Relatos y retratos de Saltillo: Casualidades y secretos de la icónica calle Victoria

Saltillo
/ 30 mayo 2021

Al profundizar sobre la segunda cuadra de esta vía saltillense, se nos revelan singulares personajes, inmuebles que dejaron una marca y muchos recuerdos

Decía el filósofo francés Voltaire: “la casualidad es una palabra que carece de sentido; nada puede existir sin una causa”. Veamos qué tan cierta es esta aseveración.

Al caminar hacia el poniente por la acera norte de la calle Victoria, al pasar el templo de San Esteban, nos encontramos con la calle de Padre Flores. En 1893 el obispo Santiago Garza Zambrano donó al municipio de Saltillo la parte poniente del terreno contiguo al templo de San Esteban, el cual fue utilizado como panteón del antiguo pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.

En la esquina norponiente de Padre Flores y Victoria, número 162, se encuentra una construcción que data de los años cuarenta del siglo pasado, en ese lugar estuvo el consultorio de un dentista norteamericano de apellido Norton, el cual fue muy querido por los habitantes de esta ciudad.

Al dirigir la vista hacia la parte de arriba del inmueble, la ciudad guarda un pequeño secreto, casi inadvertido, hay un azulejo con las fechas 1592-1944, es de suponer que la primera fecha se refiere a la fundación del panteón y la segunda, sea tal vez cuando se terminó de construir ese edificio.

Frente al edificio, sobre la banqueta, estuvo por casi 50 años el puesto de periódicos y revistas del voceador Antonio Rodríguez Martínez, apodado La Bola.

Seguimos al poniente, nos topamos con la segunda puerta, Victoria 170, ahí se levantó la casa y consultorio del dentista Rodolfo Garza Cepeda, sobre esta propiedad, mi amigo Roy Carrum me comentó que una empleada doméstica que trabajaba para la familia del cirujano, al encontrarse en el patio trasero, repentinamente fue a parar a una antigua tumba tlaxcalteca cuando se abrió el suelo a sus pies y de inmediato fue rescatada salir ilesa, aunque el susto fue mayúsculo.

Años más tarde la casa fue restaurant café y al venderse la casa abrió una zapatería.

Damos otros pasos al poniente, nos remontamos al año 1873, en ese lugar que antiguamente tenía el número 16, se localizaba el negocio de platería y relojería de Rosa Peña e hijo, primera y tal vez única mujer en dar mantenimiento al reloj de la capilla del Santo Cristo.

En 1911, en ese mismo lugar, abrió el Teatro Morelos donde se instaló el primer cine de la ciudad, años después el cine Palatino y por último el cine Apolo, que dio servicio hasta 1919.

Por la década de los 30 se erigió una casa de dos pisos, el propietario era el dentista Pedro Ortiz Flores. La casa fue demolida en la década de los 70 del pasado siglo y durante el proceso de echar abajo la casona, una de las máquinas sufrió un hundimiento y fue a parar a una tumba del antiguo panteón. Sobre ese solar recientemente abrió una zapatería.

REMEMBRANZAS Y CONTINUIDADES

En la puerta contigua, Victoria 208, existe un edificio construido de adobe, que nos recuerda un poco el estilo de los pueblos del viejo oeste. Ahí en 1886 Guillermo Purcell estableció la sede de las oficinas de la primera Cámara Nacional de Comercio de la ciudad, en la actualidad en el local se venden gorditas de infinidad de guisos, en la siguiente puerta del edificio, en la década de los 40 a los 80, estuvo el local de la platería Saltillo Silver Factory. Hoy se encuentra la tercera zapatería en menos de 30 metros recorridos.

Ahora nuestros pasos nos llevan a Victoria 234, nos remontamos a 1875, ahí estuvo el mesón de San Esteban, después hotel con el mismo nombre, sin movernos del lugar en los primeros años del siglo veinte llegó a la ciudad el dálmata Simón Tomasichi, para abrir el hotel Tomasichi, en el establecimiento se hablaban varios idiomas y se preparaba comida internacional, poco antes de la Revolución Mexicana, Tomasichi traspasó su hotel al señor Nicolás Sainz, lo renombró Nuevo Hotel Tomasichi.

EL ARIZPE SAINZ, A DONDE FIGURAS DE SU TIEMPO ACUDÍAN

Sobre lo que fue el viejo hotel y de acuerdo con los tiempos modernos, se construyó en 1934 el Hotel Arizpe Sainz, durante varias décadas personalidades del toreo, farándula y políticos lo hicieron suyo, al cerrar, a mediados de los años ochenta, el edificio fue convertido en las oficinas de la Secretaría de Educación Pública.

A unos pasos del antiguo hotel Arizpe estaba la casa donde nació el escritor Julio Torri Maynes, con el paso de los años la casa se convirtió en tienda de curiosidades, en la siguiente puerta estaba la platería Taxco Silver Factory de Antonio Martínez y Marina Criollos.

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