Tigres: todos juntos no pueden jugar

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Ante todo, Tigres seguirá siendo un equipo difícil para cualquier adversario. Sin embargo, su primera muestra en el 2016 arrojó algunas señales confusas disparadas por esa llamativa “crisis” de abundancia.
Ferretti tiene en sus manos demasiadas opciones, pero poca claridad conceptual para encontrarle variables al equipo. Saber qué pretende con Fernández y Zelarayán aún es una incógnita. Los trajo para hacer bulto, pero no supone estar muy seguro cómo los va a aprovechar.
Frente a Toluca, el DT ya dio algunos indicios de que los quiere poner a jugar dentro de un contexto forzado. Fernández, un “9” natural, es el reemplazante directo a Gignac. No hay más. Zelarayán, un clásico enganche, supone disputar un puesto con Sobis. Pero Ferretti decidió hacer un reacomodo ofensivo y le salió mal.
Los movimientos tácticos sobre la marcha, en caliente, no son precisamente su fuerte. Ferretti terminó curiosamente con dos “9”, plantó a Fernández en el área, improvisó a Gignac como puntero derecho y le dio juego a Zelarayán detrás del paraguayo.
Mover al francés de su hábitat es reducirle su capacidad de fuego. Que alguna vez en el Olympique de Bielsa haya experimentado una función adicional a su posición original, no necesariamente lo convierte en plurifuncional. Fuera del espacio que domina, Gignac pierde poder y el equipo, una valiosa referencia.
Por lógica consecuencia, quedó claro que juega Gignac o juega Fernández. Amontonar a los dos en la línea de gol no suma, sino resta. El paraguayo, definitivamente, está condenado a ser segundón del goleador francés. Se convertirá en un jugador emergente como muchos otros que han llegado en los últimos años y no han tenido la oportunidad ni han podido ganarse un lugar en un equipo estructurado.
En el Tigres de Ferretti están los 11 titulares y todos los demás son suplentes. La jerarquización está por encima de cualquier competencia sana en el interior del grupo. Es mentira que la consulta está abierta a todos. Los puestos ya están rotulados. Zelarayán, en todo caso, puede que se cuele gracias a la intermitencia de Sobis. Siendo optimistas.
Además, otro factor clave tiene que ver con la automatización de la idea. Tigres ya tiene un plan de juego muy masticado (4-2-4) y los nuevos refuerzos obligan a realizar variables que no están entrenadas.
En una semana es muy difícil adoptar una nueva estrategia y más aún bajo las condiciones en las que ha pretendido hacerlas Ferretti. Fernández y Zelarayán fueron empujados al campo sin tener un conocimiento del sistema ni de sus compañeros. Darle juego de una manera precipitada no fue conveniente para nadie.
Ferretti ya ha solidificado un estilo, pero eso no le prohíbe tener un registro de lo que pasa dentro de un partido para, llegado el caso, aplicar un plan B y no sólo refrescar. No es lo suyo, pero debería ensayarlo. Quizás por esa falta de olfato para modificar a tiempo e impulsar el equipo con otros conceptos termina siendo un problema en partidos cerrados como el de Toluca.
Ha sido una pálida propuesta de Tigres en el debut donde, más allá de la derrota, su funcionamiento colectivo ha sido muy manso. Se ocupaba un click para reactivar las turbinas del modelo y el entrenador no se la supo dar. Con sus cambios, confundió más, algo parecido a lo que experimentó en la última Final.
A Tigres se le exige por lo que hizo y por lo que tiene para seguir haciendo. Pero también por el talento que ha incorporado en los últimos semestres. El detalle es que, como lo ha comprobado Ferretti en la fecha 1, todos juntos y al mismo tiempo, no pueden jugar.