'El chemo': Crónica de una inhalación mortal

Semanario
/ 28 septiembre 2015

Narraciones de un vato dispuesto a meterse a un callejón sin salida: el resistol

Saltillo, Coahuila. Ya va para un rato que está ahí, la cara buceando dentro de la bolsa de resistol amarillo; tiradooooote en el suelo de una casa abandonada, con la banda; aspirando por la boca y la nariz ese olor y sabor como a metal del 5000.

Chemeando, sí, poniéndose hasta la madre, sí, bolseando, sí, dándose una viasa acá, como dice el barrio.

Nomás de puro curioso que es, no es chemo, neta que no, lo que pasa es que quiere saber lo que se siente andar de loco, loquear, como dice la bandita de su cuadra.

Es su primera vez y, la neta, anda medio apanicado, culeado, porque ha leído en internet que un consumidor de inhalables se arriesga a sufrir el Síndrome de Muerte Súbita por Inhalar y que la muerte puede suceder la primera o la centésima vez que se usa un inhalable, ¡chale!

Está con la boca y la nariz sumergidas en la bolsa de resistol, succionando duro, sin parar y de repente sale como espantado a la superficie porque, entre los vapores del 5000, se acaba de acordar de lo que leyó en internet sobre que la muerte por asfixia puede producirse al sustituir el oxígeno por el producto químico, primero en los pulmones y luego en el sistema nervioso central, de forma que cesa la respiración y, como dice la raza, le da culo.

Varias veces ha sentido, ¿quizá por sugestión?, que se le va el aire, que le sudan las manos, que está mareado, temblando, y que va a caer como mosca fumigada.




Que embotado y aturdido está, es como si se cargara una peda de horas.

Tiene la lengua enredada y parece que todas las cosas a su alrededor se hubieran tornado borrosas, torcidas.

No se imagina lo que deben sentir los morritos de ocho ó 10 años, él tiene 19, que son adictos al chemo, al thinner o al spook, y que en el último año acudieron con sus padres al Centro de Integración Juvenil de Saltillo en busca de ayuda.

Ha disminuido la edad de inicio de experimentación con este tipo de sustancias. En 2012 era de 14 años, en 2013 logramos identificar que la población de alto riesgo son los niños de 10 años de edad, y lo que percibimos es que por cada niño que acude a recibir atención, puede haber otro grupo, por lo menos, de nueve jovencitos que no vienen, dice Norma Alicia Pérez Reyes, la directora de este organismo.

Y él no sé imagina lo que puede sentir un morrito de primaria o secundaria que, por imitar o experimentar, se pone con el thinner o el resistol que encuentra en su casa o que le ofrecen sus compas de la pandilla con la que se junta en la esquina.

El doctor Carlos Vargas Domínguez, especialista en adicciones, explica que está bien demostrado que el crecimiento y maduración del cerebro de una persona se establece hasta los 21 años de edad, por lo tanto alguien que utiliza solventes a los 10 años, 11 años, nueve años de edad, experimenta un daño orgánico fuerte.

Se está riendo, de todo se ríe, de cualquier jalada que se acuerda se ríe.

Se está acordando de sus morras, quién sabe por qué, de la primera vez que folló con una chola, como hoy que es la primera vez que resistolea, que se da un resistol, como dicen los locos.

De repente se le ha soltado la lengua y comienza a soltar secretos que en su sano juicio, piensa, no le contaría a nadie.

Menos mal que no le ha pasado como a un compa de la casa Cristo Vive, al que el chemo y el tolueno desinhibían a tal grado que le entraban ganas de robar y matar gente. No mames.

Muchas veces usaba resistol con la finalidad de poder expresarme más con las personas y el resistol te da facilidad de palabra, yo no sé qué tenga, pero te da facilidad de envolver a la gente, de pedir algo, de hablar con las personas, parece que oye que le dice el vato de Cristo Vive.

Qué fácil y qué barato le ha resultado conseguir el resistol, ahora que se acuerda, y eso le causa hilaridad.

57 pesos por una mugre lata de un cuarto de litro, lo suficiente para ponerse un buen rato con sus compas de la banda y hasta les ha sobrado, como a otro cholo de la casa Cristo Vive que con 50 pesos de resistol le alcanzaba para encerrarse en su casa hasta cuatro días seguidos inhalando, sin comer, sin tomar agua,

 

Él cree que es por eso, sí, ha de ser, divaga, que en los bajos fundos de las zonas marginales, periféricas, que en los barrios bajos de las metrópolis los inhalables como el Chemo, son considerados las drogas de los pobres y así lo advierte Weimar Jiménez Albores, el secretario técnico de la Dirección de Policía y Tránsito Municipal.

Aunque el doctor Carlos Vargas, Domínguez, especialista en adicciones, aclara que los inhalables no necesariamente son utilizados por las clases bajas y pone como ejemplo a un paciente adinerado suyo al que no le importaba intoxicarse con thinner, si hablaba con la Virgen de Guadalupe.  

Y pensar que el señor de la ferretera del barrio no le pidió su nombre, su dirección, su teléfono, su identificación

No le preguntó su ocupación ni el motivo de compra del pegamento, datos que deben quedar asentados en el Libro de Control de Venta de Inhalantes, Solventes y Adhesivos, que este tipo de establecimientos debe entregar al área de Regulación Sanitaria de la Secretaría de Salud. ¡Qué guasa loco!

El sabor del resistol le es realmente amargo, desagradable al golpe y confiesa que para ser la primera vez, no le ha gustado.

No se explica entonces por qué el chemo es tan popular entre los morros de la colonia, a pesar de que la última Encuesta Nacional de Adicciones reporta que apenas un 0.9 por ciento de la población general ha consumido inhalables al menos una vez en su vida.

Y esto contradice lo que expresa Carlos Alberto Pacheco Cornado, el fundador y director de las casas de rescate Cristo Vive de México, sobre que el 60 por ciento de los 18 mil hombres y mujeres que atiende esta organización, han sido adictos a los inhalables:

Resistol, thinner, tolueno, espray, gasolina, helio, cloruro de etilo, marcadores, pegamento para reparar neumáticos, aires comprimidos para limpiar computadoras, entre otros, de los 1000 tipos de inhalables que existen en el planeta.

Como que algo tiene ese olorcito, piensa, que atrapa, que atrae a la gente.

Es un acto muy compulsivo, hay pacientes que refieren que al iniciar no puedo parar, hasta que se les acaba lo que ponen en la bolsita y le piden al de junto oye, pásame tantito, la cuestión es que me engancho y sigo y sigo, explica Aída Eugenia Preciado González, la responsable de la Unidad de Especialidades Médicas del Centro de Atención Primaria en Adicciones (UNEME - CAPA) en Saltillo.

Lo que no le cabe a Él en la cabeza es ¿a quién diablos se le ocurrió que podía agarrar un producto industrial como el thinner o el chemo para ponerse?

 

Mario Alberto José de los Santos, el director del Centro Estatal de Salud Mental en Saltillo, dice que el primer caso de intoxicación por inhalables debió reportarse en la literatura médica a finales de la década de los cincuenta.

Carlos Alberto Pacheco Cornado, el fundador y director de las casas Cristo Vive de México, habla del caso Saltillo:

Empezamos a trabajar con las persona con problemas de adicción desde el 96 y a andar en las calles de Saltillo: enl Valle de las Flores, Satélite Norte, Sur, Guerrero, Morelos, Fundadores, y vimos que un fenómeno muy común era la tinta fuerte, fue lo primero que yo vi que inhalaban.

Pero como que empezó a pasar de moda y luego se introdujo el thinner y ahora veía a muchos adolescentes y jovencitos usando thinner, un solvente que pera ellos era muy fácil de conseguir y que no manchaba la ropa. Hoy encontramos a niños de 10 años adictos al resistol. El resistol superó y rebasó al thinner.

Desde entonces los inhalables se convirtieron, al menos en Saltillo y de acuerdo a las estadísticas del Centro de Integración Juvenil, en la droga ilegal de primer uso, antes de la mariguana y la cocaína.

Ahora sí que está como atontado, aletargado, tumbado en el piso de la tapia en la que está loqueando, por primera vez, con sus compas de la banda.

De repente tiene como un sobresalto porque se está acordando del alucín que tuvo un morro amigo suyo internado en el centro cristiano para adictos Mesón del Cielo.

El morro estaba recostado sobre una gran roca en el monte, cuando sintió que una motosierra le pasaba por la cabeza y le rebanaba el cuerpo.

Varias veces, mientras está chemeando, ha estado a punto de mancharse la cara y la ropa con el resistol.

Carlos Alberto Pacheco Cornado, el fundador y director de las casas Cristo Vive de México, cuenta de un muchacho que llegó con la playera pegada a la piel, después de que se le chorreara el bote de resistol cuando se quedó dormido. El proceso de despegarle la prensa fue realmente doloroso para el muchacho.

Los minutos transcurren lentos, Él sigue conversando, de mujeres, pero como que a ratos se le va el avión

Ya van varias veces que pierde el hilo de la charla y se queda como pausado, ciclado, en standby.

Les pide entonces a sus compas de la banda que lo regresen a tierra, porque no se acuerda de lo que estaban hablando, neta que no se acuerda.

Ellos se ríen y dicen que es como si se hubiera desconectado del mundo por unos instantes, te fuiste, le cuentan y se ríen, pero la verdad es que esto puede ser más grave de lo que parece.

Roberto de Luna Dávila, coordinador del Consejo Estatal contra las Adicciones de la Secretaría de Salud en Coahuila, asegura que los inhalables pueden llegar a matar millones de neuronas en segundos, desde la primera intoxicación.

Nomás de imaginarse que ya se le ha muerto la única neurona que le quedaba en el cerebro le da horror, dice a sus compas.

Estas sustancias son disolventes de grasas y de alguna forma lo que tenemos en el cerebro, en todo el sistema nervioso, son grasas, líquidos, y esto destruye, dice Mario Alberto José de os Santos, el director del Centro Estatal de Salud Mental en Saltillo.

Hace más de una hora que está loqueando y hasta este momento no ha alucinado, y le extraña porque ha leído que las alucinaciones visuales y auditivas son algunos de los efectos, más o menos, inmediatos del chemo y eso le produce escozor, escalofríos   

Nomás de pensar que le pase lo a que un cholito de Mesón del Cielo, el alberge cristiano para la recuperación de adictos en Saltillo

El cholito estaba bolseando, poniéndose un resistol en la calle y empezó a alucinar una galleta Triki trake que se le paraba enfrente y empezaba a bailarle.

De repente la galleta se echó a correr y el cholito se fue detrás de ella. Qué loco ¿no?

Nomás de pensar que le pase lo que a otro compa de la casa Cristo Vive de Saltillo, que se ponía tan chemo, pero tan chemo, que se creía un dragón, un gato, un león, un tigre, un caníbal y quería morder a la gente.

Él vuelve a zambullirse en la bolsa de resistol y hasta ahora se ha percatado de que cada vez que le da el jalón al chemo le arden los ojos y como que la nariz me pica.

Sus compas le preguntan que cómo se siente y Él responde que como embotado.

Al menos no ha tenido la visión esa de los duendecillos azules, narizones, arrugados, con tres pelos en la cabeza y pies grandes, con que solía alucinar otro vato adicto en recuperación de la casa Cristo Vive.

O la visión aquella del panteón lleno de cruces, lápidas y muertos que se levantan, que tenía a menudo, estando chemo, otro habitante de esta casa de rehabilitación, experto desde los 13 años en esconder la bolsa o el bote de resistol en la mochila, para luego ponerse en los baños de la secundaria, sin importarle que sus compañeros de clase lo vieran.

Todo lo que el vato quería era fugarse de la realidad de violencia y abandono, que vivía en su casa:

Esta, lamentablemente, es una adicción muy dada a lo depresivo, a dañarse, a autoinfringirse daño. Saben de antemano que este tipo de sustancias daña y no les interesa, no importa que acabe loco, me importa salir de donde vivo, no parecerme al tipo que estoy viendo en el espejo, dice Caros Vargas Domínguez, especialista en adicciones.

Y Él se pregunta ¿qué alucinará, cuando ande más loco?

Juan Manuel Galarza, el psicólogo de la Unidad de Especialidades Médicas del Centro de Atención Primaria en Adicciones (UNEME - CAPA) de Saltillo, precisa que el tipo de alucinación depende mucho del contexto familiar, social, cultural, laboral, de historia personal y, sobre todo, del estado emocional en que se encuentre el individuo, al momento de chemearse.

Gracias al cielo no se han presentado hasta ahora los delirios de persecución ni le ha dado a este compa por hablar con las piedras o las paredes, como les ha sucedido a morros de la pandilla.

Se ha hecho de noche y Él, que ha perdido por completo la noción del tiempo, sigue con la cara sambutida en la bolsa de resistol, succionando fuerte por la boca y la nariz.

Pero se detiene un momento porque en medio de su loquera ha escuchado clarito cómo el corazón le late rápidamente y la sangre corre veloz por sus venas. Está agitado.

Por ahí ha leído que Inhalar estos productos químicos, de forma prolongada, puede inducir a un latido del corazón irregular y rápido y conducir a una insuficiencia cardíaca y a la muerte, en cuestión de minutos. Decide parar definitivamente.

El problema es que los muchachos no saben que este tipo sustancias son más agresivas que otras, porque atacan inmediatamente el sistema nervioso central y esto nos puede ocasionar un paro cardio – respiratorio, alerta Caros Vargas Domínguez, especialista en adicciones.

 

Deja botada en el suelo la bolsa de resistol, sus compas, medio en broma, medio en serio, le piden que se pare y dé algunos pasos.

Parece que ha logrado con dificultad mantener el equilibrio, pero se siente tan mareado y todo a su alrededor esta tan nuboso que

Mario Alberto José de los Santos, el director del Centro Estatal de Salud Mental de Saltillo, cuenta que a lo largo de su carrera profesional ha visto a pacientes que, no con muchos consumos de resistol y thinner, han quedado ciegos o paralíticos, irreversiblemente.

Pacientes con bajo peso, daños pulmonares y que muestran, en pruebas neuropsicológicas, evidencias de un deterioro orgánico secundario al uso de inhalables.

Otro interno de Mesón del Cielo platica que el chemo le dañó la memoria y su capacidad para razonar.

A Él lo que le da miedo es quedarse en el viaje, loco, avionado, igual que los vatos que ha visto caminando como zombis por el barrio.

Quiere regresar a su casa, les dice a sus compas, pero está preocupado porque sus familiares, sobre todo su jefa, vayan a descubrir, por su olor a resistol, que ha estado loqueando.

Varios morros de la casa Cristo Vive, platican de cómo algunos locos combinan el chemo con Tang o Kool Aid de sabores, para disfrazar el olor del pegamento y burlar a su familia y a la policía con su aliento de uva, fresa, piña, limón, naranja.

Y la neta es que a Él no le gustaría terminar como las mil 341 personas, de las cuales 443 eran menores de edad, que la chota ha detenido por tóxicos en la vía pública en lo que va del año.

 

Sus compas de la banda lo llevan hasta su casa y apenas abre la puerta, saluda a su jefa de lejos, se encierra en su cuarto.

Amaneciendo no lo despierta la alarma del celular, sino unas punzadas en las sienes que le hacen jalarse los pelos.

Está débil, tiene un amargo sabor en la boca, los ojos irritados, la nariz congestionada y no quiere levantarse de la cama para ir a trabajar.

A media mañana, en la chamba, se siente todavía como borracho, con la mente extraviada y una güeva....

Durante el día ha tenido varios accesos de estornudos y de tos, le ha sangrado la nariz, le duele el abdomen y las piernas cuando camina,

Al atardecer la banda ya lo está esperando en el barrio con otra bolsa de chemo.


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