Saltillo: entre papel y pixel, el arte como espejo del desabasto
La lluvia no detuvo a nadie. A pesar del aguacero que llegó Saltillo, el espacio de Residencias Corona se llenó de visitantes. Artistas, músicos y curiosos acudieron a la inauguración de la exposición colaborativa entre Likabet y Noé Silva. Un encuentro donde el arte no solo se contempló, sino que también se conversó, se cuestionó y hasta se celebró.
La exposición, resultado de una colaboración intensa y dinámica, se construyó a partir de dos lenguajes visuales completamente distintos: el alto relieve en papel de Likabet y la ilustración digital de Noé. El resultado fue una serie de piezas que, sin necesidad de explicaciones, hablan por sí solas. Hay humor, hay belleza, pero también hay un eco claro de lo que sucede en la ciudad.
TE PUEDE INTERESAR: Saltillo: ¿Cómo solicitar el reembolso del cargo extraño de Parkum?

Ambos artistas evitaron dar una lectura única a sus obras. Noé comentó que “queremos que las personas saquen sus propias conclusiones”, y destacó que muchas veces se le exige al ciudadano cuidar el agua, pero poco se dice sobre los grandes consumidores.

Likabet habló de la importancia de no satanizar, sino de generar una semilla de reflexión. “Cuando no estamos conscientes de una problemática que eventualmente va a afectarnos, entonces no sucede nada”, señaló.

Las piezas expuestas retoman símbolos reconocibles —como el Cañón de San Lorenzo, botellas oscuras y hasta fauna local— para transformarlos en metáforas sobre la apropiación, el consumo y el paisaje. Sin emitir juicios explícitos, los artistas invitan a observar lo cotidiano con otros ojos.

El ambiente del evento también ayudó a romper la rigidez que a veces rodea al arte contemporáneo. Hubo música, charlas informales y una sensación compartida de comunidad. La exposición no se sintió como un acto solemne, sino como una fiesta con intención: una que pone sobre la mesa temas que se viven a diario y que rara vez se discuten desde lo estético.

Más allá del mensaje, las obras conquistaron también por su forma. La fusión entre lo tridimensional del papel y la planitud vibrante de la ilustración creó un contraste armónico que sorprendió a más de uno. Fue una mezcla que, como la exposición misma, no buscó agradar por completo, pero sí incomodar lo suficiente como para mover “algo”.
COMENTARIOS