Semanario: Pena de Muerte, ¿qué esconde el debate?
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Un especialista en Seguridad Pública, con doctorado en Historia por la Universidad Iberoamericana, hace el análisis del torbellino político que desencadenó la iniciativa de ley y responde con fundamentos esta pregunta.
El especialista Pedro José Peñaloza, catedático del Diplomado de Seguridad Publica en la Universidad Iberoamericana, calificó como un show montado por el gobernador Moreira y orquestado desde la cúpula del PRI con fines preelectorales, la presentación de una iniciativa de ley para incluir en la Constitución la pena de muerte a secuestradores que asesinen a sus víctimas, .
Además, durante entrevista con Semanario, advirtió que la historia de la humanidad enseña que matando a los delincuentes, el Estado no ha logrado disminuir los índices de criminalidad, debido a que tienen un origen más profundo: pobreza, marginación y desigualdad social.
Ante los debates mediáticos y parlamentarios que se suscitaron la semana pasada a nivel local y nacional, Peñaloza, autor del libro, Pena de muerte: mitos y realidades, advierte:
"Creo que todo este show montado e iniciado por el gobernador de Coahuila, tiene como objetivo que en los comicios del 2009 el PRI tenga presencia", por eso dice no tener duda en que "lo que pasó en la Cámara, en esta votación donde el PRI y el Partido Verde se quedaron solos, simplemente fue una táctica electoral".
Pero explica que ésta es sólo la primera etapa del plan, la cual terminó cuando Horacio del Bosque, presidente del Congreso coahuilense, presentó ante el pleno la iniciativa de ley en la que se pide la máxima condena a los secuestradores que asesinen a sus víctimas.
La segunda será cuando tal propuesta sea rechazada y entonces el PRI aparezca como mártir y defensor de las causas ciudadanas; argumento que podrá usar en la precampaña de sus aspirantes a diputados federales, en contra de los partidos que se opongan a la iniciativa.
Sin embargo, señala el entrevistado, el tricolor carece de calidad moral para plantear tales modificaciones a la Constitución, toda vez que "ese partido fomentó la creación de los cuerpos policiacos más crueles y degradantes que hubo: la Brigada Blanca, la Dirección General de Seguridad y el Grupo Jaguar, todos impunes, luego de que secuestraron, mutilaron y desaparecieron a muchos mexicanos".
Y remata, "aquí no hay con que acaba de nacer el PRI. Ese partido tiene su historia; fueron ellos los que fomentaron la impunidad y la corrupción en México, y ahora aparecen como un partido angelical. Ese me parece que es el engaño".
LA HISTORIA NO MIENTE
Pero el estudioso de la historia no habla en el aire. Señala que su postura en contra de la pena de muerte no tiene que ver con prejuicios moralistas. Está basado en un profundo análisis de esta penalidad a través del tiempo y los escasos resultados que se ha obtenido aplicándola.
Explica que la premisa parte de lo que los penalistas dogmáticos han llamado la prevención general, donde si se aumentan las penalidades, la gente se asusta y evita cometer delitos. "Es ridículo, eso ya está agotado en el debate penal del mundo", aduce, lo cual fundamenta con la investigación que dio origen a sulibro.
Ahí escribe que, por ejemplo, en los albores de la humanidad, las clases dominantes infringían castigos como la mutilación de manos al que robara, con lo cual pretendían infundir miedo a quienes tuvieran la intención de robar, sin embargo se toparon con que los ciudadanos que cometían este delito eran sobre todo gente pobre que robaba por hambre.
Señala que en el caso anterior no disminuyeron los robos, porque en su mayoría los realizaban esclavos o siervos muy pobres, que actuaban movidos por la necesidad. Lo mismo sucedió con otros delitos cuyos castigos iban desde la mutilación corporal hasta la muerte lapidando, colgando, crucificando o envenenando.
Después de la Edad Media, se creía que el Estado debería ajusticiar a las personas que delinquieran, basados en la noción de Maquiavelo y Hobbes, que planteaban que el Estado tenía la concentración de poder para cometer eso y otras tropelías.
Tales medidas, no sólo no lograron ser precautorias, sino que desembocaron en una época represiva que a la larga desencadenó el descontento social, hasta llegar a las grandes revoluciones.
Citó el caso de la misma Revolución Francesa, cuando por medio de la brutalidad en las ejecuciones a manos de verdugos con filosas hachas, intentaban infundir miedo a quienes osaran violar la ley. Incluso en ésa época el doctor Guillotín presentó un aparato para cercenar la cabeza y que el condenado muriera más rápido, pues antes el verdugo tenía que dar varios tajos para desprenderla del cuello completamente.
"Pero a pesar de todo, la delincuencia en Francia no disminuyó", refiere el investigador, al grado de que las ejecuciones con el uso de la guillotina, se realizaban en dos tandas, una por la mañana y otra por la tarde.
En los mismos Estados Unidos, donde actualmente hay dos millones setecientos mil presos y la pena de muerte se aplica en estados como Texas, "la violencia no deja de existir", dice el entrevistado y advierte que tal cifra no tiene comparativo con México, cuyo número de personas recluidas en los penales apenas llega a doscientos treinta mil. "Allá (EEUU) la delincuencia en vez de bajar, tiende a aumentar, demostrando que tal medida resultó ineficaz, pero no quieren darse cuenta de ello", señala, "por eso yo he sostenido que pensar ahora en reimplantar la pena de muerte es retroceder en la historia y un atentado a la capacidad e inteligencia de los ciudadanos".
VOLVER A LA BARBARIE
Con respecto a las encuestas que arrojan que ocho de cada diez mexicanos están de acuerdo con la aplicación de la pena de muerte, Pedro Peñaloza señaló: "esas encuestas, que son verídicas, simplemente muestran el estado de ánimo de una población que está desesperada".
Ante esta realidad expuso, "yo te aseguro que si se hace una encuesta y se pregunta ¿Usted estaría dispuesto a aprobar que hubiera batallones que mataran a todos los criminales del país?, la encuesta diría que sí, porque la barbarie de losciudadanos está asociada a la desesperación".
Por eso plantea que esas encuestas, en lugar de verlas bajó la óptica de que la gente está a favor de la pena de muerte, debieran interpretar la desesperación de los ciudadanos ante el crecimiento e impunidad del crimen organizado.
"Calderón hizo lo mismo que hicieron en la Edad Media: de que si yo aumento el discurso, las penas, las balas, los rifles; la delincuencia va a disminuir. Ese es un mito que va a llevar a México a un proceso de descomposición aún mayor", señala, "en tanto el Estado mexicano no encuentre, ni tenga instrumentos para enfrentar a la delincuencia, cada vez será peor, debido a la incapacidad del mismo Estado de garantizar la seguridad.".
Advierte que ante ese panorama, la gente en su desesperación está dispuesta a aceptar cualquier fórmula para disminuir los índices delictivos, "hoy es la pena de muerte, mañana los batallones de ajusticiamiento, el toque de queda, pasado mañana ¿qué será?", cuestiona.
Dejó claro que si los políticos asumen los resultados de las encuestas para legitimar la propuesta, se trata de "un engaño, demagogia pueril, pero muy peligrosa", pues no porque la mayoría opine que algo es bueno, lo es. Lo mismo podría ocurrir con otros temas, como mutilar manos a ladrones o lenguas a difamadores.
"Creo que todas las formas de que el Estado mate a una persona, así sea el peor delincuente, criminal y más brutal que haya sido, me parece que es retrasar el proceso civilizatorio de este país".
PROBLEMA DE FONDO
Ahora bien, Peñaloza va todavía más allá. Manifiesta que el problema ha sido que las clases dominantes, en este caso el Estado, han combatido al crimen sin atacar las causas. Responder ¿por qué los niños, los jóvenes se involucran en delincuencia, porqué son violentos?.
Señala que en tanto México siga siendo uno de los países de América Latina, junto con Brasil, donde la desigualdad es un signo distintivo y la exclusión social sigue en la agenda diaria, no hay posibilidad de ganar la batalla a la inseguridad.
"Te lo digo en otras letras, no hay una sola posibilidad de ganar la batalla al narcotráfico mientras no se ataquen los factores causales y factoriales que originan que jóvenes en miles se sumen, tanto como consumidores, como víctimas o victimarios del crimen organizado".
Reiteró que mientras el gobierno de Felipe Calderón, el de los gobernadores y presidentes municipales no estén trabajando con políticas públicas de largo alcance, lo que están haciendo es como recetar pequeñas aspirinas con las que quieren curar al enfermo de un cáncer que se llama inseguridad.
"Si a eso sumamos el margen de impunidad en México, donde sólo uno de cada cien delincuentes terminan en la cárcel, entonces no entiendes cómo van a acabar con este gran problema que no parece tener fin".
Por eso, aseguró que no será la última vez que se ponga en la mesa del debate el tema de la pena de muerte, pues afirma, es un tema cíclico, que reaparece cuando se reúnen condiciones políticas, sociales y electorales.
"Yo creo que ese momento llega cuando se conjugan inseguridad, impunidad, pobreza, desempleo, crisis, indignación, un gobierno incapaz de resolver el problema de fondo y un grupo político que retome la bandera del ajusticiamiento, para darse proyección mediática, gratis y a nivel nacional".