El papelón de España
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La decisión de la Federación Española de destituir a Julen Lopetegui como técnico del seleccionado en las puertas del Mundial no ha sido un hecho menor, quizás único en su tipo detonado por imprudencias intestinales.
No se sabe si al Real Madrid le faltó o le sobró colmillo para anunciar al DT de la selección como sustituto de Zidane en plena concentración del equipo de cara al debut ante Portugal y desoyendo la súplica de los federativos de que no lo hiciera ahora.
El Madrid impuso su propia regla y no le importó las consecuencias. Negoció a espaldas de la Federación y avisó cuando ya estaba hecho el negocio. La reacción de los directivos españoles en contra de Lopetegui fue inmediata: se vieron en la obligación de echar a un DT sospechoso de deslealtad.
España era hasta hoy una firme candidata al título. Después de este sacudón, no se sabe. Fernando Hierro se sumará a la cabeza del grupo para tratar de conducir a un equipo que no armó, pero definitivamente no será responsable de nada. Ni siquiera del éxito.
Esta situación confirma que los seleccionados no necesariamente están alineados a los intereses de los clubes. Si ceder o no jugadores al equipo nacional fuera opcional, seguramente no estarían los mejores.
Pero también este hecho habla del mugrero que existe en el futbol en todos los niveles. En un deporte que es colectivo, pero donde todos cuidan su negocio personal -incluso traicionando acuerdos y violentando contratos- es mentira que todo se ve en favor del equipo.
Si fuese así, Lopetegui -por citar un caso fresco- debió ser consecuente con la responsabilidad que tenía enfrente y no dejarse llevar por la millonada de euros que le ofreció Florentino Pérez. Una oferta irresistible, sí, pero moralmente lo del técnico ha sido una aceptación espantosa.
Un acto como este, en el futbol, se paga muy caro. “Si se lo hiciste a aquel, mañana me lo harás a mí”, es una máxima que influye en los directivos al momento de analizar una contratación.
Muchos entrenadores, por esa voracidad de dirigir a clubes grandes cómo dé lugar, pierden el sentido de ubicación y la coherencia.
Lopetegui dejó a España a la deriva porque le dio prioridad de su futuro y subestimó a la actualidad. Ni más ni menos, dejó tirada a la selección en un Mundial.