‘Tenía 140 chivas; se me murieron 50 y vendí todas porque no hay comida’, dice ganadero de Hipólito

Coahuila
/ 27 julio 2022

La sequía en la presa El Tulillo afectó a productores agrícolas y ganaderos, quienes perdieron animales.

Desde hace 25 años, Silverio Alférez Piña vivía “de los animalitos”, como le dice a la crianza y compra-venta de ganado.

“No había seca como ahora. Ahora sí hay una seca pero fea. No hay agua”, recuerda tras perder decenas de chivas, yeguas y vacas que murieron por falta de alimento. En Hipólito, Ramos Arizpe, no hay ni una gota de agua en la presa que servía para regar el cultivo de alimento para estos animales.

“Aquí ya nadie quiere sembrar”, sostiene el señor de 73 años, recargado en la puerta de la pequeña miscelánea que abrió con el apoyo que entrega el Gobierno Federal a los adultos mayores.

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ECHAR DINERO BUENO AL MALO

Silverio Alférez considera que en esta tierra, sin lluvia y sin agua en la presa El Tulillo, invertir en la siembra es prácticamente tirar el dinero: “siembro y no sale ni pa pastura”.

Y ante la falta de cosecha, empezó a comprar pasto para el ganado, hasta que ya no pudo costear los precios elevados.

Entonces de las 140 chivas que tenía a principios del año, algunas de ellas preñadas, se empezaron a morir.

“Todavía le terqueé, porque de eso vive uno aquí, de los animalitos”, hasta que perdió alrededor de 50 chivas. Y las sobrevivientes, famélicas, las vendió a 800 pesos.

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SOLO PÉRDIDAS

“Vendí todas mis yeguas, se me murieron también como unas cinco. Vendí puro hueso y me pagaron como quisieron”, recuerda el señor Silverio.

Con las vacas no corrió mejor suerte, pues murieron, y la que estaba preñada “ya se malparió”, aunque dice que todavía conserva dos becerras y ocho yeguas.

Sabe que tener animalitos ya no es negocio. Por eso con el apoyo social para adultos mayores, empezó a comprar algunos productos de uso doméstico, como refrescos, huevo, abarrotes, para vender y tener algo para comer.

La historia de Silverio Alférez se repite con variaciones en otros habitantes del ejido Hipólito, municipio de Ramos Arizpe, que se dedicaban a la producción agrícola y ganadera.

Cuando se secó la presa El Tulillo, vendieron sus animales porque no podían alimentarlos y temían que murieran.

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