Argentina-Chile, de la rivalidad política a la deportiva
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La Copa América Centenario tendrá la misma final que la edición del año pasado, con casi todos los mismos actores que estuvieron en el campo en el estadio Nacional de Santiago.
Los años de conflicto que enfriaron la relación entre Argentina y Chile quedaron atrás y de la rivalidad política se pasó a la gestación de un nuevo clásico del fútbol sudamericano.
La tensión que subyacía en la final entre ambos países en la Copa América 2015 se diluyó esta vez en Estados Unidos, un territorio lejano, aunque no se sabe si neutral, políticamente hablando.
Hace exactamente un año, el argentino Javier Mascherano aclaraba que se iba "a jugar una final, no una guerra". "No hay que meter el deporte en el medio de la política", urgía en medio de silbatinas a los himnos contrarios y guerras de cánticos.
Nada de eso es tema hoy, a horas de una nueva final de fútbol entre Argentina y Chile.
Las disputas fronterizas marcaron la relación histórica entre ambos países vecinos en el extremo sur de América, con más de 3,000 kilómetros de frontera común a lo largo de la cordillera de los Andes. Lagos, glaciares, reservas estratégicas de agua, territorios codiciados.
Primero se disputaron la Patagonia en épocas de la independencia, y, mucho más cerca en la historia, surgió la amenaza de un conflicto bélico.
En 1978, las dictaduras que gobernaban Argentina y Chile estuvieron a punto de desatar una guerra por la soberanía del austral canal de Beagle y las islas ubicadas al este del meridiano del Cabo de Hornos. Pero la mediación del papa Juan Pablo II evitó la escalada del diferendo limítrofe.
La mediación papal permitió la firma en 1984 del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile y el posterior intercambio de instrumentos de ratificación el 2 de mayo de 1985.
La llegada de la democracia, en 1983 en Argentina y siete años más tarde en Chile, permitió una mejoría en las relaciones, que fue avanzando con el paso de los años. Los últimos gobiernos firmaron nuevos acuerdos de integración y la fluctuación migratoria integró aún más ambas culturas, aunque siempre quedó cierto resabio de sinsabores históricos.
Con la política ya a un costado, el crecimiento futbolístico de Chile y su agónico triunfo por penales en la final de la Copa del año pasado subieron varios escalones a la "Roja" al punto que se creó una rivalidad deportiva que antes no estaba en cuestión por la supremacía histórica de Argentina.
En el estadio MetLife de East Rutherford se escribirá un nuevo capítulo en la historia entre Argentina y Chile.
Un año después, la misma final pero muy distinta
La Copa América Centenario tendrá la misma final que la edición del año pasado, con casi todos los mismos actores que estuvieron en el campo en el estadio Nacional de Santiago. Sin embargo, el Argentina-Chile de mañana en el MetLife de East Rutherford cuenta con factores muy distintos.
Lionel Messi y Arturo Vidal, los referentes futbolísticos de cada equipo, coincidieron en que nada será igual respecto a la final pasada. Partiendo desde ellos mismos, más aplomados y ejerciendo el rol de líderes que se les exigía. Aquí un listado con las diferencias más notorias entre ambas finales:
DOS LÍDERES MÁS MADUROS
Como si las palabras de Diego Maradona exigiéndole mayor liderazgo hubiesen actuado como despertador, Messi se mostró en Estados Unidos como el referente que muchos le exigían. A sus brillantes condiciones futbolísticas, el astro argentino le agregó una actitud más comprometida que lo colocaron en el esperado rol del "dueño del equipo".
Incluso, a sus flamantes 29 años, por primera vez con su selección ejerció su liderazgo fuera del terreno, con duras críticas a las autoridades del fútbol argentino, sumido en una crisis que no parece tener fin y que rozó la participación del equipo en el certamen.
En la vereda de enfrente, Vidal demostró en el campo un crecimiento que tiene directa relación con su temporada en el Bayern Múnich bajo el mando de Josep Guardiola.
Sin embargo, el cambio más notable parece haber estado en su personalidad, que no se asemeja en nada a la que mostraba un año atrás, cuando provocó el mayor impacto del torneo chocando su Ferrari en una autopista de Santiago.
Distendido, relajado y amable, el "Rey Arturo" parece haber completado todos los formularios que le faltaban para ser el verdadero caudillo positivo de la "Roja".
LA AUSENCIA DE SAMPAOLI
La variante más significativa entre todos los protagonistas es la ausencia de Jorge Sampaoli en el banquillo de Chile, reemplazado por Juan Antonio Pizzi. Hasta hace una semana y media, la diferencia era indisimulable, con la prensa y el público pidiendo la cabeza del actual entrenador.
En cuanto a lo táctico, las variantes no son tantas. Pizzi mantuvo la idea de presión alta que marcó el ciclo anterior, aunque también mostró que el equipo puede replegarse y buscar el contragolpe, como lo hizo ante Colombia después de lograr una ventaja.
La otra diferencia es que Pizzi alargó el plantel, con más jugadores capaces de ingresar al once titular, sin que la estructura se resienta.
"Ya nos adaptamos al método Pizzi. Nos costó un poco, le ha tocado duro al principio, pero estamos muy cómodos con el profesor", aseguró Vidal.
SIN LA MOCHILA DE 99 AÑOS
Chile llega a la final liberado, después de haber logrado en casa su primer título en 2015. "Todos los jugadores que estuvimos el año pasado estamos disfrutando más esta Copa porque ya ganamos algo importante que nunca se había hecho en Chile", remarcó Vidal. "El año pasado, la Copa la sufrimos, este año la estamos disfrutando", coincidió Gonzalo Jara.
Sin haber perdido el hambre por el éxito logrado, pero con muchísima menos presión tras haberlo conseguido, la "Roja" tiene una tranquilidad que se percibe en el campo y que le entrega un mayor respaldo al momento de que la pelota empieza a rodar.
OTRA FINAL PERDIDA EN LA ESPALDA
Así como Chile se liberó, Argentina sumó peso en sus espaldas con la derrota del año pasado, que se agregó a la que ya tenía por el Mundial de Brasil 2014. "Hay que aprovechar esta oportunidad que tenemos nuevamente y ganar esta Copa como sea", remarcó Messi.
"Es la tercera final que me toca jugar con la selección y me gustaría que algún día cambie la historia y poder ser campeón", añadió el astro, que de esa forma dejó en claro el significado que tiene el partido para Argentina.
El entrenador Gerardo Martino coincidió con el diagnóstico. "Desde que perdieron la final de Brasil estos jugadores se propusieron tener una nueva oportunidad. En Chile no lo pudimos hacer e inmediatamente se propusieron tener una oportunidad en esta y lo lograron", valoró el técnico argentino.
LA LOCALÍA YA NO ES FACTOR
En 2015, Chile vivió una Copa América hecha a su medida, sin moverse de Santiago y con 60.000 hinchas que cobijaron y, a la vez, presionaron al equipo. Hasta los arbitrajes tuvieron cierto tinte localista, como aquel dudoso penal en el debut ante Ecuador, el polémico encuentro de cuartos ante Uruguay o la tempranera expulsión que sufrió Perú en las semis.
En East Rutherford será diferente. Se supone que habrá más argentinos que chilenos en el MetLife, mientras que ese imán llamado Lionel Messi, el único futbolista que cambia la ecuación para los estadounidenses y para toda la colonia latina, volcará a los neutrales hacia la "Albiceleste".
"Sabemos que habrá más argentinos, aunque hay un grupo de chilenos que nos viene siguiendo a todas partes. Igualmente, a la distancia sentimos el apoyo de los 17 millones de chilenos", aseguró Pizzi.