Andrés Muñoz, como buen mexicano, no admite carrera en el Juego de Estrellas

El lanzador sinaloense Andrés Muñoz hizo su esperado debut en el Juego de Estrellas de las Grandes Ligas, y lo hizo a la altura del escenario: sin permitir daño alguno. El “Plebe” de Los Mochis no sólo cumplió con una sólida actuación, sino que reforzó una de las marcas más sorprendentes —y poco conocidas— del beisbol mexicano: los pitchers nacidos en México jamás han permitido una carrera en este evento estelar.

Muñoz hizo historia junto con Alejandro Kirk, receptor de Toronto Blue Jays, al ser la primera batería de mexicanos en un Juego de Estrella

Desde la primera participación en 1981, con Fernando Valenzuela como pionero, hasta la aparición más reciente de Muñoz en 2025, los lanzadores mexicanos han acumulado más de 16 entradas en blanco frente a las ofensivas más temidas de las Grandes Ligas.

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Una efectividad colectectiva de 0.00 que no solo resalta el talento individual, sino el temple y carácter mostrados en uno de los escenarios más exigentes del béisbol mundial.

Valenzuela brilló en cinco Juegos de Estrellas (1981, 1982, 1984, 1985 y 1986), lanzando 7.2 innings sin recibir carrera alguna. Su actuación más recordada llegó en 1986, cuando ponchó a cinco bateadores consecutivos, un récord en este tipo de encuentros. A su legado se suman Teodoro Higuera, quien ese mismo año lanzó tres entradas permitiendo solo un hit; y Esteban Loaiza, con tres innings en blanco repartidos en dos apariciones.

En 2008, Joakim Soria mostró su aplomo con 1.2 episodios sin errores, mientras que Roberto Osuna hizo lo propio en 2017 con una entrada perfecta. En 2025, Andrés Muñoz mantuvo viva la racha con dos tercios impecables, sin permitir ni hit ni carrera, consolidando una tradición de dominio desde la loma.

Esta racha inmaculada habla de algo más que estadísticas: representa un legado de excelencia mexicana en el montículo. En un evento donde cada lanzamiento se ejecuta bajo los reflectores del mundo, los pitchers tricolores han respondido con frialdad, precisión y contundencia.

Mientras que el bateo mexicano ha tenido altibajos en el All-Star Game, la loma ha sido sinónimo de garantía. Y aunque la muestra es limitada, la perfección se mantiene: México sigue invicto en efectividad desde la lomita en el Juego de Estrellas. Una hazaña silenciosa, pero poderosa, que promete seguir creciendo en los años por venir.