Con tinta y papel: Hermelinda, la última escribiente pública de Torreón
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Desde un viejo local en el mercado Juárez, Hermelinda Ávila escribe a diario para otros y mantiene vivo el legado de su madre
TORREÓN, COAH.- En un rincón del antiguo mercado Juárez de Torreón, entre propaganda deslavada y muebles de otra época, Hermelinda Ávila Pérez conserva vivo un oficio en vías de extinción: el de escribiente pública. A sus 67 años, continúa redactando todo tipo de documentos con una máquina de escribir Olympia que heredó de su madre, Guadalupe Pérez.
Sentada desde las 9:00 hasta las 15:00 horas —excepto los sábados, que trabaja hasta las 14:00— Hermelinda elabora presupuestos, cartas, recomendaciones laborales, demandas, cartas poder y despedidas. “Una variedad de escritos”, dice, como quien enumera una lista infinita de historias ajenas que han pasado por sus manos en los últimos 15 años.
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Su madre ejerció el oficio durante medio siglo y dejó de trabajar a los 81 años. Hermelinda, licenciada en Economía y exfuncionaria de la Secretaría de Agricultura, comenzó ayudando en vacaciones hasta que se jubiló y asumió el escritorio. “Siempre le dije a mi mamá, cuando me iba a pensionar: ‘Ni crea que me voy a venir a sentar a la casa’. Tengo que seguir trabajando, por salud mental. Cuando el Covid nunca dejé de venir”, recuerda.
Actualmente, sus principales clientes son herreros, carpinteros y pintores que le piden redactar presupuestos. Cobra 15 pesos por hoja carta y 25 por oficio. “Un presupuesto se llena en una hoja”, señala. Además, redacta demandas dictadas por abogados: “Soy como la secretaria, ellos me dictan, obvio uno desconoce los términos legales”, explica, aunque admite que es lo que más le gusta, pues le ha permitido aprender de leyes.
A pesar de contar con computadora, prefiere la máquina de escribir. “Se acostumbra uno al teclado, si me la cambias voy a batallar”, confiesa.
Entre sus anécdotas, recuerda cuando una señora que hacía limpias le pedía redactar instrucciones para enviar a otras ciudades. O las cartas de amor y felicitaciones de graduación que ha plasmado. “La mayoría no sabe y te dice ‘ahí usted, porque yo no sé nada’, y uno pues tiene ya algo de callo”.
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Consciente del fin de una era, Hermelinda reconoce: “Sí, es la última etapa. La mera verdad”. Conseguir insumos para su Olympia es cada vez más difícil: tinta, borradores, cintas. “Ya no encontramos ese equipo”, lamenta.
“El negocio ya dio lo que tenía que dar”, concluye. Aun así, asegura que continuará en el escritorio público “hasta que Dios lo permita”.
(Con información de El Universal)