Se viene una guerra en la LMB
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Como un mánager que prepara su estrategia para el partido, así ocho directivos de la Liga Mexicana decidieron ir con todo en la asamblea del 11 de enero y derrotar a sus opositores rumbo a la Temporada 2017 del beisbol veraniego.
El primer paso era destituir al presidente de la liga, Plinio Escalante. El segundo tomar el control de la asamblea, ya que eran mayoría de ocho contra siete. El tercer paso era dejar fuera a la franquicia de Reynosa (que quería ser cambiada a León) para evitar que en algún momento se empataran los cartones.
Y la cuarta y contundente: reescribir la agenda del día para dictar las reglas del juego y recuperar el poder de la liga que el año pasado pareció estar del lado opositor.
Cualquier operador político se hubiera quedado chico ante esta estrategia al estilo de la “vieja guardia” (tanto política como deportiva) que dejó al rival perplejo y sin poder gritar “foul”.
En el contexto de que Tijuana, Puebla, Monclova, Aguascalientes, Yucatán, Torreón y Veracruz tenían una alianza para mantener ilimitado el número de jugadores mexicoamericanos, los otros ocho equipos (menos Reynosa que no tuvo voz ni voto) pugnaban porque fueran seis o menos.
Ese era el gran problema, porque después de dos asambleas no se habían puesto de acuerdo y llamaron para este 11 de enero para terminar de un golpe como cuando el equipo rival te anota la carrera de la victoria en la novena entrada y te deja tendido en el terreno.
José Antonio Mansur, presidente del Veracruz y hermano de Roberto, presidente de Diablos, dijo que esta asamblea no tiene validez porque se rompieron las reglas.
“Esto se va a ventilar en los juzgados y vamos a ir hasta las últimas consecuencias”, sentenció al salir del salón de juntas, donde después de seis horas “de juego” salieron con la derrota a cuestas... aunque sea por el momento.
“Son unos retrógrados (incluído su hermano) que no quieren que la liga crezca”, dijo Antonio Mansur muy molesto.
Gerardo Benavides, quien acaba de llegar a la liga y ya hizo campeón a los Pericos, se veía triste y dijo que “hay una división de fondo... ellos quieren limitarnos, pero todo lo que atente contra un equipo de mi propiedad me reservaré el derecho de defenderme”.
José Maiz, quien fue “ungido” como cabeza de junta, echó la culpa de todo este problema a Alberto Uribe, propietario de los Toros de Tijuana, quien no se presentó a la reunión.
El dueño de los Sultanes inició su discurso pidiendo disculpas a la prensa presente: “Esta ha sido una asamblea anormal completamente”, aseguró.
Mencionó que muchos de los peloteros que jugaron el año pasado como “pochos” no tienen en regla sus papeles.
La asamblea inició a eso de las 11:00 en un hotel de la Ciudad de México y para las 13:30 el presidente de la liga había “salido por piernas” ante la petición de su renuncia. Plinio aseguró que no renunciaba al cargo, pero se iba de la junta porque no se sentía cómodo de ver cómo “se peleaban”.
Al equipo de Reynosa no se le permitió entrar. Eliud Villarreal, hasta 2016 presidente de los Broncos, dijo que fue humillante cuando lo llamaron a votar y un grupo de directivos se metió fuerte con él.
Ese era el nivel que se estaba viviendo allá adentro, mientras afuera una decena de periodistas esperábamos por noticias.
Lo triste es que después de la fallida asamblea, vendrán una serie de demandas y juicios en contra de los “nuevos” dirigentes del beisbol mexicano que, paradójicamente, representan la “vieja guardia” del beisbol.