila lucharon para defender la democracia y combatir actos de desvíos, corrupción y elecciones turbulentas.
A este le precede el del 73, cuando la casa de estudios logró su autonomía al luchar para que la Rectoría fuera designada su comunidad académica y no impuesta por el Estado.
Se han presentado otros movimientos, como las frecuentes huelgas de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro que están más vinculadas con temas labores y sindicatos. Conflictos en escuelas o facultades aisladas. Pero nada tan grande.
Por eso en septiembre de 2023, Saltillo se volvió a preguntar ¿qué ocurre cuando las calles se convierten en el campo vivo de una protesta?
La importancia de este movimiento, dice el historiador Carlos Recio Dávila, radica en que se demostró una rabia que había estado dormida por más de tres décadas, y fue puesta en búsqueda de reivindicar y redignificar ciertos ideales valioso para la juventud. Aunque claro, dice, la prueba del tiempo es la que manda.
¿Tomar las calles fue entonces un acto desesperado o una estrategia? Keyla Martínez, una de las estudiantes que participaron en el movimiento, lo explica así:
”Sabíamos que al cerrar una arteria tan importante, nos iban a escuchar. Al presionar de esa manera, logramos que las autoridades federales nos atendieran y que las locales admitieran su error y nos apoyaran”.
Padme Rangel, representante de los estudiantes de Ingeniería Industrial en el Movimiento, añade que al uso del Tec Saltillo como “cantina” se suma que “los baños estaban en decadencia” y “los laboratorios abandonados”.
Por eso justifican que el bloqueo del bulevar Venustiano Carranza no fue solo un gesto de resistencia, sino una declaración de dignidad.
El artículo 9 de la Constitución Mexicana señala que “No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito”.
La vialidad obstruida es el punto neurálgico del tráfico en Saltillo. Así que por mucha justificación que exista, se presentaron inconformidades.
Ana Guajardo, también alumna, considera que tomar la calle fue una experiencia que, a pesar de las inconformidades e incomodidades causadas, demostró apoyo: “La ciudadanía entendió nuestros motivos. Nos trajeron comida, cobijas, se unieron a nuestra causa. Aunque algunos se quejaban por la incomodidad, esa incomodidad fue la clave para que nos voltearan a ver”.
¿Qué hace que la resistencia perdure? El bloqueo del Movimiento Estudiantil Burros Pardos no fue una acción impulsiva ni breve, dice Keyla Martínez. “Queríamos estar seguros de que realmente se haría el cambio que necesitábamos”.
El plantón se prolongó varios días. Y aunque al inicio la ciudadanía y los empresarios presionaron para que se reabriera la circulación alegando el lugar común de las protestas, que “esas no son formas”, que tenía que buscar soluciones “sin incomodar a otros”, con el tiempo la opinión publica cambió.
El movimiento ganó respaldo. Y con eso los burros pardos se convencieron de no levantar el plantón hasta que sus demandas fueran atendidas.
La noche del 19, los estudiantes quedaron en tinieblas, pues las farolas que iluminaban el punto de reunión frente al Tec Saltillo no encendieron.
A nadie le consta que se tratará de una manera de querer hacerlos regresar a casa, pero esa noche los cables de las luminarias habían sido cortados. Este evento quedó marcado en la historia del movimiento, pues los jóvenes estudiantes de ingeniería volvieron a reconectar la energía.
“Quitarle la luz a los ingenieros no sirvió porque los ingenieros pudieron resolverlo. No podemos comprobar quién fue, pero sí habían sido cortados, querían que nos fuéramos”, mencionaron integrantes del movimiento recordando los obstáculos que enfrentaron durante los días de protesta.
El 20 de septiembre los estudiantes celebraron el primer triunfo: la destitución de la entonces directora Gloria Hinojosa. Sin embargo, esto no sanaba años de abandono en el Tecnológico de Saltillo, por lo que la lucha se prolongó una semana más.
No hubo actos violentos durante la protesta. Pero los estudiantes consideran que sí hubo intimidación, como la presencia de militares.
Guajardo lo describe como un momento tenso, pero que eventualmente se resolvió con un entendimiento mutuo: “No fueron agresivos, nos dejaron en paz”.
¿Por qué permanecer ahí, a pesar de todo? Los estudiantes lo tenían claro: las universidades no solo educan en conocimientos, sino también en resistencia y lucha.
Tal vez si menos gente soportara las injusticias y luchara por lo que les importa. Tal vez si recurrieran a la digna rabia y a la indignación y a la protesta. Tal vez si más gente bloqueara las calles, habría más cambios.
Esta era una batalla por su derecho a una educación digna, y cada día de protesta reafirmaba su compromiso: consigo mismos, frente a sus compañeros, frente a las autoridades del ITS, con otras universidades, con una ciudad que se dice orgullosa de sus rebeldes grabados en la historia.
A los 10 días se llegó a un acuerdo. Las autoridades municipales y estatales, junto con representantes estudiantiles, firmaron una carta de no represalias, garantizando la seguridad de todos los participantes.
Además, se comprometieron a cumplir el pliego petitorio de 22 puntos, incluyendo la renuncia formal de la directora Gloria Hinojosa y la designación de Ania Guadalupe Sánchez Ruiz como directora interina. Fue entonces cuando el plantón se levantó y la vialidad liberada.
¿Los movimientos sociales, y en especial los estudiantiles, sirven para sanar? Ania Ruiz, ahora directora de la Institución reflexiona: “Cualquier eventualidad es un punto de referencia, un recordatorio de que podemos hacer las cosas mejor”. No se trata solo de cumplir con un pliego petitorio, sino de aprender a escuchar, a mejorar y a servir a la comunidad con humildad. “No somos perfectos, pero somos perfectibles.”
Los estudiantes del Instituto Tecnológico de Saltillo no solo levantaron la voz, sino también cimientos nuevos para el futuro. Padme Rangel lo expresa con orgullo: “Gracias a que ahora tenemos una directora que escucha con el corazón, hemos avanzado en el pliego. Ya hemos visto cambios, desde los techos de los laboratorios que tenían 40 años sin ser renovados, hasta baños nuevos y dignos y una cafetería preciosa.”
El movimiento ha unido a los estudiantes y las instituciones: “Estamos buscando mayor acercamiento con empresas, programas internacionales, y oportunidades para nuestros estudiantes y docentes”, comenta Ruiz.
Este 18 de septiembre de 2024 no solo se rememora y celebra aquel movimiento que fue visto como una bocanada de aire fresco para quienes eran conscientes del hartazgo. También se celebra el avivamiento de la llama de la resistencia en los jóvenes estudiantes.
Carlos Recio señaló que el movimiento pasó a formar parte de la historia local, pues desde 1984 no se veía un movimiento así de grande.
Además, parte de su importancia radica en su inscripción como antecedente de otros movimientos que se han suscitado en los últimos meses, como las manifestaciones en la Universidad Autónoma de Coahuila y en la Universidad Americana del Noreste (UANE).
“Es una manifestación de que la llama de la rebeldía está presente. Cuando hay un movimiento como el que hubo en el Tec, de alguna manera hay un proceso de ósmosis, de tomar ideas para también buscar la reivindicación de ideales que por ahí andan flotando en otras instituciones”, dijo.
Keyla recuerda que a propósito de esto, un egresado le confesó: “Nos reprimían, los maestros decían que nos reprobarían si protestábamos”.
Los estudiantes de hoy ya no son los mismos de ayer, dicen algunos involucrados en la manifestación del ITS. Esperan que, de ser necesario, en cualquier centro educativo, de cualquier nivel, los alumnos se alcen, se unan, se rebelen y peleen por lo que consideran justo.
¿Por qué protesta, entonces? Porque solo así, dicen los burros pardos, se derroca el presente que no sirve y construye el futuro que uno cree que merece.
*El pliego petitorio presentado por los estudiantes en septiembre de 2023 ha sido cumplido parcialmente. Los primeros cuatro puntos fueron los determinantes para la instalación y levantamiento del plantón. Del resto, algunos tienen avances mientras que en otros no se han iniciado acciones.
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