Transporte en Saltillo: o de cuando la ilusión viajaba colgada de una puerta
Y sí, el Saltibus tuvo un origen algo rudo, desaseado, lleno de improvisación, pero con encanto
La publicación de Remy Covarrubias, quien según su perfil de Facebook es un ex Burro Pardo del ITS que pasó por la secundaria Nazario Ortiz, allá por Luis Gutiérrez; trajo a la memoria de quienes lo vivimos, el deporte de alto riesgo que era usar el transporte público en Saltillo entre los setenta y ochenta del siglo XX.
En aquellos años solo se requería de una falla en el flujo de unidades para terminar parado en el estribo del camión; bien afianzado con una mano de la ventana, y con la otra del borde de la puerta o del brazo de algún compañero de penurias.
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Por eso las imágenes son tan poderosas, y por eso han generado casi 400 reacciones y un buen número de comentarios, que van de la enumeración de rutas, al recuerdo de experiencias y alguna que otra añoranza y el deseo de que regresen esos tiempos.
CON ÁNIMO PROVOCADOR
A las fotos que publicó Remi las acompañó con un párrafo que invita al comentario: “Te cuelgas o te quedas”, con el que recordó cómo en aquellos años, uno llegaba a su destino como podía y luego invitó a reconocer las rutas retratadas.
Fue Paola Posada la que al ver la foto de un desvencijado camión amarillo con el número 2 en el frente, lo identificó como uno de la Ruta Juárez y que en su camino le tocaba subir por la calle Urdiñola.
En la foto a la que se refiere y que ilustra esta nota, el camión circula por Aldama y está dando vuelta para tomar al sur por la calle Miguel Hidalgo, a su lado derecho se ve la histórica Muebles Modernos de Saltillo y en el fondo el edificio que albergó, entre muchas otras cosas, la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Revela tres cosas más la foto: que los problemas con el drenaje son de siempre, así como el poder circular sin placas, y que rellenar de pasajeros el camión era la norma.
Irma Cantú evidenció su juventud cuando dijo: “no los reconozco”, para luego recordar que su tío, Javier Flores Bernal, ya fallecido, fue por muchos años chofer de la Ruta Ramos Arizpe.
Lulú González, al revisar las fotos, identifica un camión de la Ruta Periférico subiendo por la calle Hidalgo, a la altura del Casino de Saltillo y a la Ruta Ojo de Agua dando vuelta de Aldama a Hidalgo, lo que entra en contradicción con Paola Posada.
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Ese mencionado Periférico subiendo Hidalgo va cargado de pasajeros hasta los topes, con algunos parados sobre la defensa trasera y tomados con las puntas de los dedos de la ventana, por lo que como publicó Marinaj Cervantes, desde aquellos años viajar en esta ruta desata pura adrenalina, y por eso hoy la prefiere.
EL HORROR, EL HORROR
Sobre la imagen que da cuenta del tránsito en pleno centro de Saltillo, esa en la que un camión con el número económico 93 se mueve sesgado, Clara Rodríguez lo señaló como uno de la Ruta Panteones, y para mayor detalle recordó que tenía su corralón en la calle Corona y Purcell, lo que Elena Saucedo confirmó.
A propósito de la misma foto, Fernando Chávez hizo un apunte, que por esa época y porque se ve un camión detrás, en la calle Abbott estaba la terminal de los Transportes Monterrey-Saltillo.
Varios hablaron de la ubicación exacta de la foto, Allende y Aldama y señalando que se circulaba en dos sentidos, Fernando Garcia VE dijo que la circulación era un desorden y remató al decir “qué horror”.
HACIENDO DEL RECUERDO UN ARMA
Maleni dio clase y muestra de buena memoria al citar varias rutas de aquellos años como el Águila de Oro, la Ruta 25, el Cinsa y el Circunvalación.
A la nostálgica lista Hernán Zambrano sumó la Ruta Zarco, junto con la Fábricas, Guayulera y Arteaga.
Úrsula Elva Casar Belmares señaló lo que ve como una contradicción, que con tanto crecimiento económico, con tanto empleo y actividad, Saltillo padezca un sistema de transporte deficiente.
Y si bien reconoció que se viajaba en ocasiones apilados en el camión: “había muchas rutas urbanas que hoy han desaparecido”.
JUGÁNDOSE LA VIDA POR LLEGAR TEMPRANO
Para Ricardo Solano, la experiencia de ir colgado del estribo de un camión no es ajena. Recordó que muchos viajes al Ateneo Fuente los hizo así, y también al regresar a casa y aunque reconoce el riesgo que se corre, se justifica al afirmar que “había que llegar a tiempo”.
Marco Antonio González Martínez, con el sticker de unas manos aplaudiendo, resaltó su frase: “estas fotos son una joya”, y Fernando Chávez comentó que en aquellos tiempos sí que se viajaba con la adrenalina a tope.
Icniuh Erreh Muñoz, usando a José Nieto como testigo, dijo que para llegar a la preparatoria Mariano Narváez se colgaba de la Ruta 3 y la Ruta 9 y que no pocas veces se cayó de sentón, “y allí íbamos en rastra”.
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Y al tiempo que Artemio Javier Salas Montemayor recordó la desaparecida Ruta Obregón-Ateneo y cómo para llegar se iba colgado en las ventanas, Armando Gutiérrez, habló de que en su época estudiantil, cuando era “estudihambre”, como él mismo se llama, debía tomar un camión de la Ruta 17 en General Cepeda y Pérez Treviño antes de las 07:00 horas y que si se te pasaba: “te fregabas y te iba de mosca y con la bendición de Dios”.
Alberto Cárdenas, sin victimizarse o haciendo alguna crítica, dijo que siendo la realidad que se vivía era algo que tenía que hacer y se hizo: “Yo lo hice”, afirmó
NO TODOS LO CELEBRAN
David Esqueda es quien de entre la mayoría dio la más fuerte crítica. El usuario ha visto siempre un Sistema de Transporte Público de mala calidad y mal trato al público. Postura de total contraste con la de Alfred Perez, quien aseguró que en aquellos años el transporte público era de calidad, aunque ambos ven el de hoy como una calamidad.
Juan Martín Grimaldo ve como una situación aleccionadora para la actual administración el que con una población menor había más rutas.
A la foto de la combi atiborrada de pasajeros Ana Laura Arrambide le colgó su comentario, que la 2A la llevaba a la secundaria y que aunque es chaparrita, aún así se tenía que agachar y que era muy incómodo, aunque el recuerdo la hizo reír.
Fernando Chávez también usó este tipo de transporte para llegar a la escuela y dijo que iban todos como sardinas, lo que Guadalupe Aranda también padeció, aunque guarda todo eso como un bonito recuerdo.
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Beatriz Martínez, al ver la foto comentó que fue por este transporte que ahora a todos se les conoce como combis, lo sean o no.
Quien esto escribe usó muchas de esas rutas y a muchas no se pudo subir por un realidad física que el transporte de Saltillo siempre desafió, la de que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio, pero para cerrar la nota quisiera hacer mención a una ruta olvidada, porque incluso desapareció rápido por la “modernidad” de la Ruta Juárez, la del Rastro Municipal.
Esos camiones azul y blanco cruzaban la calle Urdiñola y seguían de frente a donde apenas empezaban los asentamientos que con los años formaron las colonias González y Centenario.
Rechinantes, a saltos por la deficiente suspensión y ruidosos, la llegada del centro de Saltillo era directa, sin mayores rodeos, y como iban casi solos y por sus amplias ventanas, eran la mejor manera de viajar, hasta que se esfumaron sin aviso, como pasa con tantas cosas en la vida.
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