Saltillo: ¿batalla con las combis que no pasan? Encontrar un taxi también es un suplicio
COMPARTIR
Sin menospreciar el sentir de la gente de rancho, cuya experiencia con el transporte es de por sí amarga, se puede afirmar que en pleno siglo 21 una ciudad como Saltillo, en pleno desarrollo económico, tenga qué sufrir no sólo las deficiencias del transporte público, sino también del privado.
En carne propia, el reportero sintió lo que significa esperar que una de los más de 4 mil unidades en circulación, se aprestara a dar el servicio luego de un largo viaje desde la ciudad de San Luis Potosí y la necesidad de transportarse localmente en Saltillo.
TE PUEDE INTERESAR: ‘Microondas humano’: crónica viral denuncia la odisea de viajar en el transporte público en Saltillo
Sábado, 2:30 de la tarde, el usuario, con su presupuesto no tan holgado, pero suficiente para viajar de la mini central de autobuses, ubicada en el Bulevar Nazario Ortiz Garza y José Musa, hasta su centro de trabajo en Venustiano Carranza y Chiapas, esperó y esperó.
Como el tiempo ya apremiaba, se movió con todo y maleta —con peso de unos 15 kilos— y mochila sobre Musa, donde ni de chiste se asomó alguna unidad durante 15 minutos, lo que le dio la idea de cruzar el muy transitado bulevar hasta Sam’s Club, creyendo que ahí podría haber algún carro. Esfuerzo inútil.
No quedó más que tomar sus cosas y caminar por todo el bulevar Nazario, entre el chipi chipi que se dejó venir, entre los cientos de vehículos —unos tres de ellos, taxis ya ocupados— que pasaron en el tramo comprendido desde LaFragua hasta Abasolo, donde de nuevo esperó y esperó.
Afectado por su capacidad visual, para este reportero no es fácil ver lejos, así que la oportunidad de abordar un taxi se limitaba a aquellos que podía apreciar a distancia corta, lo cual es un problema que enfrentan muchas personas en su diario andar.
Cansado, pero con la necesidad de llegar a su centro de trabajo la caminata continuó. De nuevo tomó las maletas y se dirigió al bulevar López Mateos esperando tener mejor suerte, pero lo único que consiguió fue un baño de agua puerca en su andar cerca de la cuneta, cortesía de una camioneta.
“Vámonos hasta el bulevar Galerías, ahí debe haber movimiento de taxis”, pensó más esperanzado que realista. En ese contexto, se percató de que en la parada de la combi ruta 2A había por lo menos seis personas esperando. Es sabido que las unidades tardan entre 45 minutos y una hora en pasar, y eso entre semana.
Pero continuando con el viacrucis del usuario de taxi, el paseo obligado siguió, había pasado una hora y ya resignado, atravesó hasta el bulevar Venustiano Carranza, caminó hasta el Centro Hospitalario La Concepción y cruzó el puente.
Los comentarios en el sitio, por parte de otros usuarios versaron sobre lo difícil que es conseguir un taxi en esos lugares, la mayoría de las pocas unidades que pasan va ocupada y mejor esperar el camión o de plano caminar largos tramos para llegar a su destino.
Hablar de transporte por aplicación implica un gasto más alto que no todos están dispuestos a utilizar o no traen el suficiente dinero para los trayectos largos. “En la mera pobreza”, opinó una de las personas que aguardaba la combi.
Ahí al costado del distribuidor vial, una unidad de la ruta Periférico salvó la situación, suerte que al menos no tuvo que esperar más de 15 minutos. Agotado, el sufrido usuario por fin pudo respirar y llegar a su destino. Por supuesto, tarde.