Michelito, el niño torero que no siente miedo

Deportes
/ 22 septiembre 2015

A diferencia de países como España, en México los niños también pueden torear. Michelito viene de una "familia taurina cien por ciento", dice a dpa su padre, el matador francés Michel Lagravere, casado con la mexicana Diana Peniche.

México, D.F..- Ocurrió en una fracción de segundo. De pronto, el niño torero de 12 años voló por los aires y aterrizó en el ruedo frente las patas inquietas de "Manguero", un novillo de 400 kilos.

Por poco las astas del animal alcanzan el pequeño cuerpo de Michel Luis Carlos Lagravere Peniche, el llamado "Michelito". El niño alcanzó a ponerse de pie, con la cara manchada de sangre del novillo, en medio de la Plaza México, la mayor plaza de toros del mundo.

A diferencia de países como España, en México los niños también pueden torear. Michelito viene de una "familia taurina cien por ciento", dice a dpa su padre, el matador francés Michel Lagravere, casado con la mexicana Diana Peniche.

El hermano menor de Michelito, André, de diez años, va por el mismo camino. Los dos empezaron cuando tenían tres o cuatro años, con becerritas recién destetadas, y sueñan con ser grandes toreros.

"Él está empezando. Es becerrista y torea en encuentros de escuelas taurinas, como un partido de fútbol de exhibición, y yo ya toreo novilladas, de profesional. Tenemos un tipo de toreo distinto: el suyo es el toreo espectacular, que prende a la gente, y yo el toreo más clásico, más antiguo", relata Michelito.

Su madre, Diana Peniche, muchas veces siente miedo, pero afirma que "nacieron con esa pasión, con ese don y hay que apoyarlos".

A fin de cuentas, también está muy metida en los toros. Su padre es  aficionado, su hermano picador y ella es dueña de una plaza en Mérida, Yucatán, la región del sureste de México donde viven.

"El toreo es peligroso para niños, para grandes y para el que se ponga adelante, como todos los deportes de riesgo; es como montar a un niño en una moto, en carreras de carting o los niños que están escalando montañas o haciendo surf", dice Lagravere padre.

"No es agarrar a un niño y ponerlo a torear. Estos niños llevan años entrenando, preparándose. Llevan una técnica y, bueno, aparte nacieron para esto, porque no cualquier niño tiene el valor de ponerse ahí. Lo traen en la sangre", señala.

Su madre ya ha visto a Michelito salir herido de una plaza de toros. "No dejo de reconocer que paso miedo, que paso muchos nervios, pero es como si él fuera un clavadista, me daría miedo que se tirara, o si hiciera motocross", señala.

En un día normal, Michelito va a la escuela por la mañana, come y luego va a entrenarse en la escuela taurina. Después, a bañarse y a visitar a los abuelos. Casi todos los días encara a los toros, aunque en ocasiones se va a jugar al fútbol con sus amigos o a pescar.

Sueña con tomar la alternativa con 14 años y torear en Madrid, en la plaza más importante del mundo. También quiere estudiar cocina.

Pese a los riesgos de su afición, Michelito no siente temor. "Miedo no. Siento respeto a esta plaza, que es de las más importantes del mundo" como el estadio Santiago Bernabéu para un futbolista, afirma en la Plaza México.

"Para mí el toro es lo de menos. Lo más importante es que la gente se lleve buena impresión de nosotros, los toreros".

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