No vuelvan a engañar al americanismo
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Las bondades de un torneo conformista llevan a un equipo destrozado a meterse al repechaje. Tres victorias consecutivas y dos buenas campañas publicitarias llevan al América a amanecer en zona de clasificación, con quien es calificado ahora por los “oficialistas” como el técnico ideal para que permanezca con el equipo. Las campañas, simples y evidentes. La primera, la de desprestigio a Santiago Solari, ya que ahora no se cansan de hablar y hablar que después del cambio de entrenador sí están unidos, que los futbolistas están contentos, que la directiva está tranquila.
La segunda, la de desprestigio de su misma cúpula, filtrando a sus medios amigos que Fernando Ortiz es el nuevo Andrés Lillini, que están convencidos en la directiva de mandos medios que, si continúa como hasta ahora, se quedará en el puesto y que puede llegar a hacer carrera con un club que no está para dar oportunidades a entrenadores emergentes, sino para tener a lo mejor de lo mejor, aunque a la actual directiva se le ha olvidado eso.
Evidencian el tratar de defender el puesto del alicaído presidente deportivo argumentando que ahora sí se hacen bien las cosas, que están por el camino correcto. Lo que olvidan es que el América está en el lugar 11 de la tabla de posiciones, por más victorias consecutivas que tenga ahora, en un torneo que está compuesto por 18 equipos, de los cuales clasifican 12; obviamente, se meterán por lo menos al repechaje, pero de ahí a que hayan cumplido con los objetivos, está muy lejos de la realidad.
Ortiz hace su trabajo, sin duda, y hay que reconocer que lo hace con la seriedad que le falta a muchos otros en la institución, pero tampoco es el revolucionario del futbol que tanto pregonan los jilgueros. Es un entrenador en desarrollo, y el América no necesita experimentos, requiere de los mejores en cada puesto, desde la directiva hasta el aguador, algo que —insisto— hoy no sucede. El objetivo antes del despido justificado de Solari es el mismo que hoy tienen; si no son campeones, será un rotundo fracaso; por eso, tratar de disfrazar su realidad con ese tipo de mensajes es solamente retórica, un discurso vacío y mentiroso. El americanismo no necesita que le vuelvan a endulzar el oído, eso ya sucedió con el técnico anterior y al final no funcionó.
Hoy, pareciera que antes de estar planeando lo que será el “nuevo América” —es decir, un proyecto bien fundamentado con otro estratega—, lo que buscan es demostrarle al dueño que la directiva está trabajando correctamente, cuando lo más cuestionado de este equipo es, precisamente, su directiva. El América estará en la fase final por la mediocridad del campeonato mexicano, en el que da la impresión que aunque uno no quiera, se clasifica, pero de ahí a pensar que tendrá grandes oportunidades para conseguir el título, no. Ese objetivo todavía no está en el radar de este equipo, pese a la gran racha de tres victorias consecutivas.