La inmolación de Argentina
COMPARTIR
TEMAS
El papelón mundial de Argentina ante Croacia no se resume sólo en el grosero error de Caballero ni en la manifiesta ausencia de Messi. Para aspirar a ganar un partido se necesita un equipo y Argentina no lo tiene.
Sí ayudó el blopper del portero para el hundimiento colectivo, pero no fue lo más determinante. Sirvió quizás para confirmar que un cuadro sostenido con alfileres en medio de un huracán es imposible que pueda desafiar la adversidad.
Argentina se derritió con el primer soplido croata. Una foto de lo que es: un equipo ordinario sin antídotos para contrarrestar la endeblez emocional que viene cargando desde hace más de 30 años.
Juegue Messi o quien sea, Argentina no tiene sabor. Es un grupo de voluntades al servicio de lo que salga con la supuesta garantía que le puede dar Messi.
Pero este hándicap que le podría ofrecer el “10” del Barcelona se ha convertido en los últimos tiempos en un calvario para sus compañeros y para cualquier seleccionador.
El problema es que nadie sabe jugar con Messi. Ante los croatas, Argentina organizó las jugadas como si él no existiera. Y cuando Messi, impotente, voltea la cabeza al césped, se acabó el show.
Argentina hace rato que ha perdido el amor propio. Abusa de la nostalgia como puente y energizante hacia un presente mejor, pero ha descuidado siempre el valor de jugar al futbol.
Ha creído constantemente en un salvador. Antes fue Maradona, hoy Messi. Lo que nunca se hizo fue educar un equipo para insertar al mejor. La ecuación siempre ha sido al revés: todo se construyó -y se sigue construyendo- desde las cualidades divinas de un solo jugador.
Sampaoli es tan responsable como lo han sido sus antecesores. La diferencia es que éste es un demagogo que vende lo que los jugadores no pueden hacer.
Argentina no necesita teorías y gráficas científicas para elaborar un partido. Argentina necesita sacrificio, rebeldía y mucha ambición. Ya no se gana más con los quilates que pudiera tener una camiseta por logros del pasado.
Sampaoli tiene más imaginación que coherencia. Capaz de dejar a Dybala, Banega, Higuaín, Di María y Pavón a la espera de alguna ocurrencia. Tiene fijación por la táctica, pero a veces hay que ser consecuente con lo que pide el partido.
Aparte, hace cuatro Mundiales que Argentina espera que Messi la rescate. Pero hace cuatro Mundiales que Messi viene jugando para pedir perdón por los demoledores fracasos, como si fuera el único responsable de los interminables problemas estructurales que ha sufrido la Selección en todas sus facetas.
Argentina entró por la ventana a este Mundial y tiene la puerta de servicio abierta para salir disparando con otra frustración a cuestas. Mientras no haya un convencimiento de que las cosas se están haciendo mal, el equipo quedará expuesto a los fantasmas de siempre.