Un estudio sobre coronavirus en mujeres embarazadas descubre sorprendentes diferencias raciales
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Especialistas señalan que puede ser que las mujeres embarazadas sean de mucha más ayuda para que los expertos rastreen la propagación de la enfermedad
Katherine J. Wu
Es cinco veces más probable que las mujeres embarazadas negras, hispanas y latinas de Filadelfia hayan estado expuestas al coronavirus en comparación con las mujeres blancas en esa misma condición, según los datos obtenidos de casi 1300 mujeres entre abril y junio.
Los hallazgos, que aún no se han publicado en una revista científica especializada, se basaron en pruebas de anticuerpos contra el coronavirus, que revelan la exposición que ha tenido una persona al virus, incluso de manera asintomática.
El estudio respalda otras investigaciones que muestran que el coronavirus afecta desproporcionadamente a los afroestadounidenses y los latinos.
“Las disparidades raciales son sorprendentes y es importante ponerlas de manifiesto”, dijo Whitney Robinson, epidemióloga social de la Universidad de Carolina del Norte, quien no participó en el estudio. “Esto refuerza lo que ya hemos visto y da más certeza de que las diferencias raciales son reales”, agregó.
Las cifras del estudio hacen que se queden cortas las estimaciones previas del impacto sesgado del virus en las minorías raciales y étnicas. En todo Estados Unidos, se ha informado que la gente de color y los latinos tienen tres veces más probabilidades de contraer coronavirus que las personas blancas, una tendencia que se refleja en términos generales en los datos que recabó la ciudad de Filadelfia. Sin embargo, estos patrones se han basado en gran medida en pruebas de infecciones activas, que tienen dificultades para captar con precisión dónde y cómo se ha propagado el virus.
Aunque cada vez se tiene más conciencia de que muchas infecciones por coronavirus presentan pocos síntomas o ninguno, muchos centros de pruebas diagnósticas, obstaculizados por la falta de equipo y de personal capacitado, han racionado sus pruebas solo a las personas que presentan signos evidentes de la enfermedad. Y las personas que tienen acceso confiable a la atención médica y a los seguros de salud, que a menudo son blancas y adineradas, son más propensas a hacerse pruebas que otras.
Los establecimientos de pruebas de diagnóstico en muchas ciudades, incluyendo Filadelfia, también se han visto limitados por el código postal, afirmó Carmen Guerra, investigadora de disparidades de salud de la Universidad de Pensilvania que no participó en el estudio, pero está colaborando con el equipo de investigación en otros estudios. Los residentes que no tienen automóviles o no pueden pagar el transporte público, dijo, deben superar enormes barreras para determinar su estado de salud.
Las pruebas que buscan los genes del coronavirus tampoco llegan a las personas que estuvieron infectadas con el virus y ya no lo están. Para llenar ese vacío, varios centros de salud del área ahora ofrecen pruebas de anticuerpos además de las de infecciones activas, señaló Karen Puopolo, neonatóloga del Hospital de Pensilvania y autora del estudio, que se publicó en el sitio web medRxiv el viernes. Sin embargo, muchas personas deciden no hacerse pruebas de anticuerpos, lo cual nos da una imagen parcial de la exposición en toda la ciudad.
Según Scott Hensley, virólogo de la Universidad de Pensilvania y autor del estudio, vigilar a las mujeres embarazadas, que han seguido buscando atención médica en medio de la pandemia, podría ofrecer una visión menos sesgada de lo que sucede entre la población en general.
Hensley, Puopolo y sus colegas buscaron anticuerpos contra el coronavirus en muestras de sangre anónimas de 1293 mujeres que dieron a luz en el Hospital de Pensilvania o en el Hospital de la Universidad de Pensilvania entre el 4 de abril y el 3 de junio. Estos dos centros médicos atienden cerca de la mitad de los nacimientos vivos de Filadelfia, explicó Hensley.
A diferencia de las pruebas de diagnóstico que buscan tramos del material genético específico del coronavirus, las pruebas de anticuerpos buscan moléculas inmunes producidas en respuesta al virus, de ese modo pueden detectar infecciones que ya se han resuelto, incluso si no se manifestaron en síntomas evidentes. Posiblemente, esto les da a los investigadores un vistazo del pasado, así como una oportunidad de catalogar las infecciones que las pruebas de diagnóstico no detectan.
Los investigadores descubrieron que poco más del seis por ciento de todas las mujeres que analizaron eran portadoras de anticuerpos contra el coronavirus.
Pero una vez que se separaron por raza y origen étnico, las cifras revelaron diferencias sorprendentes. Alrededor del diez por ciento de las participantes negras, hispanas y latinas del estudio habían estado expuestas al coronavirus, en comparación con el dos por ciento de las mujeres blancas y el uno por ciento de las asiáticas, según el estudio.
“Cuando vi los datos, casi me voy de espaldas”, dijo Hensley.
Algunos han cuestionado la exactitud de ciertas pruebas de anticuerpos, que a veces detectan erróneamente anticuerpos contra el coronavirus en una persona que nunca se ha contagiado. No obstante, Hensley afirmó que el equipo confirmó que su prueba de laboratorio tenía una tasa de falsos positivos de solo un uno por ciento, a la par de algunas de las mejores pruebas comerciales.
La creciente evidencia muestra que los efectos desproporcionados de la pandemia en las poblaciones negras, hispanas y latinas se han debido en gran medida a una larga lista de factores sociales que aumentan su riesgo de exposición al virus, dijo Guerra.
Las personas negras, hispanas y latinas son más propensas a realizar trabajos esenciales que no pueden hacerse desde casa. Muchos de ellos viven en hogares multigeneracionales y dependen del transporte público, además de que se les ha dificultado acceder a fuentes de información confiables sobre la COVID-19, la enfermedad que causa el coronavirus.
El estrés tóxico y crónico, derivado de décadas de racismo persistente, también ha afectado la salud y el bienestar de los negros, hispanos y latinos, manifestó en un correo electrónico Rachel Hardeman, investigadora de equidad de salud reproductiva de la Universidad de Minnesota, quien no participó en el estudio.
A medida que los trabajadores de la salud y los investigadores intentan aumentar los esfuerzos para la aplicación de pruebas en todo el país, puede ser que las mujeres embarazadas sean de mucha más ayuda para que los expertos rastreen la propagación de la enfermedad, dijo Robinson.
“También necesitamos más investigación dirigida a las poblaciones de embarazadas” en general, agregó.
c.2020 The New York Times Company