El devastador momento de Óscar Jiménez en el América
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Cruel, despiadado, atroz resulta el futbol en muchas ocasiones. Así como da revanchas cada fin de semana, así te sepulta sin contemplaciones. Es generoso, pero lapidario; extraordinario, pero complejo; emocional, pero férreo. Óscar Jiménez vive, en este momento, un calvario como portero del América: Abucheado, silbado, malquerido, repudiado por su afición.
El americanismo no quiere a Jiménez, lo señala como el gran culpable de las derrotas. Le recrimina una y otra vez pifias que han perjudicado al equipo. Desea que no aparezca bajo los tres postes. Durísima situación para el guardameta que esperó —primero— la salida del argentino Agustín Marchesín y luego la ausencia de Guillermo Ochoa.
Muchos años (siete, para ser exactos), en los cuales tuvo que comer banca y ahora, con toda la responsabilidad encima, da claras muestras de que no puede con la presión del América, del público, de los medios de comunicación, del recuerdo de Ochoa y de Luis Malagón, el que ahora es su suplente.
Mentalmente, el chihuahuense está lastimado. En especial, sus últimas dos actuaciones lo han hecho trizas, porque tuvo que ver en los dos goles para el empate del Atlas, en el estadio Jalisco, y regaló dos anotaciones en la goleada del Pachuca, en el Azteca.
No es fácil la posición, y menos ser el portero número uno de un club tan importante y mediático como las Águilas. Se pueden equivocar todos, menos el guardameta, porque te cae un gol y pierdes hasta un título.
Es complejo ser parte de la brillante historia del América. Sólo algunos, como Héctor Miguel Zelada, Guillermo Ochoa, Agustín Marchesín, Adrián Chávez, Adolfo Ríos y Moisés Muñoz, lo han conseguido defendiendo el arco.
La titularidad de Jiménez está en duda para lo que resta del torneo y los que siguen. Si el técnico decide mantenerlo contra Tigres, debe aprovechar la confianza, porque literalmente es la última llamada.
Debe hacer un juego perfecto en el Volcán, pues atrás ya está Malagón, un muy buen portero que está proyectado para pelear un lugar en la Selección Nacional durante la próxima Copa del Mundo de 2026.