Kike Conejo ¡el alma de la fiesta en Saltillo y de Saraperos!
La mejor mascota de la LMB cumple 25 años y Carlos Montoya le ha dado vida a lo largo de 21 de ellos, recibiendo gratas sorpresas a lo largo de todo este tiempo
Guasavense de nacimiento, culichi temporal y saltillense por adopción, ese es Carlos Montoya, quien le da vida a Kike Conejo desde hace 21 años.
La mascota de los Saraperos de Saltillo celebró 25 años de animar a la Nave Verde, siendo una de las mascotas preferidas por chicos y grandes en toda la Liga Mexicana de Beisbol.
Carlos Omar Montoya Bernal, comunicólogo de profesión, recibió la “estafeta” de Alfredo Rodríguez Rivera, el primer Kike Conejo, que representó a la mascota de 1994 a 1998.
Fue en 1999 cuando Carlos llegó a Saltillo, junto a la familia Ley, para combinar su trabajo como mascota del beisbol mexicano, pues en ese entonces también daba vida al Pollo Tomás, de los Tomateros de Culiacán.
“Terminé la Universidad (Licenciatura en Comunicación en Culiacán) y seguí de Pollo. Dos años después de graduarme (la familia Ley) compraron Saraperos y me vine a Saltillo; así estuve varios años, 6 meses aquí y 6 meses allá, por las temporadas de beisbol”, recuerda.
Pero fue en la capital coahuilense donde conoció al amor de su vida, Diana González Martínez, con quien formó una familia. Fue entonces que decidió establecerse en Saltillo, su casa desde hace 21 años.
Kike Conejo es tan importante en la vida de Montoya Bernal, que decidió casarse con el disfraz y en el mismísimo Parque Madero, pero llevarlo a cabo no fue tan sencillo.
“En ese entonces estaba Jaime Blancarte como gerente general y le pedí que me diera la oportunidad de casarme en el estadio y me dió la autorización; en realidad ella (su esposa) no quería que fuera ahí. Tuve que platicarlo mucho con ella para convencerla y al final aceptó”, reveló.
Pero no fue la única dificultad que sorteó. “Estaba programado para un domingo después de un juego, se anunció y todo. Pero ese día llovió muchisimo, el juego se canceló y la boda se aplazó”.
Su mujer se quedó con el vestido, peinado y maquillaje esperando, además de un suegro enojado, fue hasta la siguiente semana que la boda pudo realizarse. Pero valió la pena, pues fue todo un espectáculo y una gran lección.
“Quería compartirlo con la afición, por eso quería que fuera ahi. Al final de todo (a Diana) le gustó mucho, se llevó muchas gratas sorpresas, me comentó que un niño que vendía pizzas en el estadio, fue a la tienda que está enfrente y compró una cafetera para regalárnosla. Sintió mucho el cariño de la gente y eso la hizo muy feliz”, compartió.
Pues es precisamente el cariño de la gente lo que alimenta a Kike Conejo y alienta a Carlos Montoya a seguir dando vida al personaje.
“Me emocionan mucho las historias que me cuentan los papás, de cómo sus niños quieren a Kike; una vez al término de un juego que perdimos, hice como que me desmayaba en el campo y ahí me quedé tirado por un momento, ya después un papá me contó cómo su niña se fue llorando porque Kike se había quedado ahí tirado, y que había llorado toda la noche y ellos tratando de convencerla de que no me había pasado nada, prometieron llevarla al día siguiente para que viera que estaba bien y así fue.
“Esas historias me hacen ver cómo Kike puede ser muy importante para los pequeños y eso me convence de que debo ser buena imagen para ellos, pues estoy seguro que durante un juego siempre me están mirando y debo ser una mascota familiar”.
Son miles de historias las que Carlos puede contar, tantas sonrisas de niños que con ilusión se acercan a Kike Conejo; además de visitas a hospitales, casas hogar, asilos, escuelas, empresas... muchísimos lugares en los que este gran personaje siempe hace feliz a más de uno, incluyendo a quien le da vida.
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